tragedia: 'Los muertos se podrían haber evitado'

(fOTO: Imagen del buque, a punto de hundirse en aguas italiana)

Por Irene Hdez. Velasco (Corresponsal) | Roma

Juan José Quevedo nunca se imaginó semejante 'fiesta' de cumpleaños. Era uno de los 188 españoles que se encontraban en el crucero Costa Concordia que, con 4.200 ocupantes a bordo en total, anoche encalló frente a una isla toscana, en un accidente que ha dejado al menos tres muertos, decenas de heridos y 70 desaparecidos. El caso es que Juan José cumplía este viernes 43 años, y por eso se había regalado junto con su mujer, Sandra López, ese viaje en crucero.

"Un viaje que ha terminado convirtiéndose en una auténtica pesadilla", asegura a ELMUNDO.es desde el hotel a las afueras de Roma al que ha sido trasladado. "La operación de evacuación ha sido un descontrol absoluto sin la más mínima organización. Si las cosas se hubieran hecho de otra manera los muertos se podrían haber evitado, estoy seguro", sentencia.

La pareja se encontraba cenando en 'Milano', uno de los restaurantes del crucero cuando, a eso de las 21.30 horas del viernes notaron como el barco temblaba y luego, zas, un golpe. "Se cayó todo al suelo: los platos, los vasos, la comida... La gente empezó a gritar, a correr aterrada. Los camareros pedían tranquilidad y aseguraban que no pasaba nada. Se fue la luz. Y cuando la débil iluminación de emergencia se activó, nos dimos cuenta de que los proprios camareros se habían ido. Así que cundió el pánico".

Juan José y de su mujer se dirigieron al único camarero que quedaba en el restaurante, quien les indicó que subieran a la planta 9. "Subimos, pero el problema es que las barcas para evacuar la nave se encontraban en la planta número 4. Y no sólo eso: en la planta 9 está la piscina, que al estar ladeándose el barco e había desbordado. El suelo era una pista de patinaje y era difícil andar, la gente se caía por el suelo".

El accidente había ocurrido al desviarse el capitán del Costa Concordia de su ruta fijada y aproximarse demasiado a la isla de Griglio, en la costa toscana. "Sin embargo, la megafonía del barco repetía machaconamente que estaba todo bajo control, que se trataba simplemente de un problema en un generador que estaba siendo reparado", explica Juan José Quevedo.
Evacuación

Cuando finalmente el capitán, unas dos horas después del accidente, dio la orden de evacuarla nave, comenzó una película de terror. "La gente comenzó a correr. Y los camareros, aún más rápido que los pasajeros", nos cuenta. "A mi mujer, por ejemplo, la tiraron por la escalera a empujones y codazos algunos miembros de la propia tripulación", revela.

"Y a partir de la orden de evacuar no se volvió a dar ningún mensaje más por megafonía, nadie nos indicó en ningún momento lo que teníamos que hacer", denuncia este hombre, procedente de la localidad de Figueras y que se había subido en el crucero el lunes en Barcelona.
"Imperaba la ley de la selva, el sálvese quien pueda", explica Sandra. "No te puedes imaginar lo que fue aquello".

Juan José y Sandra lograron abrirse paso, alcanzar la cubierta 4 y subirse en una de las primeras barcas de emergencia que partieron en dirección al puerto de la isla de Griglio. "La barca tenía capacidad para unas 30 personas, pero nos subimos unas 70. Íbamos completamente apachurrados. Muchos miembros de la tripulación trataban de ser los primeros en subirse a la barca, sin importarles que hubiera mujeres y niños. Por suerte, un dominicano empleado en la joyería del barco puso un poco de orden".

La pareja llegó a la isla de Griglio alrededor de la medianoche. Sandra, con la chaqueta que le había cedido un pasajero. Juan José, en manga corta. "Tratamos de refugiarnos en la iglesia del pueblo, pero estaba ya llena, fundamentalmente por miembros de la tripulación", aseguran.

"Que el capitán se acercara excesivamente a la costa y chocara con una roca ya es grave. Pero lo que no puedo entender es que no evacuaran el barco antes y con un poco de coordinación. Estoy convencido de que si lo hubieran hecho se habrían evitado los muertos".
'Nos dijeron que volviéramos a los camarotes'
"Fue igual que el 'Titanic'. Tuvimos que ver cómo al evacuar en barcas, otras se nos venían encima. Nosotros tuvimos suerte porque sólo una llegó a darnos en la parte frontal y, por fortuna, no volcamos", explicaba a Efe Justo, un turista de Mallorca, alojado en un hotel de Fiumicino, cerca de Roma.

"La tripulación no tenía ni idea de cómo evacuar el barco y el capitán nos mintió. Dijo hasta el último minuto que todo estaba controlado y que solo era un fallo eléctrico", añade la chilena Claudia Fehlandt, que se une al corrillo de afectados para expresar su indignación.

"Ha sido traumático. Desde un principio nos dimos cuenta de que era grave, pero siempre nos dijeron que todo estaba controlado, que era solo una avería en el generador. Estábamos cenando en el restaurante cuando sentimos un golpe y nos dijeron, incluso, que volviéramos a los camarotes", explica Vivian Parra, una chilena que viajaba en el crucero con su marido, su hijo y su suegro.

Todos coinciden en que la tripulación del barco fue la primera que intentó evacuar: "No hubo aquello de 'las mujeres, los ancianos y los niños primero'. Yo, que tengo 70 años, tuve que bajar agarrándome a unos cables", asegura María Carmen Ramón, de Alicante (España).

El crucero, con 4.200 personas bordo, encalló en las inmediaciones de la pequeña isla de Giglio por causas que aún se desconocen. Entre 100 y 150 personas fueron rescatadas del mar por los equipos de socorro, una de ellas ya sin vida.

compañía del buque siniestrado ha explicado que la inclinación que fue tomando el barco complicó mucho las tareas de rescate mientras que el jefe de los bomberos de la localidad de Grosetto, Ennio Aquilino, agregó que el casco del barco tiene roturas en ambos lados. Los fallecidos son un peruano, miembro de la tripulación, y dos turistas franceses.
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