“Tiempo Después”: El Libro de Julio Gómez Féliz

Por Welnel Darío Féliz

Conocí a Julio Gómez Féliz cuando era un niño. Recuerdo que casi a diario le visitaba, en la enramada de su casa, en donde lo encontraba escribiendo en su máquina de escribir. Admiraba la rapidez con que Julio tipeaba las letras, más rápido aun que mi mirada: soñaba entonces con imitar la fluidez de esos dedos, que recorrían las letras, sin siquiera recibir la suave caricia de su mirada.

Entonces tal vez Julio escribía algún fragmento de su libro sobre la “Historia de Cabral”, o alguna prosa de algunas de sus poesías, o simplemente “algo”, algún trabajo, su tesis, o la transcripción de una de tantas entrevistas que logró realizar esos nonagenarios u octogenarios.

En algún momento supe que Julio tenía escrito un amplio trabajo sobre la historia de Cabral, su folklore, su cultura, su sociedad. Y es que sus manuscritos han servido para la construcción de muchas tesis, trabajos y otros estudios y de alguna forma constituían la única fuente escrita íntegra en que los estudiantes podían abrevar. Debo confesar que no conocí el trabajo de Julio mientras investigaba o escribía mi “Historia del Pueblo de Cabral”, lo cual estoy seguro me hubiese servido de mucho.

Julio escribió. Aunque durante décadas no pudo publicar ningún libro, escribió tanto y con tanto acierto que sus poesías se convirtieron en himnos, y hoy son los himnos de Cabral, de Polo y está en pleno estudio y aprobación el de Cristóbal. Aunque sinceramente me hubiese gustado que dicho himno a Cabral, como su escudo, hubiesen sido el resultado de sendos concursos locales, Julio tuvo la valentía de escribirlo y fue aprobado: es nuestro himno.

Esos himnos son solo un par de sus producciones. En el campo de la historia lucha día a día por ver salir a la luz su trabajo sobre el pueblo de Cabral y su Barahona: entre la caña y el café. Rizos de ellos fueron publicados en el 2002 por el periódico El Nuevo Diario…en forma de artículos informativos.

Más de treinta años de escribir y escribir, de estar presente en la vida cultural de Cabral y Barahona no habían tenido resultado. Y es que escribir y publicar no es fácil. Revisar, componer, editar y sobre todo encontrar quien subvencione la publicación es harto difícil y lo peor de todo: Que hacer con los libros: Colocarlos, venderlos, pagarlos, no basta motorizar la creatividad, impulsar el conocimiento, investigar, trabajar durante años, contribuir con la sociedad. Julio había navegado solo, tal vez temeroso de que las cajas de libros le arropen dentro de su hogar, no había publicado. Tanto material allí inerte a la espera de contribuir al conocimiento social.

Asistimos a un libro de Julio. Décadas debió esperar, pero tenemos a Julio Gómez Féliz y su Tiempo Después. Un libro de poesías cargado de sentimentalismos, de realidades, de cultura, de amor, dolor, desamor, esperanzas, vida cotidiana, tristeza, pobreza. Es un retrato de la vida de Cabral y del suroeste, de su propia vida. Pero no se queda allí, nos habla de la cultural de Cabral, de su música, de su folklore, de sus hombres y mujeres, de sus raíces, de sus tradiciones. Su poema Las tradiciones de Cabral en versos en apretado recorrido por lo más emblemático de la cultura vernácula, resaltando sus valores sociales y exclusividades que le son propias.

Los momentos de sublimidad fraternal de Julio son profundamente plasmados. Un hombre que se va, dedicado a su padre, Carta de esperanza, dedicado a sus hijos y Mi madre tierna son conmovedores, y reflejan a un hijo que amó a su padre y a un padre que adora a sus hijos. Un hombre cariñoso, sencillo, cuyos sentimientos lo colocan como el más vivo ejemplo del legado de la vida y de la actitud que todo ser humano debe asumir ante ella.

Pero si puede ser fraternal, Julio también es sufrido y a veces trágico, pesimista. Sus poemas Vida finita, El día de mi partida, Mi último Sueño, El tiempo y Vuelo a destiempo parecen ser escritos en momentos de dolor, de desesperanzas, de sufrimiento. Todos reflejan a un julio resignado, que no teme a la muerte, a su partida y que a la vez vive y siente que no ha concluido su misión… y no se resiste, un ser humano que como humano se acepta.

Pero si bien Julio alcanza el firmamento sentimental, su más impactante aporte lo realiza a partir de su visión de la problemática social de Cabral. Su poemas La Tilapiera de Cabral, El Carretillero, El Carbonero y Pobre Sociedad son cuatro poemas que retratan la dura sobrevivencia de nuestra gente pobre de Cabral y la realidad social de todos y colocan a nuestro autor como un hombre de profundos sentimientos y sensibilidad social.

Los primeros cuatro versos de La Tilapiera de Cabral son emblemáticos, representativos de la lucha diaria de ese trabajador ser humano que representa la mujer cabraleña, nos dicen: Que alegre anda la tilapiera, llevando en venta su pescado, a toda hora camina por doquiera, en busca de sus hijos el bocado. Y El Carretillero, dedicado a Rafael Féliz (Boito), es un doloroso reclamo, un grito profundo contra el desprecio, el maltrato, la humillación y la constante burla de que son objeto nuestros pobres y principalmente aquellos explotados que se han ganado la vida al servicio de los grandes y pequeños comerciantes, sea acarreando mercancías en una carretilla o vendiendo productos en las calles. Esos pacientes e impacientes seres humanos, que han sido objeto de tantos maltratos físicos y sicológicos; y Pobre sociedad es un lastimoso poema en versos sueltos que llevan al lector por situaciones sociales del pueblo que calan en lo más profundo del sentimiento humano.

Y no culmina allí, en La Nochebuena y la octava cuarteta de Otros versos breves está marcada una dolorosa realidad que pervive en nuestros campos: la tristeza, la pobreza, la desesperanza. En esa octava cuarteta se evoca la hermosura de las tardes de nuestro Cabral, pero según plantea Julio, estas quedan eclipsadas por la tristeza de la gente sencilla que en él vive, la que está atrapada En la miseria y la pobreza, sin poder más que resignar al día que declina y pensar en el mañana incierto: pensar en nada.

Su sensibilidad social traspasa la realidad humana… y penetra en lo medioambiental. Sus poemas ¡Salvemos a Barahona¡ y Mi río Yaque son un reclamo, un profundo llamado a la reflexión, un grito de dolor que indica las condiciones ambientales de nuestros ríos y ciudades, que infiere la indiferencia, que anuncia el desastre ecológico y que llama, clama por la atención, por el cuidado, por el ambiente como parte de la vida, del ser humano, del país.

Tiempo Después, primer libro de Julio Gómez Féliz, en un reflejo del hombre y la mujer cabraleña, de su realidad social y económica, de sus costumbres, cultura, de su historia, es un libro que hay que leer en versos y comprenderlo en prosa, un trabajo que debe servir para conocer, aceptar la problemática del pueblo, un introito para identificar nuestros males, nuestras luchas, nuestra vida, nuestra identidad, es un trabajo poético escrito por él, pero no es de él, es de la sociedad cabraleña, es de todos, allí nos reflejamos, estamos todos, es Cabral.

Apoyemos todos a Julio Gómez Féliz y a su Tiempo Después.
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