Depredación de cuencas “asesina” a los ríos dominicanos
LOS RÍOS DOMINICANOS SE HAN CONVERTIDO EN ESTACIONARIOS Y SOLO LLEVAN CAUDAL ABUNDANTE CON LAS COPIOSAS LLUVIAS
La generación eléctrica, la producción agrícola y el consumo de agua potable están amenazados en República Dominicana por la situación en que se encuentran los ríos, a causa de la deforestación de la cual han sido víctimas sus cuencas por la intervención humana.
Pareciera que contra los acuíferos de esta nación pesa una condena de muerte, lo cual se percibe con la agonía de ríos que hasta mediados de los años 90's tenían caudal importante y que hoy su lecho sólo deja ver un manto de arena y piedras.
La causa, como señala el experto en medio ambiente, Eleuterio Martínez, es por la depredación de sus cuencas alta y media que han sido desmontadas para la confección de madera preciosa, así como por la práctica del conuquismo y pastos para el ganado.
“Los productores se entrenarán para se apoye en las herramientas de conservación del suelo y el agua en su medio de subsistencia”
Ernesto Reyna, Ministro de Medio AmbienteDe esta desgracia no ha escapado ni siquiera la región más crítica de esta nación, la cual es responsable de producir y suministrar agua a casi el 80 por ciento de la población dominicana y a la mayor parte de Haití, la cual ha sido llamada Madre de las Aguas, ubicada en la Cordillera Central.
Se trata de una extensión que abarca el cinco por ciento del territorio nacional que, por su valor en la producción de agua, está protegida por cinco parques nacionales, no obstante la deforestación resultante del madereo comercial, la agricultura y la ganadería, han ocasionado la erosión y sedimentación del suelo, lo que plantea amenazas graves a la integridad de los recursos terrestres y acuáticos.
“Nuestra aspiración es que los ríos tengan un caudal estable, porque la mayoría de ellos sólo tienen agua en las épocas de lluvias y días después se escurren”, Eleuterio Martínez, ecologista Río secos. En los municipios San Cristóbal, Baní, Azua, Neiba, San José de Ocoa y San Juan hay una cadena de ríos que agonizan o se han secado de forma total, porque los bosques que protegían sus cuencas ya no existen.
Entre ellos se encuentran los ríos Nigua, Baní, Ocoa, Yubaso, Tábara, Panzo, Estero y Barrero de Neiba, y el San Juan, los cuales sólo conducen agua cuando llueve de forma torrencial, pero se esfuma al cabo de unos días.
La situación de los ríos de la provincia Azua es más patética aún, porque han muerto casi en su totalidad.
Esta provincia sobrevive por las aguas del río Yaque del Sur que aporta ocho metros cúbicos de agua por segundo para la producción agrícola a través del canal Ysura.
Y es que los ríos Chiquito, Las Charcas o Grande, Vía, Irabón, Jura y Tábara, sólo tienen un poco de caudal en su parte alta, porque desde que entran a la ciudad desaparecen.
Esto ha llevado a que se haga una sobre explotación de las aguas subrerraneas de Azua con el uso de campos de pozo, lo cual representa una amenaza para su creciente agricultura, porque sus suelos corren el riesgo de salinizarse como ocurrió en el Este del país.
De igual forma, se secó el río Blanco de Jimaní y otros como ocurrió en el vecino Haití, donde sus ríos desaparecieron porque acabaron con sus bosques.
“Hay ríos que tienen problemas de caudal, porque ha habido un proceso de deforestación”, dijo Frank Rodríguez, director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi).
Agregó que los ríos del país están sedimentados y han perdido su cauce original expandiéndose de su lecho, lo que se ha convertido en una amenaza para la producción agrícola y la vida humana.
No obstante, la zona más maltratada por la deforestación es la cuenca del río Yaque del Norte a la altura de Jarabacoa, porque toda la cuenca que recoge agua para las presas de Tavera y Bao, fue extremadamente explotada.
A una gran parte del alto Yaque sólo le queda verde la zona del parque Armando Bermúdez, en la Cordillera Central.
“Es una desgracia tener ganadería en la parte alta de los ríos, porque nos está dejando sin agua. El río Yaque del Norte realmente da pena por la torrencialidad que tiene, lo cual ha arrojado más sedimentos a la presa de Tavera y Bao que agua por la erosión del suelo”, comentó Eleuterio Martínez.
Manifestó que por el problema planteado, los ríos dominicanos se han convertido en estacionarios, o sea, que solamente llevan un caudal importante en la época lluviosa, porque sus cuencas están “calvas”.
Produce alimentos
El río Yuna es la fuente de abastecimiento de la población dominicana, ya en sus cuencas es donde se produce la mayor cantidad de arroz, habichuela y plátano de este país mediante sistemas de riego.
Sin embargo, este río pasó de ser caudaloso a intermitente, pues prácticamente se seca en época de estiaje.
Y es que en su cabecera, desde la loma de Los Novillos, Loma Colorada, del río Colorado y la zona de Blanco, fue desmontado.
Fruto de esa situación en cada una de sus crecientes ha arrastrado cantidades inmensas de sedimentos, al punto que niveló su cauce con el pueblo de Bonao, que ahora está bajo la amenaza de que penetre en cualquier momento.
“El gran soporte, la gran mina alimenticia que tiene el país, se llama el río Yuna por lo que se precisa que se le dedique una atención especial, al igual que al Yaque del Norte y Yaque del Sur que le siguen”, consideró Martínez.
Pero la preocupación por el futuro del Yuna no sólo la expresa Martínez, sino las personas que nacieron y crecieron en sus entornos, quienes temen que le pase lo mismo que al Yubaso de San Cristóbal, que se secó.
“En mi juventud recuerdo que cuando el río Yuna crecía había que esperar entre 15 días y un mes para cruzarlo, pero ahora este río se ha convertido en un cañito que uno cruza 48 horas después de hacer una creciente”, dijo el señor Ramón Reyes, de 72 años de edad, quien habita en la comunidad Los Platanitos del Yuna en la provincia Monseñor Nouel.
El peligro
La comisión de encausamiento de los ríos que integran el Indrhi y los ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas, identificó 52 puntos vulnerables en el país donde la gente vive con tensión cuando se habla de lluvia por las características de los ríos cercanos.
Entre ellos identificaron las comunidades Rancho Arriba, Las Auyamas y Arroyo La Vaca, que están bajo amenaza por el río Nizao, así como las comunidades Los Ranchitos y Sabana Larga, que viven en vilo por el río Ocoa.
Entre otras comunidades se encuentran también Canoa, Bombita, Jaquimeyes, Palo Alto, La Hoya, Uvilla, El Jobo y El Peñón de Barahona, todas anegadas cuando crece el río Yaque del Sur.
También identificaron el municipio Cambita Garabito, donde el río Yubaso penetra con cada crecida que hace.
La comisión identificó asimismo las localidades Sabaneta, Rancho Viejo, Jamo, Las Maras y Las Yayas, por donde el río Camú penetra cuando hace creciente.
Asimismo, las comunidades Los Quemados, Tramo Puente Cotuí-Las Matas, La Lechoza, Villa Riva, Arenoso, Barracote y Desembocadura, donde sus habitantes padecen las peores inundaciones causadas por el río Yuna.
En el río Helechal se identificó un tramo de 2.5 kilómetros en Papagayo.
En el río Yaque del Norte fueron identificados nueve kilómetros vulnerables donde habitan miles de familia en Rafey, Santiago, Palo Verde, Batey El Higüero, aguas arriba del puente Patiño y en Nibaje. En el río San Juan identificaron 3.2 kilómetros dentro de la provincia San Juan de la Maguana, mientras que en el río La Cueva y El Jaya las comunidades más vulnerables a inundación son Cruce de Laguna de Paadre Las Casa y el municipio San Francisco de Macorís.
(+)
LA NATURALEZA PERDONA LA VIDA DE UN RÍO
Con el río Inoa de San José de Las Matas está ocurriendo algo espectacular, y es que después de años moribundo, su cauce se ha recuperado.
Todo esto ha sido posible porque la loma Higua, donde nace, ha recompuesto su vegetación. Eleuterio Martínez lo describe como un caso excepcional, porque en su experiencia nunca ha visto un río que sobreviva después de moribundo.
Detalló también que el río mejor protegido del país es el Mao, porque mantiene un caudal estable.
Por : Adriana Peguero
Tomada del Listindiario.com
La generación eléctrica, la producción agrícola y el consumo de agua potable están amenazados en República Dominicana por la situación en que se encuentran los ríos, a causa de la deforestación de la cual han sido víctimas sus cuencas por la intervención humana.
Pareciera que contra los acuíferos de esta nación pesa una condena de muerte, lo cual se percibe con la agonía de ríos que hasta mediados de los años 90's tenían caudal importante y que hoy su lecho sólo deja ver un manto de arena y piedras.
La causa, como señala el experto en medio ambiente, Eleuterio Martínez, es por la depredación de sus cuencas alta y media que han sido desmontadas para la confección de madera preciosa, así como por la práctica del conuquismo y pastos para el ganado.
“Los productores se entrenarán para se apoye en las herramientas de conservación del suelo y el agua en su medio de subsistencia”
Ernesto Reyna, Ministro de Medio AmbienteDe esta desgracia no ha escapado ni siquiera la región más crítica de esta nación, la cual es responsable de producir y suministrar agua a casi el 80 por ciento de la población dominicana y a la mayor parte de Haití, la cual ha sido llamada Madre de las Aguas, ubicada en la Cordillera Central.
Se trata de una extensión que abarca el cinco por ciento del territorio nacional que, por su valor en la producción de agua, está protegida por cinco parques nacionales, no obstante la deforestación resultante del madereo comercial, la agricultura y la ganadería, han ocasionado la erosión y sedimentación del suelo, lo que plantea amenazas graves a la integridad de los recursos terrestres y acuáticos.
“Nuestra aspiración es que los ríos tengan un caudal estable, porque la mayoría de ellos sólo tienen agua en las épocas de lluvias y días después se escurren”, Eleuterio Martínez, ecologista Río secos. En los municipios San Cristóbal, Baní, Azua, Neiba, San José de Ocoa y San Juan hay una cadena de ríos que agonizan o se han secado de forma total, porque los bosques que protegían sus cuencas ya no existen.
Entre ellos se encuentran los ríos Nigua, Baní, Ocoa, Yubaso, Tábara, Panzo, Estero y Barrero de Neiba, y el San Juan, los cuales sólo conducen agua cuando llueve de forma torrencial, pero se esfuma al cabo de unos días.
La situación de los ríos de la provincia Azua es más patética aún, porque han muerto casi en su totalidad.
Esta provincia sobrevive por las aguas del río Yaque del Sur que aporta ocho metros cúbicos de agua por segundo para la producción agrícola a través del canal Ysura.
Y es que los ríos Chiquito, Las Charcas o Grande, Vía, Irabón, Jura y Tábara, sólo tienen un poco de caudal en su parte alta, porque desde que entran a la ciudad desaparecen.
Esto ha llevado a que se haga una sobre explotación de las aguas subrerraneas de Azua con el uso de campos de pozo, lo cual representa una amenaza para su creciente agricultura, porque sus suelos corren el riesgo de salinizarse como ocurrió en el Este del país.
De igual forma, se secó el río Blanco de Jimaní y otros como ocurrió en el vecino Haití, donde sus ríos desaparecieron porque acabaron con sus bosques.
“Hay ríos que tienen problemas de caudal, porque ha habido un proceso de deforestación”, dijo Frank Rodríguez, director del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi).
Agregó que los ríos del país están sedimentados y han perdido su cauce original expandiéndose de su lecho, lo que se ha convertido en una amenaza para la producción agrícola y la vida humana.
No obstante, la zona más maltratada por la deforestación es la cuenca del río Yaque del Norte a la altura de Jarabacoa, porque toda la cuenca que recoge agua para las presas de Tavera y Bao, fue extremadamente explotada.
A una gran parte del alto Yaque sólo le queda verde la zona del parque Armando Bermúdez, en la Cordillera Central.
“Es una desgracia tener ganadería en la parte alta de los ríos, porque nos está dejando sin agua. El río Yaque del Norte realmente da pena por la torrencialidad que tiene, lo cual ha arrojado más sedimentos a la presa de Tavera y Bao que agua por la erosión del suelo”, comentó Eleuterio Martínez.
Manifestó que por el problema planteado, los ríos dominicanos se han convertido en estacionarios, o sea, que solamente llevan un caudal importante en la época lluviosa, porque sus cuencas están “calvas”.
Produce alimentos
El río Yuna es la fuente de abastecimiento de la población dominicana, ya en sus cuencas es donde se produce la mayor cantidad de arroz, habichuela y plátano de este país mediante sistemas de riego.
Sin embargo, este río pasó de ser caudaloso a intermitente, pues prácticamente se seca en época de estiaje.
Y es que en su cabecera, desde la loma de Los Novillos, Loma Colorada, del río Colorado y la zona de Blanco, fue desmontado.
Fruto de esa situación en cada una de sus crecientes ha arrastrado cantidades inmensas de sedimentos, al punto que niveló su cauce con el pueblo de Bonao, que ahora está bajo la amenaza de que penetre en cualquier momento.
“El gran soporte, la gran mina alimenticia que tiene el país, se llama el río Yuna por lo que se precisa que se le dedique una atención especial, al igual que al Yaque del Norte y Yaque del Sur que le siguen”, consideró Martínez.
Pero la preocupación por el futuro del Yuna no sólo la expresa Martínez, sino las personas que nacieron y crecieron en sus entornos, quienes temen que le pase lo mismo que al Yubaso de San Cristóbal, que se secó.
“En mi juventud recuerdo que cuando el río Yuna crecía había que esperar entre 15 días y un mes para cruzarlo, pero ahora este río se ha convertido en un cañito que uno cruza 48 horas después de hacer una creciente”, dijo el señor Ramón Reyes, de 72 años de edad, quien habita en la comunidad Los Platanitos del Yuna en la provincia Monseñor Nouel.
El peligro
La comisión de encausamiento de los ríos que integran el Indrhi y los ministerios de Medio Ambiente y Obras Públicas, identificó 52 puntos vulnerables en el país donde la gente vive con tensión cuando se habla de lluvia por las características de los ríos cercanos.
Entre ellos identificaron las comunidades Rancho Arriba, Las Auyamas y Arroyo La Vaca, que están bajo amenaza por el río Nizao, así como las comunidades Los Ranchitos y Sabana Larga, que viven en vilo por el río Ocoa.
Entre otras comunidades se encuentran también Canoa, Bombita, Jaquimeyes, Palo Alto, La Hoya, Uvilla, El Jobo y El Peñón de Barahona, todas anegadas cuando crece el río Yaque del Sur.
También identificaron el municipio Cambita Garabito, donde el río Yubaso penetra con cada crecida que hace.
La comisión identificó asimismo las localidades Sabaneta, Rancho Viejo, Jamo, Las Maras y Las Yayas, por donde el río Camú penetra cuando hace creciente.
Asimismo, las comunidades Los Quemados, Tramo Puente Cotuí-Las Matas, La Lechoza, Villa Riva, Arenoso, Barracote y Desembocadura, donde sus habitantes padecen las peores inundaciones causadas por el río Yuna.
En el río Helechal se identificó un tramo de 2.5 kilómetros en Papagayo.
En el río Yaque del Norte fueron identificados nueve kilómetros vulnerables donde habitan miles de familia en Rafey, Santiago, Palo Verde, Batey El Higüero, aguas arriba del puente Patiño y en Nibaje. En el río San Juan identificaron 3.2 kilómetros dentro de la provincia San Juan de la Maguana, mientras que en el río La Cueva y El Jaya las comunidades más vulnerables a inundación son Cruce de Laguna de Paadre Las Casa y el municipio San Francisco de Macorís.
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LA NATURALEZA PERDONA LA VIDA DE UN RÍO
Con el río Inoa de San José de Las Matas está ocurriendo algo espectacular, y es que después de años moribundo, su cauce se ha recuperado.
Todo esto ha sido posible porque la loma Higua, donde nace, ha recompuesto su vegetación. Eleuterio Martínez lo describe como un caso excepcional, porque en su experiencia nunca ha visto un río que sobreviva después de moribundo.
Detalló también que el río mejor protegido del país es el Mao, porque mantiene un caudal estable.
Por : Adriana Peguero
Tomada del Listindiario.com