Presos de Barahona sin transporte, pagan guagua pública para ir a tribunales

El joven, de 23 años y nativo de Nizao, provincia Peravia, debe buscar mil pesos de pasaje cada vez que viene a la Corte Penal de San Cristóbal, porque la Policía de Barahona no tiene transporte para movilizar a los reos, ni dentro ni fuera de la provincia

Presos de Barahona sin transporte, pagan guagua pública para ir a tribunales

SAN CRISTÓBAL, República Dominicana.- El joven Enríque Valdez es un mulato delgado nativo de Nizao, en la provincia Peravia. Con 23 años, al hablar, parece un niño de 12 años, pues no se entiende si no comprende las preguntas o no logra contextualizar su situación de hombre joven con un futuro tronchado.

Tiene un año preso, en la cárcel de Barahona, y según la sentencia, deberá pasar 19 años más allí u otro recinto carcelario porque, en una riña, le cortó varios dedos de la mano a otro hombre, esa es la conclusión, aunque evidentemente para que la condena fuera de 20 años de cárcel la acusación formulada debió ser intento de asesinato. Sin embargo, para él y los suyos todo se trata de una riña por una mujer.

Él debería estar preso en la cárcel pública de Baní, municipio cabecera de la provincia Peravia, pero como contó a

Acento.com.do fue trasladado a Barahona junto a 29 reclusos de Baní porque en la cárcel de esa provincia no había espacio para más reos, pese a que él era preventivo cuando se produjo el traslado.

Estar lejos de su familia, con una comida que un día es buena y otro mala, no es su único problema. Ahora que debe asistir a la Corte de Penal de San Cristóbal por apelar a la sentencia, debe costear el pasaje de él y el policía que lo trae en transporte público cada vez que es requerido por el tribunal.

En Nizao, se dedicaba al trabajo de la construcción y años atrás practicaba pelota con la esperanza de ser firmado por un equipo de Grandes Ligas

En su caso, como es un reo “manso”, lo trae un solo policía, portando una escopeta, pero si fuera un preso agresivo, peligroso, deben venir más uniformados, entonces el presupuesto del preso y su familia aumenta para asistir a las audiencias.

Ya en la autopista 6 de Noviembre, donde lo deja el transporte público, él y su custodia, deben abordar un motoconcho (el motoconchista delante, el reo en el medio y el policía detrás) para llegar al Palacio de Justicia de San Cristóbal. Y para irse a Barahona es lo mismo, con la agravante de que deben esperar en la autopista hasta 30 minutos por una guagua. El preso es expuesto al estigma social (está esposado) y a todo tipo de peligro o riesgo, incluso de escaparse, lo que sería un problema para el policía, que es castigado con prisión si permite que se escape.

Según información obtenida por este medio, la policía de Barahona tiene un vehículo asignado, pero quien lo usa es el alcalde de la provincia, Noel Octavio Suberví Nin, por lo que para trasladar a los presos dentro del mismo municipio para llevarlo al Palacio de Justicia, deben hacerlo caminando.

A Enrique no le importa si tiene que venir en guagua a San Cristóbal, lo que quiere es venir y resolver su problema, como tampoco parece tener ninguna visión personal de lo que pasaría con su vida si al menos tiene que cumplir la mitad de la condena, diez años de cárcel.

Cayó preso después de que en una riña con otro hombre -por una mujer que tenía su esposo y no era ninguno de ellos dos- le cortó dos dedos a éste en una pelea a machetazos. Al preguntársele porqué acudió armado a la casa de la mujer, dijo que "cuando un hombre va a coger una mujer ajena tiene que ir armado"

Sin embargo, algunos pasajeros de transporte público sí que no están contentos con tener que compartir vehículo con un hombre esposado, que no saben si es un Hannibal Lecter, y uno o varios policías armados.

“Ellos tienen que tener su transporte para transportar sus presos, para eso el Gobierno tiene demasiado transporte de vehículos para la Policía. Esto es un desorden”, dijo José Antonio Rivas, un señor de edad avanzada que estaba a bordo de la guagua que se detuvo a recoger a Enrique y al policía que le custodiaba.

Carmen Dolores Segura corroboró las declaraciones de Rivas: “Eso es mucho peligro”, agregó.

Mientras que desde la cocina de la guagua Reynaldo Augusto Pérez Félix gritaba para dar su opinión: “Buena medida, ta bien, que siempre lo manden, no con uno sino con dos policías, con dos o tres o cuatro; más seguridad”.

pbaez@acento.com.do
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