Niños reclutados a la fuerza relatan la crueldad del paramilitarismo
Sentencia contra 'el Alemán' revela cómo los menores militaron en filas del bloque Élmer Cárdenas.
Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
'El Alemán'
COLOMBIA.- "Gracias a Dios sigo vivo. Fui herido en el monte y duré ocho días perdido. Me pegaron siete tiros y ya tenía gusanos en una pierna, en un brazo y en la cabeza cuando me encontraron...".
Este fue el relato que uno de los 309 menores que terminaron en las filas del bloque paramilitar Élmer Cárdenas le entregó a la Fiscalía y que sirvió para condenar al ex jefe Freddy Rendón Herrera, 'el Alemán', por reclutamiento forzado de menores, entre otros delitos.
Las autoridades tuvieron conocimiento de los niños y niñas por la confesión que el mismo Rendón Herrera dio en Justicia y Paz. La mayoría de los menores fueron enrolados por los paramilitares en el Urabá antioqueño y el medio Atrato chocoano, el área en la que delinquió el Élmer Cárdenas desde 1997 hasta su desmovilización, en el 2006.
Antes de dejar las armas, los paramilitares devolvieron a 150 de ellos a sus familias. De esa forma eludieron la obligación que tenían de reportarlos en medio de la desmovilización al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Los testimonios fueron recogidos por un grupo de médicos, psicólogos e investigadores del CTI, luego de ubicarlos para validar la versión de 'el Alemán'.
El relato de uno de los niños (ahora un hombre) señala que vivía en Puerto Escondido (Córdoba) con un familiar que lo maltrataba, cuando fue reclutado. Por eso aceptó la oferta del 'para' que llegó al pueblo buscando gente para las autodefensas.
"El entrenamiento fue muy fuerte. Lo corregían duro a uno con palabras, puños y palos. Cuando me echaron para el monte a patrullar, para mí fue un descanso. Después estuve en el Chocó y allá tuve unas peleas muy buenas...", dice el joven.
Como él, la mayoría de entrevistados tenían entre 13 y 17 años cuando ingresaron a las filas de las autodefensas. Fueron entrenados en 18 escuelas de formación militar que tenían los paramilitares en Urabá y Chocó.
Traumas imborrables
Casi todos terminaron con lesiones físicas permanentes como hernias y desplazamiento de huesos por los esfuerzos excesivos y superiores a su capacidad, y que tuvieron que soportar por años.
"Los entrevistados tienden a ocultar sus experiencias. Tienen miedo a represalias. Casi todos siguen viviendo en las zonas en las que operaron esos grupos. Incluso, muchos han ocultado sus experiencias en su mismo círculo familiar", señala la sentencia.
Todos afirman haber sido testigos de torturas, golpizas y despojos a personas, y muchos fueron obligados a tomar parte en estos abusos. Algunos hasta confesaron haber matado.
Según el grupo de Justicia y Paz que les hizo seguimiento, estos jóvenes también fueron víctimas de violencia sexual, matrimonios forzados y otros tratos crueles como torturas. Por los traumas y el abandono, hoy son presa del alcoholismo y la drogadicción, presentan un comportamiento agresivo y se les dificulta estudiar y trabajar, aseguran los magistrados en la sentencia.
En la condena, los magistrados piden iniciar una labor de identificación de los jóvenes para vincularlos a los programas de reinserción, así como a las entidades del Gobierno, y crear un equipo interdisciplinario para que los atienda con programas psicológicos y médicos. La mayoría de ellos requiere atención psiquiátrica, cirugías reconstructivas y prótesis.
'A los 16 años perdí mi pierna'
"Ingresé al Élmer Cárdenas a los 15 años. Fui reclutado en Turbo (Antioquia) por un hombre que le decían 'el Burro'.
Un año después, pisé una mina antipersona, duraron cuatro días cargándome para sacarme a Riosucio (Chocó); allí me canalizaron y me trasportaron a Necoclí. El médico que me atendió dijo que si yo vivía tenía padrinos en el cielo, porque estaba muy mal. Me sacaron esquirlas en la espalda, en los genitales y las nalgas. Perdí una pierna y de ahí para acá la vida me dio un vuelco. Me han operado 10 veces. Por lo que fui víctima de mina a la edad de 16 años, el hueso me ha seguido creciendo y cada cirugía es un cambio de prótesis. Me desmovilicé y me metieron en la fundación Construpaz, que me quitaba el 80 por ciento de los 358.000 pesos de la ayuda humanitaria".
'Mi hijo quiere ser paramilitar'
"Cuando ingresé a las autodefensas vivía en Necoclí (Antioquia). Mi papá me decía que no quería verme en esto, pero cuando iba a cumplir los 17 apareció un señor que le decían 'Camaleón', me hizo la propuesta y yo acepté. A los 18 años ya era un experto en armas. Ahora tengo un hijo y él me vio armado. Me dio mucho dolor cuando el niño me dijo: 'Yo quiero ser como el comandante 'Alemán''. Tengo un problema en mi pierna por un carro que me cogió trabajando en las autodefensas".
'Fui abusada por el comandante'
"Fui reclutada a los 16 años en Boyacá. Me sacaron de la casa y me llevaron donde un comandante que se quedó viéndome y me dijo que iba a ser su escolta personal y su compañera. Esa misma noche me obligó a tener relaciones sexuales con él. Me enseñaron tácticas de combate, me pusieron a prestar guardia, a lavar los camuflados de los comandantes y a ranchar. Terminé en el Chocó y quedé embarazada. Un día, el comandante me pegó y casi me mata, pero se arrepintió".
'Entré cuando estaba en primaria'
"Siempre quise ser soldado, me presenté al Ejército, pero no me recibieron porque no tenía 17 años. Y cuando estaba en cuarto de primaria entré; en Dabeiba, le dije a unos policías que quiénes eran los paracos, que yo iba para su escuelita.
Ellos me requisaron, me pidieron los papeles y me señalaron un señor de camisa amarilla. Él me llevó a la escuelita 'el Guayabito'. Estuve en entrenamiento dos meses y me dieron 150.000 pesos. Al año fui herido en un combate".
'Me obligaron a rajar un cadáver'
"Soy huérfana. Una tía me propuso que me fuera para las autodefensas, tenía 15 años. Me mandaron para una escuela dos meses. Un día me entregaron a un tipo que estaba haciendo inteligencia para que lo matara, pero un compañero que estaba enamorado de mí fue el que le disparó en la cabeza. Por eso nos castigaron y me obligaron a rajar el cadáver. Me operaron de una hernia inguinal por cargar tanto peso. Me salí a mediados del 2005 porque estaba embarazada".
Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
'El Alemán'
COLOMBIA.- "Gracias a Dios sigo vivo. Fui herido en el monte y duré ocho días perdido. Me pegaron siete tiros y ya tenía gusanos en una pierna, en un brazo y en la cabeza cuando me encontraron...".
Este fue el relato que uno de los 309 menores que terminaron en las filas del bloque paramilitar Élmer Cárdenas le entregó a la Fiscalía y que sirvió para condenar al ex jefe Freddy Rendón Herrera, 'el Alemán', por reclutamiento forzado de menores, entre otros delitos.
Las autoridades tuvieron conocimiento de los niños y niñas por la confesión que el mismo Rendón Herrera dio en Justicia y Paz. La mayoría de los menores fueron enrolados por los paramilitares en el Urabá antioqueño y el medio Atrato chocoano, el área en la que delinquió el Élmer Cárdenas desde 1997 hasta su desmovilización, en el 2006.
Antes de dejar las armas, los paramilitares devolvieron a 150 de ellos a sus familias. De esa forma eludieron la obligación que tenían de reportarlos en medio de la desmovilización al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
Los testimonios fueron recogidos por un grupo de médicos, psicólogos e investigadores del CTI, luego de ubicarlos para validar la versión de 'el Alemán'.
El relato de uno de los niños (ahora un hombre) señala que vivía en Puerto Escondido (Córdoba) con un familiar que lo maltrataba, cuando fue reclutado. Por eso aceptó la oferta del 'para' que llegó al pueblo buscando gente para las autodefensas.
"El entrenamiento fue muy fuerte. Lo corregían duro a uno con palabras, puños y palos. Cuando me echaron para el monte a patrullar, para mí fue un descanso. Después estuve en el Chocó y allá tuve unas peleas muy buenas...", dice el joven.
Como él, la mayoría de entrevistados tenían entre 13 y 17 años cuando ingresaron a las filas de las autodefensas. Fueron entrenados en 18 escuelas de formación militar que tenían los paramilitares en Urabá y Chocó.
Traumas imborrables
Casi todos terminaron con lesiones físicas permanentes como hernias y desplazamiento de huesos por los esfuerzos excesivos y superiores a su capacidad, y que tuvieron que soportar por años.
"Los entrevistados tienden a ocultar sus experiencias. Tienen miedo a represalias. Casi todos siguen viviendo en las zonas en las que operaron esos grupos. Incluso, muchos han ocultado sus experiencias en su mismo círculo familiar", señala la sentencia.
Todos afirman haber sido testigos de torturas, golpizas y despojos a personas, y muchos fueron obligados a tomar parte en estos abusos. Algunos hasta confesaron haber matado.
Según el grupo de Justicia y Paz que les hizo seguimiento, estos jóvenes también fueron víctimas de violencia sexual, matrimonios forzados y otros tratos crueles como torturas. Por los traumas y el abandono, hoy son presa del alcoholismo y la drogadicción, presentan un comportamiento agresivo y se les dificulta estudiar y trabajar, aseguran los magistrados en la sentencia.
En la condena, los magistrados piden iniciar una labor de identificación de los jóvenes para vincularlos a los programas de reinserción, así como a las entidades del Gobierno, y crear un equipo interdisciplinario para que los atienda con programas psicológicos y médicos. La mayoría de ellos requiere atención psiquiátrica, cirugías reconstructivas y prótesis.
'A los 16 años perdí mi pierna'
"Ingresé al Élmer Cárdenas a los 15 años. Fui reclutado en Turbo (Antioquia) por un hombre que le decían 'el Burro'.
Un año después, pisé una mina antipersona, duraron cuatro días cargándome para sacarme a Riosucio (Chocó); allí me canalizaron y me trasportaron a Necoclí. El médico que me atendió dijo que si yo vivía tenía padrinos en el cielo, porque estaba muy mal. Me sacaron esquirlas en la espalda, en los genitales y las nalgas. Perdí una pierna y de ahí para acá la vida me dio un vuelco. Me han operado 10 veces. Por lo que fui víctima de mina a la edad de 16 años, el hueso me ha seguido creciendo y cada cirugía es un cambio de prótesis. Me desmovilicé y me metieron en la fundación Construpaz, que me quitaba el 80 por ciento de los 358.000 pesos de la ayuda humanitaria".
'Mi hijo quiere ser paramilitar'
"Cuando ingresé a las autodefensas vivía en Necoclí (Antioquia). Mi papá me decía que no quería verme en esto, pero cuando iba a cumplir los 17 apareció un señor que le decían 'Camaleón', me hizo la propuesta y yo acepté. A los 18 años ya era un experto en armas. Ahora tengo un hijo y él me vio armado. Me dio mucho dolor cuando el niño me dijo: 'Yo quiero ser como el comandante 'Alemán''. Tengo un problema en mi pierna por un carro que me cogió trabajando en las autodefensas".
'Fui abusada por el comandante'
"Fui reclutada a los 16 años en Boyacá. Me sacaron de la casa y me llevaron donde un comandante que se quedó viéndome y me dijo que iba a ser su escolta personal y su compañera. Esa misma noche me obligó a tener relaciones sexuales con él. Me enseñaron tácticas de combate, me pusieron a prestar guardia, a lavar los camuflados de los comandantes y a ranchar. Terminé en el Chocó y quedé embarazada. Un día, el comandante me pegó y casi me mata, pero se arrepintió".
'Entré cuando estaba en primaria'
"Siempre quise ser soldado, me presenté al Ejército, pero no me recibieron porque no tenía 17 años. Y cuando estaba en cuarto de primaria entré; en Dabeiba, le dije a unos policías que quiénes eran los paracos, que yo iba para su escuelita.
Ellos me requisaron, me pidieron los papeles y me señalaron un señor de camisa amarilla. Él me llevó a la escuelita 'el Guayabito'. Estuve en entrenamiento dos meses y me dieron 150.000 pesos. Al año fui herido en un combate".
'Me obligaron a rajar un cadáver'
"Soy huérfana. Una tía me propuso que me fuera para las autodefensas, tenía 15 años. Me mandaron para una escuela dos meses. Un día me entregaron a un tipo que estaba haciendo inteligencia para que lo matara, pero un compañero que estaba enamorado de mí fue el que le disparó en la cabeza. Por eso nos castigaron y me obligaron a rajar el cadáver. Me operaron de una hernia inguinal por cargar tanto peso. Me salí a mediados del 2005 porque estaba embarazada".