La misteriosa acompañante del capitán del ‘Costa Concordia’

Por: Thomas Castroviejo | Gaceta trotamundos

La propia Domnica defiende al capitán: "Creo que hizo un excelente trabajo, todo el equipo está en deuda con él. Ha salvado a más de tres mil personas", ha asegurado, contradiciendo la imagen de Schettino abandonando su barco el primero tras apenas haber informado a las autoridades del accidente.

"Vimos escenas terribles. Yo abandoné el barco a las 11.50 y el capitán seguía allí". Una afirmación chocante, teniendo en cuenta la conocida grabación en la que al capitán se le obliga a volver a la embarcación por haberla abandonado tan pronto.

Domnica ha aparecido en la televisión moldava, asegurando que estaba de vacaciones, aunque de normal trabajaba como traductora del Costa Concordia. Ha confirmado que, tal y como sospechaba la Fiscalía, estaba en el puente de mando cuando se produjo el incidente. Así que se declara en potestad de confirmar o desmentir la teoría de que el capitán estaba distraído y por eso navegó sobre esas rocas.

Esto da pie a la especulación. ¿Por qué defiende al capitán contra los hechos contrastados que lo ubican mirando cómo se hunde su propia nave desde una escollera de la isla de Giglio? Los malpensantes pueden remitirse al hecho de que iba en el barco como invitada de Schettino, no como traductora, y que había estado cenando con él esa misma noche. Quienes tengan otro punto de vista, pueden ver en esto desde un improbable error documental hasta un deseo de proteger a la compañía que le paga el sueldo.

De todos modos, esta moldava no es la pasajera más llamativa del Costa Concordia. Una superviviente francesa, Nicole Servel, recuerda que si hoy está viva para contar su historia es porque su marido le cedió su chaleco salvavidas. Ella no sabía nadar, él sí. Ella se salvó, él no. Es uno de los dos franceses que ha muerto en el suceso.

El Costa Concordia, el martes (AP Photo/Gregorio Borgia)

El extraño caso del Costa Concordia, el crucero que naufragó en la costa italiana tras navegar sobre una formación rocosa, ha dado un nuevo y extraño giro. Por fin ha hablado Domnica Cemortan, la mujer moldava que iba a bordo del buque por invitación del capitán Schettino. La Fiscalía había dado la orden de encontrarla porque, aunque como invitada del capitán no figurara entre la lista de pasajeros, un testigo la había visto cenando con él el día del naufragio.

En sus propias palabras: "Le debo la vida a mi marido. Me dijo 'salta, salta', y, como yo no sé nadar, me dio su chaleco. Dudaba de si saltar, así que él se lanzó primero y luego lo hice yo. Me puse de espaldas y le llamé. Él gritó 'no te preocupes, saldré de ésta'. El agua estaba a apenas ocho grados. Después no le he vuelto a ver".

Es de suponer que a Servel le tocará vivir con el recuerdo de ese agridulce momento en el que su marido pasó a ser héroe y víctima en cuestión de minutos. Pero hay otra pasajera, Valentina Capuano, para la que el trauma es algo más retrospectivo: en los momentos más intensos del naufragio, ella sólo podía recordar a su tío abuelo, Giovanni, que murió en circunstancias relativamente similares: en las gélidas aguas del Atlántico, cuando el Titanic se hundió hace 100 años.

Como es de esperar, Valentina se crió escuchando las historias que le contaba su familia sobre su Giovanni: cómo había dejado Italia para buscarse la vida en Londres a eso de los 25 y cómo encontró trabajo de camarero en el Titanic.

Esas historias, cuenta ahora, resonaron en su cabeza cuando el Costa Concordia empezó a hacer aguas. Como diría más tarde: "Ha sido verdaderamente como revivir aquella historia. Ha sido terrible, todavía estoy en estado de conmoción y la idea de lo que ha sucedido sigue haciéndome sentir mal y a darme taquicardias y un fuerte estado de agitación".

/Fuente: El Mundo / EITB / La vanguardia/
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