¿De dónde procede la expresión “Ser un chivo expiatorio”?
Ser un chivo expiatorio significa, a día de hoy, que un único individuo cargue con las culpas de algo que ha sucedido cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas o colectivo, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto punible y sea inocente.
El origen de esta expresión lo encontramos en un ritual que practicaban los antiguos judíos para celebrar el Día de la Expiación. Consistía en elegir a dos machos cabríos (chivos) y mediante el azar designar a uno de los animales para sacrificarlo a Yahveh con todos los honores, con su sangre se rociaba el Propiciatorio (el arca de la alianza).
En cambio sobre el otro chivo, llamado Azazel, recaía la culpa de todos los pecados, se realizaba una ceremonia en la que el rabino, purificado y vestido de blanco ponía sus manos sobre la cabeza del animal, traspasando así la culpa del pueblo a éste, para luego llevarlo al desierto en calidad de emisario y ser abandonado allí, según algunas fuentes era además apedreado. De esta forma puede considerarse que el sacrificio elimina, borra y limpia el pecado.
Existe mucha controversia sobre el término Azazel aparecido en las escrituras, Levíticos 16:8-10, ya que no hay acuerdo sobre si el mismo es el nombre que se le daba al macho cabrío ofrendado, si representa la entrega del mismo a un ángel caído (o incluso al mismo Satán) o simplemente designaba el lugar a donde se enviaba el chivo, siendo asociado el desierto como lugar en el que vivían seres malignos como los demonios.
Lev 16:8 Luego echará suertes sobre los dos machos cabríos, una para Yahveh, y otra para Azazel.
Lev 16:9 Presentará el macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Yahveh» ofreciéndolo como sacrificio por el pecado.
Lev 16:10 El macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Azazel», lo colocará vivo delante de Yahveh para hacer sobre él la expiación y echarlo al desierto, para Azazel.
El Día de la Expiación (Yom Kippur) se celebra el décimo día mes Tishrei, es un día de gran solemnidad en el que se ayuna, no se trabaja y todo el pueblo confiesa sus pecados y se arrepiente por ellos, pidiendo perdón ante su Dios.
El origen de esta expresión lo encontramos en un ritual que practicaban los antiguos judíos para celebrar el Día de la Expiación. Consistía en elegir a dos machos cabríos (chivos) y mediante el azar designar a uno de los animales para sacrificarlo a Yahveh con todos los honores, con su sangre se rociaba el Propiciatorio (el arca de la alianza).
En cambio sobre el otro chivo, llamado Azazel, recaía la culpa de todos los pecados, se realizaba una ceremonia en la que el rabino, purificado y vestido de blanco ponía sus manos sobre la cabeza del animal, traspasando así la culpa del pueblo a éste, para luego llevarlo al desierto en calidad de emisario y ser abandonado allí, según algunas fuentes era además apedreado. De esta forma puede considerarse que el sacrificio elimina, borra y limpia el pecado.
Existe mucha controversia sobre el término Azazel aparecido en las escrituras, Levíticos 16:8-10, ya que no hay acuerdo sobre si el mismo es el nombre que se le daba al macho cabrío ofrendado, si representa la entrega del mismo a un ángel caído (o incluso al mismo Satán) o simplemente designaba el lugar a donde se enviaba el chivo, siendo asociado el desierto como lugar en el que vivían seres malignos como los demonios.
Lev 16:8 Luego echará suertes sobre los dos machos cabríos, una para Yahveh, y otra para Azazel.
Lev 16:9 Presentará el macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Yahveh» ofreciéndolo como sacrificio por el pecado.
Lev 16:10 El macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Azazel», lo colocará vivo delante de Yahveh para hacer sobre él la expiación y echarlo al desierto, para Azazel.
El Día de la Expiación (Yom Kippur) se celebra el décimo día mes Tishrei, es un día de gran solemnidad en el que se ayuna, no se trabaja y todo el pueblo confiesa sus pecados y se arrepiente por ellos, pidiendo perdón ante su Dios.