China y Rusia vetan condena

EFE. -Nueva York

El doble veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU impidió ayer al máximo órgano de seguridad internacional hablar con voz única ante la violenta represión que el régimen sirio ejerce contra su población desde hace once meses.

Tras ese rechazo, los trece países que sí votaron a favor de esta resolución, respaldada por árabes, europeos y estadounidenses, colocaron sobre Moscú y Pekín la responsabilidad sobre la situación futura de Siria, en donde las fuerzas de seguridad protagonizaron un nuevo episodio sangriento, causando, según la oposición siria, al menos 260 muertes.

De “vergonzosa”, “escandalosa”, “imperdonable”, “inaceptable” y “cómplice” calificaron la mayor parte de los países la decisión de Rusia y China, que justificaron sus respectivas posiciones con el argumento de que ambas partes deben poner fin a la violencia y en evitar la injerencia en asuntos internos.

Justifica rechazo
El embajador ruso, Vitali Churkin, justificó su rechazo señalando que la resolución -que buscaba una salida a la crisis de Siria mediante el apoyo al plan de transición propuesto por la Liga Árabe- pedía “un cambio de régimen” en Siria, a lo que Rusia se opone y apeló al resultado del viaje que su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, hará a Damasco los próximos días. Churkin acusó a “algunos influyentes miembros” de la comunidad internacional de “haber erosionado la oportunidad de AP (llegar) a un acuerdo político, pidiendo un cambio de régimen y respaldando a los opositores”, al tiempo que subrayó que su rechazo a la resolución “nunca ha sido un secreto”.

Esta es la segunda occasion en cuatro meses que esos los países vetan una resolución de condena del Consejo al régimen dictatorial del presidente sirio, Bachar Al Asad, cuya violenta represión ha causado más de 6.000 muertes en los últimos meses, según el embajador británico, Mark Lyall Grant.

“Estados Unidos está asqueado”, afirmó su embajadora, Susan Rice, al tiempo que aseguró que durante varios meses “este Consejo ha sido rehén de dos miembros” y agregó que “esa intransigencia es más vergonzosa, si cabe, cuando uno de los miembros de este órgano proporciona armas a ese país”, en referencia a Rusia, el principal proveedor de armas de Damasco.

“Es un día triste, pero no nos pararemos aquí. Seguiremos trabajando con la Liga Árabe, su plan está encima de la mesa”, afirmó el embajador de Francia, Gérard Araud, que insistió en que se seguirá “intensificando la presión” para que la Unión Europea (UE) amplíe las sanciones contra Damasco.

Añadió que “algunos países han obstruido de manera sistemática las acciones del Consejo” y acusó a esas naciones, Rusia y China, de ser “cómplices de la política de represión del régimen sirio”.

El representante de Francia subrayó que su país sentía “una gran preocupación en este día triste por ese doble veto, que lo es también para los sirios y para todos los demócratas”. “Es un escándalo. Este COnsejo debe votar contra Al Asad”, dijo el embajador alemán, Peter Wittig.

LA OPOSICIÓN DENUNCIA UN BOMBARDEO EN HOMS
La opositores denunciaron ayer el bombardeo del régimen sobre la castigada ciudad de Homs, en la que según ellos es la mayor masacre desde que comenzó la represión, poco antes de una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que Rusia y China vetaron una resolución sobre Siria.

El número de víctimas mortales en Homs por la ofensiva militar de anoche varía según las fuentes, que van desde las 260 anunciadas por el Consejo Nacional Sirio (CNS) a las 147 referidas por la Comisión General de la Revolución Siria, casi todas ellas en el barrio de Jalidiya.

Activistas en la zona relataron a Efe imágenes dantescas, como cadáveres de niños decapitados o restos humanos entre los escombros.

Dos testigos de lo sucedido, identificados como Abul Ward al Masri y Abu Bilal Al Homsi, explicaron por vía telefónica que la ciudad ha sido escenario de “una catástrofe en todo el sentido de la palabra” y que todavía se rescata manualmente a personas bajo los escombros.

Según Al Homsi, las fuerzas gubernamentales utilizaron armamento pesado como disparos de mortero, que procedían de tres lugares: la sede de los servicios de inteligencia en Homs; el barrio Karam Chemchem, habitado por una mayoría alauí; y un puesto de control militar establecido en las afueras de la ciudad.
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