Los destapes más escandalosos del Festival de Viña


/Fuente: El Mercurio de Argentina/

El Bolocazo, el toples de Luciana Salazar, la irrupción de Pilar Ruiz Dufay, los osados bailes de las candidatas a reinas. Recuérdelos, a días de que empiece una nueva versión del evento musico-farandulero por excelencia.

Los destapes al límite de lo eróticamente aceptable ya son parte del folclor del Festival de Viña. Guste o no guste a los organizadores, el evento perdió hace rato su carácter netamente musical. Lo que pasa fuera de la Quinta Vergara

captura la atención incluso más que lo artístico.

Se asegura que cuando Kenita Larraín fue coronada Reina del Festival en 2003, en ese tiempo como polola de Iván Zamorano, comenzaron los shows estilo Lucas Bar de Plaza Italia para abajo.

No lo creo. El fenómeno partió antes, con el “Bolocazo”. La foto del año 2000, que registró el momento en que Celia Bolocco hizo un gimnástico paso de baile sobre la concha acústica, como de movimiento de tijera, con una patita en el suelo y la otra en el aire, sin dejar nada a la imaginación, marcó un antes y un después.

Desde entonces empezó una carrera entre vedettes, modelos desconocidas y pololas ocasionales de futbolistas: todas querían impactar tanto o más que nuestra Miss Universo. El caso más patético lo protagonizó Marlen Olivari, que como jurado de la competencia, mostró a propósito su prodigiosa delantera para las cámaras (2007).

En la versión de 2008 fue cuando se tocó fondo, a juicio de la alcaldesa de la Ciudad Jardín, Virginia Reginato. Las candidatas a Reina del Festival protagonizaron destapes a todo nivel y en el denominado “minuto feliz”, cuando las postulantes bailan para los medios en los salones del Hotel O’Higgins, sólo faltaron las piscolas para que el ambiente pareciera un nigth club. Lo digo como sacrificado reportero y testigo de aquel show.

Para peor, la reina electa, la bellísima colombiana Pilar Ruiz Dufay, era despedazada por haber trabajado en el Platinium (cabe consignar que fue la que mejor bailó en ese “minuto feliz”, como lo atestiguan las fotos de más abajo). Además, la PDI llegó al certamen para investigar una denuncia sobre trata de blancas. Se interrogó a la reina Dufay y a su manager. Aunque se descartó alguna irregularidad, de todas formas la imagen del Festival quedó trasquilada.

Pero el destape más recordado de todos es el de la vedette Luciana Salazar (2005). “Huracán Luly” apenas pisó tierra viñamarina, buscó una piscina, seguida de decenas de fotógrafos con la boca abierta, y ya en el agua se sacó con elegancia un diminuto bikini. Con eso le bastó para ser reina de Viña.

Y aunque la alcaldesa Reginato ha hecho gestiones para darle más glamour a los eventos anexos del Festival, exigiendo que los protagonistas de éstos estén relacionados con el certamen, no lo ha logrado. Quizás este año tenga mejor suerte…
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