"Existe una Mujer en mi"

Por: Alan Delmonte Bertrán

Está la mujer que eres tú, mujer global, mujer total, mujer universal Por Alan Delmonte Bertrán

Existe una mujer en mí, un rostro angelical murmurándome un te quiero, un alma que acaricia mi lado más sediento, una estrella capaz de engendrar amor y procrear vida, pura existencia, pura savia de alegría. Aquella mujer deambula por la tierra, a veces vulnerable, a veces hermosamente tierna. A veces más fuerte que la misma tierra, empujando las carretas de lo imposible hacia el horizonte de la paciencia.

Aquel rostro lo cargamos todos. El rostro de la madre que nos trajo a la vida. Que nutrió nuestra carne como un soplo de fe mientras sus pechos sufrían. El rostro de la abuela que nos colmó de júbilo, que llenó nuestros días de dulzura, de gracia, de indultos. El rostro de la hermana que nos apoya sin cesar, en la cual reposamos y respiramos mientras nos acogemos en su complicidad. El rostro de la amada que nos embellece el espíritu, que satura nuestras fibras de pasión, fortaleza, y amor onírico.

Y está la mujer que eres tú, mujer global, mujer total, mujer universal:

Mujer que caminas por las calles de Somalia, librando la batalla por tu pueblo en agonía, inhalando las balas que enrarecen cada uno de tus cortos días. Luchando por tu cuerpo que ansías proteger para aislarlo de los lobos que te quieren corromper. Mujer que convives en la miseria haitiana, buscando la paz dentro de un pueblo en llamas. Rebuscando en el lodo para poder subsistir, y alargar tus años para ver tus hijos vivir.

Mujer que coexistes en la dureza yemenita, con tu semblante cubierto empapada en sudor y con tu aguerrida voluntad siempre en espera del final del dolor. Cuánto has guerreado contra el calor y la ira, contra la natura hostil que amedrenta tus energías, con la irracionalidad que te atañe en tu caminar y en cada hora de tu modesta vida. Mujer que trabajas la tierra en la India, vitalizando las semillas que dan de comer a tu familia. Cuánto laboras para poder sobrevivir, con la pobreza amenazando siempre tu triste y sombrío perfil. Mujer que te entrenas en la milicia israelí, que buscas proteger a los tuyos de un enemigo que acecha. Cuánta fuerza demuestras en tus logros y en tus altas exigencias.

Mujer dominicana, hija del sol y nieta de la caña. Tu esplendor caribeño deslumbra siempre el suelo que pisas. ¡¿Cuánto has de soportar mientras la violencia te esclaviza!? ¡¿Cuántas tendremos que ver morir mientras tu dulce y gozosa fragancia se extingue y se marchita!? En un pedestal deberíamos grabar tu sufrimiento, y que las lágrimas que brotan de ti se esparzan como espadas por los vientos. ¡Ya no podemos verte aguantar más, venerable y dominicana mujer! ¡Las conciencias necesitan despertar a lo sagrado de tu nombre, y respetar el aire que respiras porque eres la madre de todos los hombres!

¡Mujer dominicana! Que tambaleaste eternas dictaduras con tus aleteos de mariposa, dejando tu sangre heroica en los ecos de libertad que vociferaste a todo costa! ¡Mujer dominicana, que luchaste hasta morir, en defensa de la tierra que te vio nacer y que te vio partir! ¡Mujer dominicana, que confeccionaste la primera bandera, y la hiciste tan bella como las manos y como el alma que plasmaste eternamente en ella! ¡Mujer dominicana, que con tu lírica poesía y tu vigor de educadora, fuiste la primera que llevaste las letras a tus paisanas con tu firmeza sonora! Son ustedes nuestras madres, nuestras hermanas, nuestras amadas, y nuestras señoras, que con nombres como Mirabal, Mamá Tingó, Salomé Ureña y Concepción Bona, son el engendro de todos los que han salido de esta magnífica tierra gloriosa.

¡Mujeres del mundo, cuánta fe han tenido, cuántas barreras han resistido! ¡Sus alas ya comienzan a volar más alto en las trincheras de la igualdad! ¡Su coraje persistente ya comienza a florecer impetuosamente en los caudales de la eternidad! En este día, en el que conmemoramos la importancia de tu presencia, es necesario que reflexionemos sobre el fin de tus dolencias. Ya no podemos causarte más dolor, mas llanto, más tristezas, más desagravio, más clamor.

Lo único que debes recibir de todos es lo único que mereces: el más digno respeto y el más sincero amor. Es por esto, mujer del mundo y mujer dominicana, que en este día tuyo nos acordaremos de todas las virtudes que te pueblan y de todo el trayecto que aún nos falta, para poder extinguir tu dolor para siempre y que jamás una mano sobre ti se vuelva a volcar ni una palabra ofensiva jamás se vuelva a pronunciar. Y como decía el himno de la Acción Feminista Dominicana: "¡Oh mujer de Quisqueya! ¡Reclama a los hombres tu sitio de honor, y a la luz del Derecho proclama, libertad con justicia y amor!
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