¡Ay!, país, país, país...

Por Víctor Mañaná
Columnista


Asombra la ligereza de los “expertos” y “expertas” en materia de derechos humanos. Petrifica soportar los análisis de quienes son tan diligentes en la defensa de los supuestos derechos de los criminales de todas las estirpes.

Sobrecoge a cualquiera, con un dedo de frente de vergüenza y de conocimiento, ver como dizque por ausencia de pruebas un tribunal ha dejado en libertad a un ciudadano que de momento habrá que condecorarlo con una de esas órdenes patrióticas y hasta proponerlo no solo para uno de los premios Nobel, sino también para su santificación por ante el Papa Benedicto XVI...me refiero, claro está, al que atraparon huyendo con documentos falsos por allá, por la frontera de Guatemala con México, con claros propósitos de evadir la Justicia, la dizque Justicia dominicana en donde se le reclamaba por cargos en su contra que lo involucran en asesinatos, robos, asociación de malhechores y muchísimas diabluras más y que en el bajo mundo de los sicarios se le conoce como “el jefe”, especialmente en el violento sector de Los Pinos, por allá, cerquita de Guachupita, donde la delincuencia cuenta con abogados preparados para su defensa, con médicos para sus urgencias, con jovencitos y jovencitas que se han adueñado de las calles por las noches y que al comercio les han impuesto cuotas, como si se tratase de tierra de nadie.

Suertudos los delincuentes

Conozco el caso de un policía, Victoriano Castro Lazala, quien junto a otros dos compañeros todavía está preso en La Victoria por falta de padrinos o de jefes responsables que limpien su nombre después de que cedieran a una presión mediática por un exceso contra un ciudadano que luego negoció y cobró por el retiro de su denuncia o querella, y sigue preso, sin nadie que por él hable o diligencia su libertad después de casi un año de prisión injusta, pero, don Serumberto Mota, conocido lamentablemente como Vantroi, desde hace dos meses había anunciado que saldría en diciembre de la cárcel...y así fue...Waoo, cuanta suerte tienen los delincuentes en este país y que difícil resulta para otros que sus derechos sean respetados, inclusive, sus vidas...
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