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La Santa Rebelde: Bonifacia Rodríguez de Castro, la defensora de las mujeres trabajadorasLo último que se podía imaginar Bonifacia Rodríguez de Castro cuando murió en 1905 fue que algún día la harían santa. Tenía firmes motivos para que semejante idea no se le pasara ni por asomo por la cabeza: sus superiores eclesiásticos la habían hecho la vida imposible, la habían destituido como superiora de la congregación que ella misma había fundado, la habían apartado como si fuera una apestada y se habían encargado de hacer todo lo posible por enterrar su figura. Todo ello, en castigo por su obstinada defensa de las mujeres trabajadoras en una época –los inicios de la revolucion industrial en España- en que nadie daba un duro por ellas... "Cuando murió ya estaba enterrada en el olvido, después de sufrir injusticias y humillaciones a las que respondió con el silencio y el perdón". La madre Bonifacia probablemente se estará ahora revolviendo en su tumba de puro regocijo. Porque, contra todo pronóstico, Benedicto XVI la elevará hoy a los altares en una ceremonia solemne en la Plaza de San Pedro. La monja rebelde y tozuda, que se negó a dar a su brazo a torcer ante la jerarquía de la Iglesia y fue represaliada por ello, convertida en santa. Quién se lo iba a decir. "Efectivamente, parecía imposible", admite Victoria López, postuladora de la causa de canonización de Bonifacia.
"Cuando murió ya estaba enterrada en el olvido, después de sufrir numerosas injusticias y humillaciones por parte de sus superiores eclesiásticos a las que erspondió con el silencio y el perdón. Hasta tal punto había sido fuerte la campaña de acoso y derribo contra ella que numerosas hermanas de su propia congregación ni siquiera sabían que la madre Bonifacia era la fundadora de las Siervas de san José".