Las calles de Tamayo
Por: Lito Santana
Columnista
El inicio de los trabajos de pavimentación de las calles de Tamayo ha “caído como una misa de salud para ese municipio”. Desde la pesadilla vivida con la inundación del río Yaque del Sur, tras el paso del huracán Georges en el 1998, Tamayo vivía en una eterna desolación.
El pueblito se veía gris de manera permanente y aunque el Gobierno de la época hizo lo que tenía que hacer, no había forma de recuperar el colorido tradicional de las casas, pues, a pesar de que las autoridades también pintaron las viviendas tras rescatarlas de millones de toneladas de lodo, el polvo que quedó en las calles destruidas era aterrador.
Desde ese tiempo se necesitaba una mano amiga que acuda en su auxilio. Y ahora lo ordenó el presidente de la República, doctor Leonel Fernández.
De hecho, el primer mandatario en varias ocasiones le había prometido al periodista Osvaldo Santana, director general de Multimedios del Caribe, presidente de la Fundación Sur Profundo y tamayero a tiempo completo, que reconstruiría las calles de Tamayo antes de salir del Gobierno el próximo 16 de agosto.
Cumplimiento
La promesa de Fernández se ha hecho una realidad y aunque es un clamor popular, pues todas las organizaciones religiosas, culturales, sociales, laborales y profesionales de la comunidad lo reclamaban, su cumplimiento llegó en el mejor momento. En plenos días de la Cuaresma, y cuando el polvo en el Sur causa estragos, sobre todo en Tamayo, llegaron las maquinarias y el personal responsable de cumplir con la ordenanza presidencial.
Previo al inicio de estos trabajos visitó el municipio el ingeniero Luis Sifres, encargado de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, que en compañía de Osvaldo Santana, reunió parte de las principales autoridades de la provincia Bahoruco, para revelar un interesante plan de asfaltado de calles y carreteras que se extenderá desde Tamayo hasta el municipio de Jimaní. Tamayo está de fiesta y celebra con razón esta iniciativa de las autoridades, pues esta acción era más que necesaria.
Columnista
El inicio de los trabajos de pavimentación de las calles de Tamayo ha “caído como una misa de salud para ese municipio”. Desde la pesadilla vivida con la inundación del río Yaque del Sur, tras el paso del huracán Georges en el 1998, Tamayo vivía en una eterna desolación.
El pueblito se veía gris de manera permanente y aunque el Gobierno de la época hizo lo que tenía que hacer, no había forma de recuperar el colorido tradicional de las casas, pues, a pesar de que las autoridades también pintaron las viviendas tras rescatarlas de millones de toneladas de lodo, el polvo que quedó en las calles destruidas era aterrador.
Desde ese tiempo se necesitaba una mano amiga que acuda en su auxilio. Y ahora lo ordenó el presidente de la República, doctor Leonel Fernández.
De hecho, el primer mandatario en varias ocasiones le había prometido al periodista Osvaldo Santana, director general de Multimedios del Caribe, presidente de la Fundación Sur Profundo y tamayero a tiempo completo, que reconstruiría las calles de Tamayo antes de salir del Gobierno el próximo 16 de agosto.
Cumplimiento
La promesa de Fernández se ha hecho una realidad y aunque es un clamor popular, pues todas las organizaciones religiosas, culturales, sociales, laborales y profesionales de la comunidad lo reclamaban, su cumplimiento llegó en el mejor momento. En plenos días de la Cuaresma, y cuando el polvo en el Sur causa estragos, sobre todo en Tamayo, llegaron las maquinarias y el personal responsable de cumplir con la ordenanza presidencial.
Previo al inicio de estos trabajos visitó el municipio el ingeniero Luis Sifres, encargado de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, que en compañía de Osvaldo Santana, reunió parte de las principales autoridades de la provincia Bahoruco, para revelar un interesante plan de asfaltado de calles y carreteras que se extenderá desde Tamayo hasta el municipio de Jimaní. Tamayo está de fiesta y celebra con razón esta iniciativa de las autoridades, pues esta acción era más que necesaria.