Habría que estar loco o muy desesperado para irse en yola a Puerto Rico
Por Alejandro Santana
Al parecer la tragedia de la semana pasado que enlutó a la familia dominicana y que nos avergonzó ante el mundo, al dejar al descubierto nuestra realidad, de país muy pobre y sin oportunidad para alcanzar metas, no atemorizó a ese segmento poblacional que ha perdido la fe.
Esto así porque luego de haber presenciado como tantos hermanos pierden la vida montándose en una frágil yola para tratar de alcanzar llegar a Puerto Rico, es algo que debió ponernos a pensar en que hacer para cambiar las expectativas de vida de un gran conglomerado que no tiene esperanzas.
Y si criticamos a esos hermanos carentes de fe en nuestro sistema político y económico, con más fuerza debemos criticar a nuestras autoridades que con su visión equivocada del modernismo, nos han hundido en la mas perversa pobreza.
Aunque se diga que el modernismo y los avances de un pueblo deben comenzar por sus infraestructuras, no es menos cierto que también es imperioso las inversiones en la gente.
Y no basta que se hayan decretado muchas instancias sociales para supuestamente acudir en ayuda de los pobres, si al fin la experiencia dice que no funcionan y que un gran segmento poblacional(los pobres), siguen careciendo de servicios y carencias económicas que no logran suplir en su terruño sus expectativas de vida.
Entiendo que gobiernos de visión, primero deben centrarse en la manera de ver como satisfacer las necesidades y expectativas de los de abajo, los que no tienen la oportunidad de ser pariente de un gran funcionario, o por lo menos amigo.
Pero la realidad, indica a grandes rasgos que a nuestros gobernantes, en nada importa combatir el estado de pobreza de tantos dominicanos que terminan diseccionados y desesperados y se montan en un ataúd (yola) para aventurarse mar adentro en busca de oportunidades que aquí no tienen.
Y cuando decimos que habría que estar locos para meterse en un trasporte de la muerte, es comprensible, porque las carencias y la falta de fe, genera locura y hasta irracionalidad.
Aunque a las autoridades, la muerte de esa cantidad de dominicanos tratando correr de la situación que los envuelve, no los llene de vergüenza, a verdaderos dominicanos si nos llena de vergüenza.
Y nos llena porque desde un treinta de mayo cuando valientes ciudadanos acabaron con la tiranía de Trujillo, lucharon contra el gobierno de Balaguer, y nos fuimos a una guerra civil, fue con el objetivo de que la suerte de cada uno de nosotros fuera diferentes, pero la realidad es otra.
Y de cara a esa realidad es que existen dominicanos que se están haciendo la siguiente pregunta,”es que tenemos nuevamente que empuñar las armas para cambiar el estado de cosas, de injusticia, de privilegios, de carencia e insatisfacciones en que vivimos los pobres”.
Al parecer la tragedia de la semana pasado que enlutó a la familia dominicana y que nos avergonzó ante el mundo, al dejar al descubierto nuestra realidad, de país muy pobre y sin oportunidad para alcanzar metas, no atemorizó a ese segmento poblacional que ha perdido la fe.
Esto así porque luego de haber presenciado como tantos hermanos pierden la vida montándose en una frágil yola para tratar de alcanzar llegar a Puerto Rico, es algo que debió ponernos a pensar en que hacer para cambiar las expectativas de vida de un gran conglomerado que no tiene esperanzas.
Y si criticamos a esos hermanos carentes de fe en nuestro sistema político y económico, con más fuerza debemos criticar a nuestras autoridades que con su visión equivocada del modernismo, nos han hundido en la mas perversa pobreza.
Aunque se diga que el modernismo y los avances de un pueblo deben comenzar por sus infraestructuras, no es menos cierto que también es imperioso las inversiones en la gente.
Y no basta que se hayan decretado muchas instancias sociales para supuestamente acudir en ayuda de los pobres, si al fin la experiencia dice que no funcionan y que un gran segmento poblacional(los pobres), siguen careciendo de servicios y carencias económicas que no logran suplir en su terruño sus expectativas de vida.
Entiendo que gobiernos de visión, primero deben centrarse en la manera de ver como satisfacer las necesidades y expectativas de los de abajo, los que no tienen la oportunidad de ser pariente de un gran funcionario, o por lo menos amigo.
Pero la realidad, indica a grandes rasgos que a nuestros gobernantes, en nada importa combatir el estado de pobreza de tantos dominicanos que terminan diseccionados y desesperados y se montan en un ataúd (yola) para aventurarse mar adentro en busca de oportunidades que aquí no tienen.
Y cuando decimos que habría que estar locos para meterse en un trasporte de la muerte, es comprensible, porque las carencias y la falta de fe, genera locura y hasta irracionalidad.
Aunque a las autoridades, la muerte de esa cantidad de dominicanos tratando correr de la situación que los envuelve, no los llene de vergüenza, a verdaderos dominicanos si nos llena de vergüenza.
Y nos llena porque desde un treinta de mayo cuando valientes ciudadanos acabaron con la tiranía de Trujillo, lucharon contra el gobierno de Balaguer, y nos fuimos a una guerra civil, fue con el objetivo de que la suerte de cada uno de nosotros fuera diferentes, pero la realidad es otra.
Y de cara a esa realidad es que existen dominicanos que se están haciendo la siguiente pregunta,”es que tenemos nuevamente que empuñar las armas para cambiar el estado de cosas, de injusticia, de privilegios, de carencia e insatisfacciones en que vivimos los pobres”.