La mendicidad con cara de niño haitiano
Por Marlenys Ferrera y Maria Feliz
La mendicidad con cara de niño haitiano
De diferentes edades, tamaños y sexo, son los niños haitianos que mendigan por las calles de Santo Domingo, día y noche. Lo peor, es que no lo hacen por verdadera necesidad, sino para cumplir órdenes de adultos desalmados que los utilizan para conseguir dinero.
Expuestos a diversos peligros, decenas de pequeños, deambulan por la capital en espera de una moneda de caridad, pero a veces obtienen solo rechazo.
Lili, de siete años, camina todos los días por una de las principales avenidas del ensanche Naco, abordando los vehículos y los peatones que por allí circulan.
“Ella pasa diario, hasta en la noche, se para en el semáforo a pedir y en los parqueos de los negocios cercanos, y lo curioso es que si alguien le da comida u otra cosa que no sea dinero, no lo acepta”, manifiesta Luis Rodríguez, empleado de un restaurante del lugar. Otros vecinos del área, también han visto a la menor, en ocasiones acompañada de otros tres.
“Por aquí pasan hembras y varones, no mayores de 10 años, una vez me paré a hablarle a uno que me llamo bastante la atención por lo pequeño y le pregunte por sus padres, me dijo que la madre estaba en Haití y que su tío era quien lo mandaba a las calles”, expresa Luisa Gómez, residente del lugar.
Al igual que ellos, en otros sectores, céntricos del distrito nacional, también se pueden observar la presencia de niños haitianos, en busca de limosnas y algunos también limpian cristales. Herry, de 11 años, busca conseguir algunos pesos con la limpieza limpiando los cristales de los vehículos en la intersección de la avenida 27 de Febrero y Abraham Lincoln. En momentos, deja sus herramientas de trabajo para pedir. El caso de esos niños es bastante penoso. Más aun el hecho de que todo lo que consiguen va a parar a manos de gente sin escrúpulos, que en lugar de mandarlos a las escuelas, los envían enfrentarse al peligro de las vías públicas.
Hace algunos meses en Los Alcarrizos, la Policía apresó a miembros de una banda compuesta por haitianos y dominicanos que usaban a menores para trabajar y mendigar en las calles.
A pesar de la lucha de entidades por rescatar esos infantes, la problemática en vez de ir en disminución, incrementa día a día, y es imperdonable que personas se presten a robar la inocencia de esos pequeños y se burlen de la solidaridad de aquellos que les tienden la mano para ofrecerles una moneda.
La mendicidad con cara de niño haitiano
De diferentes edades, tamaños y sexo, son los niños haitianos que mendigan por las calles de Santo Domingo, día y noche. Lo peor, es que no lo hacen por verdadera necesidad, sino para cumplir órdenes de adultos desalmados que los utilizan para conseguir dinero.
Expuestos a diversos peligros, decenas de pequeños, deambulan por la capital en espera de una moneda de caridad, pero a veces obtienen solo rechazo.
Lili, de siete años, camina todos los días por una de las principales avenidas del ensanche Naco, abordando los vehículos y los peatones que por allí circulan.
“Ella pasa diario, hasta en la noche, se para en el semáforo a pedir y en los parqueos de los negocios cercanos, y lo curioso es que si alguien le da comida u otra cosa que no sea dinero, no lo acepta”, manifiesta Luis Rodríguez, empleado de un restaurante del lugar. Otros vecinos del área, también han visto a la menor, en ocasiones acompañada de otros tres.
“Por aquí pasan hembras y varones, no mayores de 10 años, una vez me paré a hablarle a uno que me llamo bastante la atención por lo pequeño y le pregunte por sus padres, me dijo que la madre estaba en Haití y que su tío era quien lo mandaba a las calles”, expresa Luisa Gómez, residente del lugar.
Al igual que ellos, en otros sectores, céntricos del distrito nacional, también se pueden observar la presencia de niños haitianos, en busca de limosnas y algunos también limpian cristales. Herry, de 11 años, busca conseguir algunos pesos con la limpieza limpiando los cristales de los vehículos en la intersección de la avenida 27 de Febrero y Abraham Lincoln. En momentos, deja sus herramientas de trabajo para pedir. El caso de esos niños es bastante penoso. Más aun el hecho de que todo lo que consiguen va a parar a manos de gente sin escrúpulos, que en lugar de mandarlos a las escuelas, los envían enfrentarse al peligro de las vías públicas.
Hace algunos meses en Los Alcarrizos, la Policía apresó a miembros de una banda compuesta por haitianos y dominicanos que usaban a menores para trabajar y mendigar en las calles.
A pesar de la lucha de entidades por rescatar esos infantes, la problemática en vez de ir en disminución, incrementa día a día, y es imperdonable que personas se presten a robar la inocencia de esos pequeños y se burlen de la solidaridad de aquellos que les tienden la mano para ofrecerles una moneda.