OTRO PARCHE PARA EL PAIS
Por: Balbueno Medina
Los intereses particulares y la poca responsabilidad que quienes conducen los diferentes estamentos de la sociedad dominicana, se manejan frente a los problemas que se le presentan al país, nos ha llevado a vivir en la denominada era de los parches.
Resulta preocupante que quienes lideran nuestra sociedad no sean capaces de ponerse de acuerdo frente a conflictos tan pocos significativos como el de la Junta Central Electoral y otros a los que se les ha buscado parches, en desmedro del presupuesto nacional y de la propia imagen de la institucionalidad de nuestro país.
Esta falta de carácter y responsabilidad, a la hora de tomar las decisiones que necesita el pueblo dominicano para poder avanzar hacia otros estadios de desarrollo y progreso, nos han hecho mucho daño como nación y por esa razón vemos como de manera insistente algunos sectores de la vida nacional se han pronunciado a favor de que se adopten medidas definitivas que le permitan al país no continuar empantanado.
La mayoría de los parches que quienes nos gobiernan y han gobernado han tenido que tomar, se deben fundamentalmente al clientelismo reinante en nuestra nación, el cual no ha podido ser erradicado desde la conducción del Estado por más que los políticos en tiempos de campaña se muestren opuestos a esa modalidad de atraer adeptos con las facilidades que les otorga el poder.
La falta de un compromiso serio de nación por parte de la clase política, ha impedido que el Estado dominicano funcione con la institucionalidad que debe operar y por eso es que cada vez que se le presenta un conflicto o problema administrativo, se tiende a buscar una solución a medias o lo que ya se le conoce como parche.
Es por esa razón que en el Estado dominicano tenemos varias instituciones que ostentando diferentes nombres hacen lo mismo y por no tomar las medidas que aconsejan las responsabilidades administrativas y la ética pública, se mantienen por el clientelismo y porque hay quienes prefieren ser cabezas de Ratón y no cola de León.
Lo mismo ha ocurrido con las medidas de carácter económico que necesita la República Dominicana para robustecer su aparato productivo y echar un salto a la institucionalidad que tanto necesita, y cada vez que se presenta una coyuntura, no se toman las decisiones globales que permitan una solución definitiva a nuestros males, sino que también se ponen los parches para calmar el dolor de manera momentánea.
En fin, la República Dominicana, tiene que en algún momento dejar de ser el paciente, que debido a todas las curitas que presenta, no podrá en un momento determinado moverse por ninguna parte, sencillamente porque padecerá de dolor o seguirá botando pus, si los médicos que le atienden no le administran un medicamento definitivo.
De manera, que lo que ha ocurrido en la Junta Central Electoral, con el acuerdo suscrito entre Leonel Fernández Reyna y Miguel Vargas Maldonado, no deja de ser otro parche que se agrega a los tantos que se le han puesto a la sociedad dominicano, en momentos coyunturales para calmar el dolor del momento, pero que no significa la cura del mismo, sino su posposición.
Los intereses particulares y la poca responsabilidad que quienes conducen los diferentes estamentos de la sociedad dominicana, se manejan frente a los problemas que se le presentan al país, nos ha llevado a vivir en la denominada era de los parches.
Resulta preocupante que quienes lideran nuestra sociedad no sean capaces de ponerse de acuerdo frente a conflictos tan pocos significativos como el de la Junta Central Electoral y otros a los que se les ha buscado parches, en desmedro del presupuesto nacional y de la propia imagen de la institucionalidad de nuestro país.
Esta falta de carácter y responsabilidad, a la hora de tomar las decisiones que necesita el pueblo dominicano para poder avanzar hacia otros estadios de desarrollo y progreso, nos han hecho mucho daño como nación y por esa razón vemos como de manera insistente algunos sectores de la vida nacional se han pronunciado a favor de que se adopten medidas definitivas que le permitan al país no continuar empantanado.
La mayoría de los parches que quienes nos gobiernan y han gobernado han tenido que tomar, se deben fundamentalmente al clientelismo reinante en nuestra nación, el cual no ha podido ser erradicado desde la conducción del Estado por más que los políticos en tiempos de campaña se muestren opuestos a esa modalidad de atraer adeptos con las facilidades que les otorga el poder.
La falta de un compromiso serio de nación por parte de la clase política, ha impedido que el Estado dominicano funcione con la institucionalidad que debe operar y por eso es que cada vez que se le presenta un conflicto o problema administrativo, se tiende a buscar una solución a medias o lo que ya se le conoce como parche.
Es por esa razón que en el Estado dominicano tenemos varias instituciones que ostentando diferentes nombres hacen lo mismo y por no tomar las medidas que aconsejan las responsabilidades administrativas y la ética pública, se mantienen por el clientelismo y porque hay quienes prefieren ser cabezas de Ratón y no cola de León.
Lo mismo ha ocurrido con las medidas de carácter económico que necesita la República Dominicana para robustecer su aparato productivo y echar un salto a la institucionalidad que tanto necesita, y cada vez que se presenta una coyuntura, no se toman las decisiones globales que permitan una solución definitiva a nuestros males, sino que también se ponen los parches para calmar el dolor de manera momentánea.
En fin, la República Dominicana, tiene que en algún momento dejar de ser el paciente, que debido a todas las curitas que presenta, no podrá en un momento determinado moverse por ninguna parte, sencillamente porque padecerá de dolor o seguirá botando pus, si los médicos que le atienden no le administran un medicamento definitivo.
De manera, que lo que ha ocurrido en la Junta Central Electoral, con el acuerdo suscrito entre Leonel Fernández Reyna y Miguel Vargas Maldonado, no deja de ser otro parche que se agrega a los tantos que se le han puesto a la sociedad dominicano, en momentos coyunturales para calmar el dolor del momento, pero que no significa la cura del mismo, sino su posposición.