A un año del inicio de la revolución en Libia, milicias siembran el terror

Las bandas armadas se enfrentan en la calles y montan prisiones improvisadas, donde se dice que prolifera la tortura, el crimen y el terror: Allí nadie está seguro

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Trípoli (AP). Una milicia revolucionaria controla el aeropuerto. Otras dividen en feudos los vecindarios de la capital libia. Se enfrentan en la calles, aterrorizando a los residentes. Retienen a personas en prisiones improvisadas donde se dice que prolifera la tortura.

A un año del comienzo de la sublevación contra Muamar Gadafi cientos de milicias armadas ejercen verdaderamente el poder en el terreno y el gobierno que tomó el lugar del hombre fuerte del país es en buena parte impotente, incapaz de controlar a las milicias, reconstruir instituciones diezmadas o frenar la extendida corrupción.

Las milicias revolucionarias se consideran los héroes de Libia, los que sacaron a Gadafi del poder y quienes ahora son responsables de la seguridad en las calles porque la policía y el ejército no existen. Insisten en que no entregarán las armas a un gobierno que es demasiado débil, demasiado corrupto y, ellos temen, demasiado dispuesto a permitir que elementos de la vieja dictadura regresen a posiciones de poder.

“Estoy harto”, dijo el comandante de una milicia del pueblo de Zintan, ubicado en las montañas en el oeste, y que controla el aeropuerto de Tripoli. Al Mujtar al Ajdar considera que los políticos libios culpan injustamente a los rebeldes por el caos en el país pero no hacen nada por lograr un cambio real.

Ellos creen que los “revolucionarios ahora no tienen cabida en Libia”, agrega al-Ajdar, quien era propietario de una agencia de viajes en Zintan hasta que tomó las armas contra Gadafi y ahora viste uniforme militar. “Pagamos un precio muy alto por la revolución, no por un bendito asiento o autoridad, sino por libertades y derechos”.

UN PAÍS CUESTA ABAJO

Como resultado, Libia ha ido cuesta abajo, de ser un país donde todo el poder estaba en manos de un hombre, a uno que está divido en cientos de manos diferentes, cada una tomando sus propias decisiones. El Consejo Nacional de Transición, que oficialmente gobierna al país, batalla para incorporar a las milicias al ejército y la policía, mientras trata de poner de pie la economía y dar nueva forma a las oficinas del gobierno, tribunales y otras instituciones hundidas bajo el gobierno de Gadafi.

En una señal de la falta de control, el ministro de Hacienda, Hassan Zaklam, admitió que millones de dólares de activos de la familia Gadafi devueltos a Libia por los países europeos -una fuente clave de ingresos- otra vez salieron de Libia, robados por funcionarios corruptos y en contrabando en maletas a través de los puertos.
Zaklam amenazó con renunciar si el gobierno no impone control sobre los puertos o deja de liberar los recursos financieros. “No puedo ser un payaso”, declaró.

Por otra parte, las milicias son acusadas de actuar como vigilantes y bandas armadas enganchadas en disputas territoriales y que toman la ley en sus propias manos. Muchos controlan prisiones privadas, detienen a delincuentes, presuntos integrantes del antiguo régimen o a personas que simplemente están en conflicto con los rebeldes.

MILICIAS DEL TERROR
Las milicias surgieron durante la guerra civil de ocho meses contra Gadafi el año pasado. Poco después de que comenzaron las protestas contra el régimen el 17 de febrero de 2011, Bengasi, la segunda ciudad del país y la mitad del este Libia rechazaron el gobierno central.

Respaldados por bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), los rebeldes entraron en Trípoli en febrero y expulsaron a Gadafi.

Entonces los rebeldes se enfrentaron cuerpo a cuerpo con las fuerzas del régimen, lo que culminó en la captura y asesinato del dictador en octubre a manos de milicianos en Misrata, una ciudad al este de la capital libia que sufrió uno de los más sangrientos estados de sitio de la guerra civil.

Desde entonces, los rebeldes tomaron el control de Trípoli y otras ciudades colocando retenes en los accesos. Y aunque hay algunos esfuerzos entre ellos para cooperar, con frecuencia surgen disputas por por personal o familiares de rebeldes que fueron detenidos por otra milicia. Entonces sacan las armas y comienzan los disparos. Por lo general no hay bajas, pero las batallas aterrorizan a los ciudadanos.
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