Cuando se acallan las voces que no hacen coro. A Dolores, a sus 84 años de sacrificios y alegrías

Felipe Ciprián, periodista. ciprianfn@hotmail.com

Cuando un gobierno complace a los periodistas y dueños de medios de comunicación que están dispuestos a que “los tomen en cuenta”, por un lado, y por el otro le suelta una jauría de lobos a todo el que hace un periodismo apegado a la verdad incluso sin llegar a la crítica, afila un arma que tanto puede cortar el galillo de sus críticos, como su capacidad auditiva.

Cuando todo se cubre con la propaganda, se silencia la verdad y se acallan las críticas por todos lados, el gobierno se queda sin formas de saber la verdad acerca de situaciones que sorprenden por su sencillez de solución en un país que gasta tanto dinero –fondos que obtiene principalmente mediante préstamos- para concentrar obras en Santo Domingo.

Peor aun, si alguien rompe el esquema y logra crear un mínimo estado de opinión pública acerca de algún escándalo de un funcionario, nadie en el gobierno se interesa por esa “denuncia” y a lo sumo se le invita a que “proceda ante la justicia”, como si el ciudadano ya hubiese conquistado el poder de influir en la justicia que ahora tienen en su mano un grupo selecto de los políticos y algunas corporaciones.

Si alguien con poder de decisión supiera que en cualquier paraje de San Cristóbal los negociantes intermediarios compran la naranja dulce a un peso la unidad y luego la venden en el mercado de la ciudad, a tres pesos cada una, es muy probable que de alguna forma buscara reconstruir las carreteras y puentes que faltan para que el productor pueda sacar sus frutos a la ciudad y venderlos a dos pesos.

En un negocio así, el productor recuperaría casi un peso y el consumidor se ahorraría otro peso. En un escenario como éste, el agricultor se anima a producir y el consumidor puede comprar más.

Si alguien con un poco de respeto por el pueblo supiera que en Monte Negro, Rancho Arriba, miles de aguacates de gran tamaño y calidad estaban a la pérdida en diciembre en la finca de los hermanos López Mordán porque nadie quería pagar más de cinco pesos por unidad, fruta que no hay quien la consiga en un mercado de Baní o de Bonao por menos de 25 pesos, creo que no dudaría en reclamar que se reconstruya ya –con todos sus puentes- la carretera Cruce de Ocoa-San José de Ocoa-Piedra Blanca, para dinamizar una amplia zona productora de vegetales, café, leguminosas, agua para la electricidad y el acueducto de Santo Domingo, a la vez que comunicaría por tierra las dos regiones de mayor producción agropecuaria del país.

Pero no hay forma de saberlo porque no hay un clima que haga posible poner a funcionar un estado de opinión pública acerca de las cuestiones trascendentes, sino en torno al clientelismo, al transfuguismo, al monopolio de la acción política para que los oprimidos no puedan crear espacios éticos y los funcionarios al más alto nivel no pierdan sus privilegios en el Estado.

Supongo que eso no se toma en cuenta porque todos esos productos se pueden importar y el “cartel de los importadores” de alimentos que se producen mejor aquí nunca va a renunciar a un privilegio que comparten muy gustosamente con los funcionarios que se prestan a hundir al país en el que juraron “cumplir y hacer cumplir la ley y la Constitución” el día que pasaron de políticos a funcionarios-político-económicos.

La gran pregunta que siempre me hago –y hasta hoy no he hallado respuesta- es ¿qué van a hacer las personas que hoy se benefician de una prensa silenciada por los compromisos económicos cuando vean sus intereses en peligro por la irrupción de una fuerza totalitaria o una insubordinación masiva de los que no aguantan más, como se manifiestan ahora en Estados Unidos y Europa?

¿A qué medios van a apelar si los han convertido todos en “lobby” para hacer negocios sin importar la defensa de los derechos ciudadanos, del respeto a las reglas de juego y hasta las más elementales normas de la convivencia civilizada?

Pero si ninguno de los que gobiernan o participan en este tipo de tratativas anti-sociales es el muerto… “que siga el entierro” que lo que para el gobierno puede parecer un silencio que invita a dormir siesta, para el pueblo puede ser, a su tiempo, una alborada.
Ese es mi entusiasmo.
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