Los muertos por los ataques de una secta en Nigeria pasan de 200
KANO, Nigeria (Reuters) - La cifra de muertos tras ataques con bomba y tiroteos en la ciudad nigeriana de Kano subió a 178, informó el domingo un médico en el principal hospital del sector, lo que subraya el desafío que encara el presidente Goodluck Jonathan para evitar que el país caiga en el caos.
Una serie de explosiones coordinadas y tiroteos, en su mayoría en contra de estaciones de la policía, generó pánico el viernes entre los residentes de la segunda ciudad más grande de Nigeria, donde viven más de 10 millones de personas.
La dimensión de la masacre lo convierte hasta el momento en el atentado más letal perpetrado por Boko Haram, una secta islámica que comenzó como un movimiento clerical que se opone a la educación occidental pero que se ha convertido en la mayor amenaza de seguridad en el primer productor de crudo de África.
"Tenemos 178 personas muertas en los dos mayores hospitales", afirmó el doctor del centro médico de Murtala Mohammed en Kano, luego de los ataques del viernes, citando además información de otro centro de salud, Nasarawa.
"Podría haber más porque algunos cuerpos (de las víctimas) aún no han llegado", indicó.
Boko Haram ha sido responsabilizado por la muerte de cientos de personas en el marco de una campaña de atentados cada vez más sofisticada que principalmente apunta a fuerzas de seguridad, autoridades y más recientemente a cristianos, en una nación dividida entre ellos y los musulmanes.
Aparte de un puñado de incidentes en la capital, Abuya, la energía de la secta ha estado concentrada en el norte de mayoría musulmana, lejos de las instalaciones productoras de petróleo situadas a lo largo de la costa sur que mantienen a flote a la segunda mayor economía de África.
El domingo se produjeron violentas explosiones que destruyeron dos iglesias de la ciudad norteña de Bauchi, dijeron testigos, aunque no se reportaron víctimas de inmediato.
Jonathan, un sureño cristiano que ayudó a mediar un acuerdo de paz que en su mayoría puso fin a una insurgencia en el sureste rico en petróleo, ha sido criticado por no ver claro la dimensión de la crisis que se desarrolla en el norte.
El Gobierno anunció que impondrá un toque de queda en Kano, una ciudad antigua que una vez fue parte de un califato islámico que comerciaba con las caravanas en ruta para conectar la África subsahariana y el Mediterráneo.
Una serie de explosiones coordinadas y tiroteos, en su mayoría en contra de estaciones de la policía, generó pánico el viernes entre los residentes de la segunda ciudad más grande de Nigeria, donde viven más de 10 millones de personas.
La dimensión de la masacre lo convierte hasta el momento en el atentado más letal perpetrado por Boko Haram, una secta islámica que comenzó como un movimiento clerical que se opone a la educación occidental pero que se ha convertido en la mayor amenaza de seguridad en el primer productor de crudo de África.
"Tenemos 178 personas muertas en los dos mayores hospitales", afirmó el doctor del centro médico de Murtala Mohammed en Kano, luego de los ataques del viernes, citando además información de otro centro de salud, Nasarawa.
"Podría haber más porque algunos cuerpos (de las víctimas) aún no han llegado", indicó.
Boko Haram ha sido responsabilizado por la muerte de cientos de personas en el marco de una campaña de atentados cada vez más sofisticada que principalmente apunta a fuerzas de seguridad, autoridades y más recientemente a cristianos, en una nación dividida entre ellos y los musulmanes.
Aparte de un puñado de incidentes en la capital, Abuya, la energía de la secta ha estado concentrada en el norte de mayoría musulmana, lejos de las instalaciones productoras de petróleo situadas a lo largo de la costa sur que mantienen a flote a la segunda mayor economía de África.
El domingo se produjeron violentas explosiones que destruyeron dos iglesias de la ciudad norteña de Bauchi, dijeron testigos, aunque no se reportaron víctimas de inmediato.
Jonathan, un sureño cristiano que ayudó a mediar un acuerdo de paz que en su mayoría puso fin a una insurgencia en el sureste rico en petróleo, ha sido criticado por no ver claro la dimensión de la crisis que se desarrolla en el norte.
El Gobierno anunció que impondrá un toque de queda en Kano, una ciudad antigua que una vez fue parte de un califato islámico que comerciaba con las caravanas en ruta para conectar la África subsahariana y el Mediterráneo.