Una madre pierde las dos piernas por salvar a sus hijos de un tornado
Por: Thomas Castroviejo
Stephanie Decker, hoy
Fue de los fuertes. Se contaron 140 tornados, 76 descargas y 39 muertos. Pero hubo una cosa con la que no pudo: el amor de una madre. Fue difícil para Stephanie Decker ganar esa batalla para salvar la vida de su hijos. Lo logró, pero ahora han tenido que amputarle ambas piernas.
Esta mujer de 37 años había visto cómo el cielo oscurecía de repente aquella tarde de viernes. Al cabo de un rato, la casa que había comprado junto a su marido para criar a sus dos hijos —niños todavía— en Henryville, Indiana, empezaba a temblar. No cabía duda: estaban en el vórtice del fenómeno. "Supuse que estábamos a salvo, pero entonces oímos un rugido, como si un tren estuviera pasando, y lo escuché justo a mis espaldas. Estaba llegando", recuerda ahora la madre. "No me lo esperaba. Jamás imaginé que mi casa volaría por los aires. El ruido era tan alto que sabía que tenía que hacer algo diferente. Sabía que quedarme quieta no iba a servir para nada".
Y actuó. Llevó a sus hijos —Dominic, de 8 años y la niña Reese, de 5— al sótano. Entonces la casa empezó a desintegrarse sobre ellos. No sabía qué hacer. Probó a cubrirlos con un edredón. "Mi hija me espetó, 'Mamá, esto no me gusta', y le dije, 'Lo sé, cariño'. Podía ver el viento. Podía ver cómo la ventana volaba por los aires y cómo la casa reventaba". Así que hizo lo que se supone que le dictó su instinto maternal: protegió a sus hijos con su propio cuerpo. Justo a tiempo. El huracán estaba avanzando y todos los escombros cayeron sobre ella.
Una fotografía de los Decker, extraída de un reportaje de ABC News
Lo recuerdo al detalle. Estuve consciente todo el rato. No podía permitirme perder el conocimiento. Me necesitaban. Tenían que tenerme así y mi obligación era pensar qué hacer. Mi hijo fue el que acudió a buscar ayuda. Es un héroe". Dominic gateó por debajo de su madre y salió de la montaña de escombros. Fue corriendo a la casa de los vecinos.
"En cuanto se fue Dominic, me di cuenta de que no podía salir porque había usado el edredón como torniquete. Sabía que estaba sangrando. Sabía que una de mis piernas se me estaba descolgando, o ya la había perdido. No sabía cuál, pero sí que estaba muy mal. Si no recibía ayuda pronto, iba a desangrarme".
Por fortuna, la ayuda no tardó en llegar. Stephanie fue evacuada y llevada a un hospital de Kentucky. No hubo más remedio que amputarle las piernas. Una por encima de la rodilla y la otra justo por debajo. Decker sigue hoy en el hospital, recuperándose.
De camino, pudo ver la casa derruida a sus espaldas. La que habían considerado la casa de sus sueños. Cuando la mandaron construir, Stephanie le dijo a su marido que quería tener la huella de las manos de sus hijos en el cemento que formaba los cimientos. Al fin y al cabo, como dijo entonces, "Nunca vamos a irnos de aquí". Ahora, con los cimientos al descubierto, son más visibles que nunca. Huellas muy pequeñas, en las que se lee Reese y D. El testimonio indeleble de una familia todavía intacta.
Fuente: ABC News
Stephanie Decker, hoy
Fue de los fuertes. Se contaron 140 tornados, 76 descargas y 39 muertos. Pero hubo una cosa con la que no pudo: el amor de una madre. Fue difícil para Stephanie Decker ganar esa batalla para salvar la vida de su hijos. Lo logró, pero ahora han tenido que amputarle ambas piernas.
Esta mujer de 37 años había visto cómo el cielo oscurecía de repente aquella tarde de viernes. Al cabo de un rato, la casa que había comprado junto a su marido para criar a sus dos hijos —niños todavía— en Henryville, Indiana, empezaba a temblar. No cabía duda: estaban en el vórtice del fenómeno. "Supuse que estábamos a salvo, pero entonces oímos un rugido, como si un tren estuviera pasando, y lo escuché justo a mis espaldas. Estaba llegando", recuerda ahora la madre. "No me lo esperaba. Jamás imaginé que mi casa volaría por los aires. El ruido era tan alto que sabía que tenía que hacer algo diferente. Sabía que quedarme quieta no iba a servir para nada".
Y actuó. Llevó a sus hijos —Dominic, de 8 años y la niña Reese, de 5— al sótano. Entonces la casa empezó a desintegrarse sobre ellos. No sabía qué hacer. Probó a cubrirlos con un edredón. "Mi hija me espetó, 'Mamá, esto no me gusta', y le dije, 'Lo sé, cariño'. Podía ver el viento. Podía ver cómo la ventana volaba por los aires y cómo la casa reventaba". Así que hizo lo que se supone que le dictó su instinto maternal: protegió a sus hijos con su propio cuerpo. Justo a tiempo. El huracán estaba avanzando y todos los escombros cayeron sobre ella.
Una fotografía de los Decker, extraída de un reportaje de ABC News
Lo recuerdo al detalle. Estuve consciente todo el rato. No podía permitirme perder el conocimiento. Me necesitaban. Tenían que tenerme así y mi obligación era pensar qué hacer. Mi hijo fue el que acudió a buscar ayuda. Es un héroe". Dominic gateó por debajo de su madre y salió de la montaña de escombros. Fue corriendo a la casa de los vecinos.
"En cuanto se fue Dominic, me di cuenta de que no podía salir porque había usado el edredón como torniquete. Sabía que estaba sangrando. Sabía que una de mis piernas se me estaba descolgando, o ya la había perdido. No sabía cuál, pero sí que estaba muy mal. Si no recibía ayuda pronto, iba a desangrarme".
Por fortuna, la ayuda no tardó en llegar. Stephanie fue evacuada y llevada a un hospital de Kentucky. No hubo más remedio que amputarle las piernas. Una por encima de la rodilla y la otra justo por debajo. Decker sigue hoy en el hospital, recuperándose.
De camino, pudo ver la casa derruida a sus espaldas. La que habían considerado la casa de sus sueños. Cuando la mandaron construir, Stephanie le dijo a su marido que quería tener la huella de las manos de sus hijos en el cemento que formaba los cimientos. Al fin y al cabo, como dijo entonces, "Nunca vamos a irnos de aquí". Ahora, con los cimientos al descubierto, son más visibles que nunca. Huellas muy pequeñas, en las que se lee Reese y D. El testimonio indeleble de una familia todavía intacta.
Fuente: ABC News