Crímenes en la frontera quedan en la impunidad
LOS ARROYOS, Pedernales.- En busca del lugar donde salía el humo de la espesura del bosque, Juanico Ramírez, escopeta en mano, se internó en la sierra donde al día siguiente su cadáver, descuartizado y decapitado, fue hallado a orilla de una cañada.El centinela forestal fue muerto a machetazos al lado de una carbonera el 12 de enero pasado en el paraje El Aguacate, Puerto Escondido, y del crimen se sospecha de un grupo de haitianos reincidentes en la tala de árboles en el área protegida de la Sierra de Bahoruco, un ecosistema de pródiga flora y fauna que contrasta con la pelambre que se observa al otro lado de la frontera.
Juanico, reconocido en diciembre pasado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales por su defensa al bosque, no era ajeno al peligro que se exponen los guardianes del bosque por enfrentar a los depredadores.
El día de su asesinato dejó a su compañero de guardia en el mirador de la loma y probablemente pensó que, al igual que en otras ocasiones, apresaría a los responsables de la quema. Pero su valentía fue su fatalidad. Esta vez fue directo a la trampa. Sus victimarios lo despojaron del arma y le atacaron a palos y machetazos hasta desmembrar su cuerpo.
La búsqueda del centinela se organizó en la noche, aunque no fue sino a la mañana siguiente cuando fue localizado el cadáver.
En Puerto Escondido, de donde era oriundo Ramírez, hay mucha indignación porque los sospechosos del crimen andan sueltos en Chapotin y las autoridades haitianas nada hacen por apresarlos y extraditarlos. Es una impunidad histórica en la frontera: los haitianos implicados en crímenes, tan pronto cruzan a su territorio, nunca son aprehendidos.
Héctor de los Santos, vecino de la víctima, se queja de la dejadez del Ministerio de Medio Ambiente, del que dice ni siquiera una comisión envió al lugar a darles el pésame a sus familiares.
“Murió por defender los recursos naturales, pero sus superiores ni siquiera se presentaron a los nueve días”, deploró el agricultor.
Calixto Ramírez, hermano de Juanico, no esconde su impotencia. A veces piensa armarse de un machete y atravesar el bosque hasta llegar al territorio haitiano para vengar la muerte, pero luego recapacita y se resigna: “Que se haga la voluntad de Dios”.
Otro asesinato
Con el asesinato de Ismael Nova, administrador de una finca ganadera en Cabo Duarte, Pedernales, se da la misma impunidad.
Nova fue muerto a puñaladas el 18 de enero pasado. Su cadáver fue hallado próximo al paraje haitiano de Boucan, en donde se le vio por última vez en busca de unos gallos de pelea que le habían robado.
Del homicidio también los sospechosos son señalados haitianos, pero todo intento de apresamiento ha sido inútil hasta el momento. El asesinato de Nova no tuvo testigos porque se produjo en la impunidad de la noche, pero sí dejó evidencias que apuntan a que el o los autores viven en otro extremo de la frontera.
La víctima se caracterizó por ser un implacable persecutor de los cuatreros que penetraban a la finca bajo su responsabilidad.
En más de una ocasión se hizo acompañar de alcaldes haitianos de Boucan y Chote y él mismo, solo, apresaba a los sospechosos de los robos de vacas y chivos.
Debido a esa actitud, Nova no era bien visto por los cuatreros. Una semana antes del crimen había apresado a dos haitianos a quienes imputaba el robo de un becerro.
“A él le mandaron a decir que se cuidara, que dejara de perseguir a los ladrones, porque de lo contrario iban a darle muerte, pero no hizo caso a las advertencias”, refirió María Soto, madre de los tres hijos menores que pocreó con la víctima.
Los conflictos entre dominicanos y haitianos en este lado de la frontera cada año dejan su inventario de víctimas, de uno y otro bando. Hay quienes los atribuyen a un problema cultural de subsistencia porque, ante todo, el hombre se convierte en león cuando se conspira contra su sustento. Esta situación se da con los haitianos.
Robos
A la criminalidad que se verifica en la frontera se agrega el alto índice de robos de productos agrícolas, vacas y chivos.
Dificultades
Las investigaciones casi siempre se limitan a un informe preliminar y luego se diluyen en el proceso de pedido en extradición.
/Por: Tony Piña/
Juanico, reconocido en diciembre pasado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales por su defensa al bosque, no era ajeno al peligro que se exponen los guardianes del bosque por enfrentar a los depredadores.
El día de su asesinato dejó a su compañero de guardia en el mirador de la loma y probablemente pensó que, al igual que en otras ocasiones, apresaría a los responsables de la quema. Pero su valentía fue su fatalidad. Esta vez fue directo a la trampa. Sus victimarios lo despojaron del arma y le atacaron a palos y machetazos hasta desmembrar su cuerpo.
La búsqueda del centinela se organizó en la noche, aunque no fue sino a la mañana siguiente cuando fue localizado el cadáver.
En Puerto Escondido, de donde era oriundo Ramírez, hay mucha indignación porque los sospechosos del crimen andan sueltos en Chapotin y las autoridades haitianas nada hacen por apresarlos y extraditarlos. Es una impunidad histórica en la frontera: los haitianos implicados en crímenes, tan pronto cruzan a su territorio, nunca son aprehendidos.
Héctor de los Santos, vecino de la víctima, se queja de la dejadez del Ministerio de Medio Ambiente, del que dice ni siquiera una comisión envió al lugar a darles el pésame a sus familiares.
“Murió por defender los recursos naturales, pero sus superiores ni siquiera se presentaron a los nueve días”, deploró el agricultor.
Calixto Ramírez, hermano de Juanico, no esconde su impotencia. A veces piensa armarse de un machete y atravesar el bosque hasta llegar al territorio haitiano para vengar la muerte, pero luego recapacita y se resigna: “Que se haga la voluntad de Dios”.
Otro asesinato
Con el asesinato de Ismael Nova, administrador de una finca ganadera en Cabo Duarte, Pedernales, se da la misma impunidad.
Nova fue muerto a puñaladas el 18 de enero pasado. Su cadáver fue hallado próximo al paraje haitiano de Boucan, en donde se le vio por última vez en busca de unos gallos de pelea que le habían robado.
Del homicidio también los sospechosos son señalados haitianos, pero todo intento de apresamiento ha sido inútil hasta el momento. El asesinato de Nova no tuvo testigos porque se produjo en la impunidad de la noche, pero sí dejó evidencias que apuntan a que el o los autores viven en otro extremo de la frontera.
La víctima se caracterizó por ser un implacable persecutor de los cuatreros que penetraban a la finca bajo su responsabilidad.
En más de una ocasión se hizo acompañar de alcaldes haitianos de Boucan y Chote y él mismo, solo, apresaba a los sospechosos de los robos de vacas y chivos.
Debido a esa actitud, Nova no era bien visto por los cuatreros. Una semana antes del crimen había apresado a dos haitianos a quienes imputaba el robo de un becerro.
“A él le mandaron a decir que se cuidara, que dejara de perseguir a los ladrones, porque de lo contrario iban a darle muerte, pero no hizo caso a las advertencias”, refirió María Soto, madre de los tres hijos menores que pocreó con la víctima.
Los conflictos entre dominicanos y haitianos en este lado de la frontera cada año dejan su inventario de víctimas, de uno y otro bando. Hay quienes los atribuyen a un problema cultural de subsistencia porque, ante todo, el hombre se convierte en león cuando se conspira contra su sustento. Esta situación se da con los haitianos.
Robos
A la criminalidad que se verifica en la frontera se agrega el alto índice de robos de productos agrícolas, vacas y chivos.
Dificultades
Las investigaciones casi siempre se limitan a un informe preliminar y luego se diluyen en el proceso de pedido en extradición.
/Por: Tony Piña/