Solo así “suenan”
Felipe Mora, periodista. felipemora56@gmail.com
Aun cuando los minúsculos partidos que solo “suenan” cuando se alían a una de las dos principales fuerzas políticas, es una verdad de a puño que a la hora de contar los votos esas menudencias, que son solo siglas perdidas en el entinglado politiquero, pueden inclinar la balanza y ser decisivas para que un candidato pueda cantar victoria.
Veamos estos ejemplos. En las elecciones congresionales y municipales del 16 de mayo de 2010, de 26 agrupaciones políticas participantes, de manera individual apenas tres consiguieron una votación por encima del 5% (PLD con 41.71%, PRD con 38.44 y el PRSC, que quedó en un lejano tercer lugar, con 6.15%).
Hubo cuatro que pasaron del 1%, pero no llegaron al 2%. Fueron la APD, con 1.41%; BIS 1.32%; PQDC 1.13%, y MODA 1.40%.
Pero el gran grueso de siglas, 19 en total, lograron una votación por debajo del 1%. Eso está registrado en el boletín final de conteo de la Junta Central Electoral, que arrojaba también el dato de que apenas votó el 56.43% del total de electores.
En unos comicios congresionales y municipales, como fueron los de mayo de 2010, hay que tener en cuenta que los apoyos o alianzas no siempre se dan para todas las candidaturas. Pero en el caso del PLD este se benefició sobremanera para que a fin de cuenta se alzara con su mayoría aplastante en el Senado, la Cámara Baja y en más de 60 ayuntamientos.
Esos partiditos minúsculos, que para estos tiempos adquieren una importancia estratégica, salen a flote por obra y gracia de sumar a favor de las grandes fuerzas políticas los bajísimos porcentajes obtenidos en consultas electorales.
Y sin siquiera ruborizarse ni guardar las apariencias se dan a la tarea de cruzar a la acera de enfrente cuando consideran que la suerte no les favorece con el partido o candidato que, entienden, no garantiza la victoria electoral.
¿Con qué militancia cuentan el PAL, Pasove, PDP, PUN, PHD, PTD, PDI, ASD? Si esas siglas, más que entidades políticas, tienen alguna simpatía entre la población dominicana, pues lo disimulan muy bien.
Pero, ¿cuál es el aporte tangible que hacen a la sociedad dominicana? ¿En qué se beneficia la población de lo que
hagan o no hagan esas siglas gastadas? Muy poco. Eso está a la vista de todos.
Pese a esas dificultades, los llamados partidos emergentes han demostrado que son “la llave” para que un candidato de un partido grande se alce en primera vuelta. Pero también podrían ser la alternativa para que el apoyo brindado se haga realidad en un triunfo en segunda vuelta.
El PLD, que ha sabido aquilatar muy bien lo que es saborear el triunfo electoral con ayuda de los aliados, para las elecciones del 20 de mayo pactó con 13 organizaciones políticas minoritarias, incluido el PRSC, con miras a buscar la forma de alzarse con el triunfo en primera vuelta.
Aun cuando los minúsculos partidos que solo “suenan” cuando se alían a una de las dos principales fuerzas políticas, es una verdad de a puño que a la hora de contar los votos esas menudencias, que son solo siglas perdidas en el entinglado politiquero, pueden inclinar la balanza y ser decisivas para que un candidato pueda cantar victoria.
Veamos estos ejemplos. En las elecciones congresionales y municipales del 16 de mayo de 2010, de 26 agrupaciones políticas participantes, de manera individual apenas tres consiguieron una votación por encima del 5% (PLD con 41.71%, PRD con 38.44 y el PRSC, que quedó en un lejano tercer lugar, con 6.15%).
Hubo cuatro que pasaron del 1%, pero no llegaron al 2%. Fueron la APD, con 1.41%; BIS 1.32%; PQDC 1.13%, y MODA 1.40%.
Pero el gran grueso de siglas, 19 en total, lograron una votación por debajo del 1%. Eso está registrado en el boletín final de conteo de la Junta Central Electoral, que arrojaba también el dato de que apenas votó el 56.43% del total de electores.
En unos comicios congresionales y municipales, como fueron los de mayo de 2010, hay que tener en cuenta que los apoyos o alianzas no siempre se dan para todas las candidaturas. Pero en el caso del PLD este se benefició sobremanera para que a fin de cuenta se alzara con su mayoría aplastante en el Senado, la Cámara Baja y en más de 60 ayuntamientos.
Esos partiditos minúsculos, que para estos tiempos adquieren una importancia estratégica, salen a flote por obra y gracia de sumar a favor de las grandes fuerzas políticas los bajísimos porcentajes obtenidos en consultas electorales.
Y sin siquiera ruborizarse ni guardar las apariencias se dan a la tarea de cruzar a la acera de enfrente cuando consideran que la suerte no les favorece con el partido o candidato que, entienden, no garantiza la victoria electoral.
¿Con qué militancia cuentan el PAL, Pasove, PDP, PUN, PHD, PTD, PDI, ASD? Si esas siglas, más que entidades políticas, tienen alguna simpatía entre la población dominicana, pues lo disimulan muy bien.
Pero, ¿cuál es el aporte tangible que hacen a la sociedad dominicana? ¿En qué se beneficia la población de lo que
hagan o no hagan esas siglas gastadas? Muy poco. Eso está a la vista de todos.
Pese a esas dificultades, los llamados partidos emergentes han demostrado que son “la llave” para que un candidato de un partido grande se alce en primera vuelta. Pero también podrían ser la alternativa para que el apoyo brindado se haga realidad en un triunfo en segunda vuelta.
El PLD, que ha sabido aquilatar muy bien lo que es saborear el triunfo electoral con ayuda de los aliados, para las elecciones del 20 de mayo pactó con 13 organizaciones políticas minoritarias, incluido el PRSC, con miras a buscar la forma de alzarse con el triunfo en primera vuelta.