Tráfico humano en la frontera
Un estudio del Ministerio de Trabajo explica que los traficantes de indocumentados operan entre los agentes del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza
El 64% de los obreros haitianos tenía algún familiar en el país antes de venir.
A pesar de la existencia de un Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront), que despliega 450 efectivos en Pedernales, Jimaní, Elías Piña y Dajabón, y de la reciente puesta en vigencia del reglamento de la Ley de Migración, visibles estructuras mafiosas mantienen el control de la entrada ilegal de haitianos al país.En el estudio “Inmigrantes Haitianos y Mercado Laboral”, el Ministerio de Trabajo explica que mientras el Cesfront detiene anualmente entre 45,000 y 55,800 indocumentados en la frontera, en el sector de la construcción del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y Santiago, seis de cada 10 obreros haitianos no cuentan con los documentos de registro emitidos por el gobierno local, lo que representa el 60% de la totalidad.
“El carácter transnacional o transfronterizo refiere a grupos relativamente organizados con redes de vinculación, que funcionan a ambos lados de la frontera dominico-haitiana, aunque existe una especie de división nacional de labores mediante la cual operan en sus respectivos espacios”, indica el reporte, donde se resalta que los traficantes de personas pueden cobrar entre RD$1,500 y RD$5,000 por caso. El monto varía según la provincia de entrada y el destino final del migrante.
En las mafias sobresale la figura de “guardar haitianos”, definida como el acto de alquilar viviendas, fincas u otros locales para esconder a los hombres y mujeres que, en un 82.4%, proceden de los departamentos Artibonite, Norte, Centro, Oeste y Sur de Haití.
En provincias como Dajabón y Elías Piña el “buscón” es quien hace el contacto inicial con las personas que están dispuestas a pagar para adentrarse a República Dominicana sin cumplir con los debidos requerimientos legales. La mafia, señala el estudio, aprovecha el flujo de miles de comerciantes de los mercados binacionales para llenar casas completas con indocumentados.
Después de “guardar” la persona-producto, el transporte hacia el interior de la República se efectúa en horas de la noche, en motores, yipetas, autobuses, microbuses, camiones, furgones y volquetas.
En referencia a otra etapa del proceso de tráfico de gente, los resultados de la investigación, llevada a cabo por Frank Báez Evertsz, Wilfredo Lozano López, Jesús Díaz Segura y Rafael Durán Rodríguez, indican que estas actividades “requieren de coordinaciones y complicidades de diversos sectores sociales en base a retribuciones. En esto se destaca el tradicional peaje –prebenda- cobrado por autoridades militares en numerosos chequeos existentes en las rutas geográficas”.
Los investigadores entienden que la migración irregular del oeste del país sólo puede explicarse a partir de la lógica de funcionamiento de redes delictivas, y de “los fabulosos montos de dinero” que generan con el tráfico de haitianos.
Indicios en la construcción
Los trabajos de construcción en Santiago y el Gran Santo Domingo revelan detalles del flujo migratorio ilegal que se inicia en Pedernales, Dajabón, Elías Piña e Independencia, como un secreto a voces que fluye entre residentes y autoridades. En este sector de la economía el 53% de los obreros contratados al momento de ejecutarse el estudio “Inmigrantes Haitianos y Mercado Laboral” tenían su procedencia en diferentes departamentos de Haití.
Cuando se les aplicó la encuesta sectorial el 59.6% reveló que, al entrar al territorio dominicano, pasó por algún tipo de chequeo oficial. Pero otro 34.6% admitió que había llegado por “otra ruta”, “obviamente clandestina”.
La “otra ruta” a la que el documento refiere no es otra cosa que la famosa “porosidad” de la frontera dominico-haitiana, a la que los investigadores contratados por el Ministerio de Trabajo definen como “una mezcla inexplicable de ineficacia de los controles estatales, redes del tráfico y corrupción”.
Disminuye la entrada formal por la frontera
Los registros de la Oficina Nacional de Estadística indican que en los años recientes la entrada formal de extranjeros por la frontera se ha mantenido en descenso. Del 2007 al 2009, por ejemplo, pasó de 78,458 a 57,917, lo que significa una reducción de 26%. Los puntos de entrada se ubican en Elías Piña, Dajabón, Jimaní y Pedernales.
La tendencia se interrumpió en los primeros cuatro meses de 2010, como resultado del terremoto que asoló Haití, y generó flujos migratorios irregulares hacia ambos lados de la isla. En el citado año, las entradas por Jimaní alcanzaron los 37,889 entre enero y abril, cuando en todo el 2009 había sido de 30,469.
/Fuente: El Caribe/
El 64% de los obreros haitianos tenía algún familiar en el país antes de venir.
A pesar de la existencia de un Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza Terrestre (Cesfront), que despliega 450 efectivos en Pedernales, Jimaní, Elías Piña y Dajabón, y de la reciente puesta en vigencia del reglamento de la Ley de Migración, visibles estructuras mafiosas mantienen el control de la entrada ilegal de haitianos al país.En el estudio “Inmigrantes Haitianos y Mercado Laboral”, el Ministerio de Trabajo explica que mientras el Cesfront detiene anualmente entre 45,000 y 55,800 indocumentados en la frontera, en el sector de la construcción del Distrito Nacional, la provincia Santo Domingo y Santiago, seis de cada 10 obreros haitianos no cuentan con los documentos de registro emitidos por el gobierno local, lo que representa el 60% de la totalidad.
“El carácter transnacional o transfronterizo refiere a grupos relativamente organizados con redes de vinculación, que funcionan a ambos lados de la frontera dominico-haitiana, aunque existe una especie de división nacional de labores mediante la cual operan en sus respectivos espacios”, indica el reporte, donde se resalta que los traficantes de personas pueden cobrar entre RD$1,500 y RD$5,000 por caso. El monto varía según la provincia de entrada y el destino final del migrante.
En las mafias sobresale la figura de “guardar haitianos”, definida como el acto de alquilar viviendas, fincas u otros locales para esconder a los hombres y mujeres que, en un 82.4%, proceden de los departamentos Artibonite, Norte, Centro, Oeste y Sur de Haití.
En provincias como Dajabón y Elías Piña el “buscón” es quien hace el contacto inicial con las personas que están dispuestas a pagar para adentrarse a República Dominicana sin cumplir con los debidos requerimientos legales. La mafia, señala el estudio, aprovecha el flujo de miles de comerciantes de los mercados binacionales para llenar casas completas con indocumentados.
Después de “guardar” la persona-producto, el transporte hacia el interior de la República se efectúa en horas de la noche, en motores, yipetas, autobuses, microbuses, camiones, furgones y volquetas.
En referencia a otra etapa del proceso de tráfico de gente, los resultados de la investigación, llevada a cabo por Frank Báez Evertsz, Wilfredo Lozano López, Jesús Díaz Segura y Rafael Durán Rodríguez, indican que estas actividades “requieren de coordinaciones y complicidades de diversos sectores sociales en base a retribuciones. En esto se destaca el tradicional peaje –prebenda- cobrado por autoridades militares en numerosos chequeos existentes en las rutas geográficas”.
Los investigadores entienden que la migración irregular del oeste del país sólo puede explicarse a partir de la lógica de funcionamiento de redes delictivas, y de “los fabulosos montos de dinero” que generan con el tráfico de haitianos.
Indicios en la construcción
Los trabajos de construcción en Santiago y el Gran Santo Domingo revelan detalles del flujo migratorio ilegal que se inicia en Pedernales, Dajabón, Elías Piña e Independencia, como un secreto a voces que fluye entre residentes y autoridades. En este sector de la economía el 53% de los obreros contratados al momento de ejecutarse el estudio “Inmigrantes Haitianos y Mercado Laboral” tenían su procedencia en diferentes departamentos de Haití.
Cuando se les aplicó la encuesta sectorial el 59.6% reveló que, al entrar al territorio dominicano, pasó por algún tipo de chequeo oficial. Pero otro 34.6% admitió que había llegado por “otra ruta”, “obviamente clandestina”.
La “otra ruta” a la que el documento refiere no es otra cosa que la famosa “porosidad” de la frontera dominico-haitiana, a la que los investigadores contratados por el Ministerio de Trabajo definen como “una mezcla inexplicable de ineficacia de los controles estatales, redes del tráfico y corrupción”.
Disminuye la entrada formal por la frontera
Los registros de la Oficina Nacional de Estadística indican que en los años recientes la entrada formal de extranjeros por la frontera se ha mantenido en descenso. Del 2007 al 2009, por ejemplo, pasó de 78,458 a 57,917, lo que significa una reducción de 26%. Los puntos de entrada se ubican en Elías Piña, Dajabón, Jimaní y Pedernales.
La tendencia se interrumpió en los primeros cuatro meses de 2010, como resultado del terremoto que asoló Haití, y generó flujos migratorios irregulares hacia ambos lados de la isla. En el citado año, las entradas por Jimaní alcanzaron los 37,889 entre enero y abril, cuando en todo el 2009 había sido de 30,469.
/Fuente: El Caribe/