El inolvidable Temístocles Metz

Solo los grandes hombres, solo los que cumplen un papel provechoso en la vida, son recordados en actos públicos mucho tiempo después.

SAN CRISTOBAL.- Para que quede en la memoria de los jóvenes sancristobalenses y llegue a las nuevas generaciones, voy a ofrecer datos variados sobre la vida de Temístocles Metz (Temo), algunos de los cuales evidencian su origen humilde.

Nació en 1945 en Escalante, un paraje de Castañuelas, provincia de Montecristi. Temo (eso quiero que lo sepan bien sus hijos, su esposa y su amigos) no debió llamarse Temístocles Metz, sino Temístocles Estévez Metz.

Y voy a explicar por qué:

Su padre fue Manuel de Jesús Estévez y su madre María Dolores Metz Sánchez. Ellos eran casados y por tanto a Temo le correspondía como primer apellido, el de su padre.

La muerte a principio de la década del 50 del papá obligó a la mamá a buscar nuevos rumbos, dado que tenía otros tres hijos que mantener. Fue así como en 1952 la viuda se trasladó a San Cristóbal a donde su tía Ursula Sánchez, quien vivía en la calle General Leger, a corta distancia del antiguo mercado público de San Cristóbal de la calle Padre Ayala.

El primero que vino con ella, muy pequeñito, fue Temo. Una tía lo llevó a sacarle acta de nacimiento y lo declaró, por error, como Temístocles Metz en vez de Temístocles Estévez.

Al poco tiempo de estar en San Cristóbal, la señora Metz fue ayudada por doña Cristiana Zayas –quien era secretaria en la oficina de la Secretaría de Educación- a conseguir un puesto de conserje en la misma.

Con ese trabajo y lo que conseguía lavando a los guardias de la armería, pronto instaló casa propia en el mismo sector y trajo a sus otros hijos: Sócrates, Yolanda y Euríspides (Pipe).

Saben ustedes cuál es el apodo original de la madre, que está viva: Loló. Así se le recuerda todavía en el pueblo arriba de San Cristóbal. Pero en ella ha sobrevivido otro apodo: La viuda.

PRIMEROS TRABAJOS

En su niñez –y para ayudar a su madre en esa etapa de pobreza- Temo vendió maní, arepa y billetes y fue limpiabotas, al tiempo que cursaba estudios primarios en la escuela pública de San Cristóbal.

Un punto ignorado por la mayoría de los que le conocieron, es que el primer empleo formal de Temo –ya muchachón- fue el de maestro en una escuela primaria en el paraje Los Hoyos, de Niza.

Pero poco tiempo después consiguió, gracias a Sócrates Barinas Coiscou, un puesto de mensajero en el Palacio de Justicia. Ahí hizo carrera hasta convertirse en secretario: primero de la fiscalía y luego del juzgado de primera instancia.

Quien escribe, lo conoció a principio de la década del 60 en el viejo estadio municipal de San Cristóbal como jugador de beisbol de pequeñas ligas y juvenil. En ese parque de nuestros recuerdos, Temo era una de las figuras pintorescas en toda la década del 70, ya que siempre estaba en el terreno como fanático discutiendo, comentando y moviéndose.

No puedo establecer ahorra quien era más frecuente en el play: si él o Boché Guerrero, Guiro o Juan Tejeda (El Pinto). Habría que tirar una moneda hacia arriba para decidir.

Pero donde lo traté de cerca fue en el Palacio de Justicia cuando era secretario del fiscal y yo iba a buscar noticias como un novel corresponsal de El Caribe después de la revolución de 1965 y hasta 1968.

FACETAS

Cuando me llamaron a trabajar en la redacción de El Caribe en Santo Domingo, a finales de 1968, él me pidió que lo recomendara para ser corresponsal en San Cristóbal, cosa que hice muy gustoso. Se inicio así su carrera periodística.

Podría escribir largo sobre Temo y sus anécdotas, costumbres e incidencias. Para ser corto voy a resumir algunos de los aspectos más coloridos:

Voz ronca y fuerte, que se oía a lejos. Iba a todos los viajes del béisbol, aun fuese en camiones de volteo, y a todos los juegos. Conocía los más sobresalientes peloteros amateur del país. En una ocasión fue manager del equipo superior de béisbol amateur de SC, pero no fue un jugador destacado.

Conocía a todos los abogados de SC y de SD. Manejaba una cartera pesada, llena de billetes de todos los calibres. Le gustaban muchísimo las mujeres y era conquistador discreto. Escribía a maquinilla con dos dedos, pero rapidísimo.

Poseía una de las mentes más despiertas que he conocido. Estaba al tanto de todo lo que ocurría en el país en todos los órdenes. Gustaba de comer bien y en una época era aficionado al filete “picao” del restaurant de Estrella, frente al parque central de SC.

Siempre estaba pendiente en materia económica de su madre y su familia. Era un hombre de derecha en materia política y eso le hizo simpatizar con Balaguer. A mediados de la década del 70 comenzó a ser redactor deportivo en Ultima Hora e inició una trayectoria en la que fue subsecretario y Secretario de Deportes.

josepimentelmunoz@hotmail.com


(Fot o: Los hijos de Temístocles Metz, su viuda Minerva Muñoz y su
madre, María Dolores Metz Sánchez)

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