“Su hijo no está enfermo. Solo hay que darle de comer.”

Por: Fran Equiza

Abdi Ahmed Yakow y su hijo Abbas. Fuente: Oxfam.

Hace más de diez días las Naciones Unidas anunciaron que regiones enteras de Somalia habían alcanzado el umbral de la hambruna. Como trabajadores humanitarios, la palabra nos golpea fuerte.

¿Hambruna? ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Cómo pudimos permitir que la situación se deteriorara a tal grado que la gente hoy muera de hambre?

Durante meses, Oxfam había venido alertando contra la inmimente crisis alimentaria, no solo en Somalia, sino en todo el Cuerno de África. Varios países han sido gravemente afectados por la sequía, incluidos Etiopía, D'Yibuti y, para mi sorpresa, el mismo país desde el que escribo estas líneas: Kenia. Recuerdo ahora que el viernes pasado, al leer las portadas de todos los diarios kenianos, los titulares decían cosas como "La vergüenza de Kenia" o "Anciana keniana muere de hambre": evidencia escalofriante de que la crisis alimentaria no tiene miramientos con nadie.


Mi equipo en la región ha estado trabajando veinticuatro horas al día para ofrecer asistencia básica a decenas de miles de personas; para prevenir muertes y salvar vidas. En estos momentos nuestros esfuerzos humanitarios alcanzan a 1,2 millones de personas en todo el Cuerno de África. Contando con la generosidad del público, incluido el español, la familia Oxfam espera poder ofrecer asistencia a algo más de 3 millones.

En la frontera entre Kenia y Somalia pudimos hablar con varios beneficiarios de la ayuda de Oxfam. Les encontramos en las afueras del campo de refugiados de Dadaab, donde estamos suministrando agua y recursos sanitarios básicos a más de 20.000 personas. Sus relatos nos han conmovido a todos y nos han motivado a esforzarnos aún más. Sus historias son tan dramáticas como inspiradoras.

La foto de arriba muestra a Abdi Ahmed Yakow, un hombre en los cincuenta a quien encontramos en su tienda en compañía de Abbas, su hijo de apenas dos años de edad. Ambos tienen buen aspecto, pero Abdi tiene una tos persistente.

- "Es por caminar largos días en el desierto; la arena me hace toser", explica. Ahora toma medicamentos para la tos. Son costosos pero su demanda va en aumento.

- ¿Y tu hijo, Abbas? ¿Cómo va superando la crisis?

- "Ahora está mejor. Cuando llegamos lo llevamos a ver al médico. Fuimos a ver al médico varias veces, porque pensábamos que estaba muy mal. Los médicos me lo pusieron claro: “Su hijo no está enfermo. Solo hay que darle de comer”.

"Le dieron 'Plumpy'nut' y mejoró".

Ese "Plumpy'nut" que menciona Abdi es un alimento hecho a base de cacahuate especialmente para situaciones de hambruna. En efecto, su pequeño luce débil pero seguro que mejorará.

La historia de Abdi se parece a las que he venido escuchando con asombrosa frecuencia en las últimas semanas. Su familia caminó 30 largos días en el desierto de Somalia para llegar hasta aquí. Su mujer, que está embarazada, apenas pudo llegar al campo. El primer día de estar en el campo dio a luz a otro niño. La madre y el bebé están aún en manos de los médicos. Esperamos que sobrevivan.

En el mismo campo de refugiados de Dadaab mi equipo habló con Nuriya Sanbur Hassan, del sur de Somalia. A sus 40 años Nuriya tiene siete hijos. Perdió un bebé a los pocos días de llegar al campo. Los médicos no pudieron salvarlo.

"Mis hijos y yo caminamos hasta aquí y en el camino lo único que comíamos eran hojas e hierba. Al segundo día de llegar aquí, a uno de mis hijos le dio diarrea, que le provocó la muerte" asegura mientras, a su alrededor, el caos causado por los cientos de personas que siguen llegando al campO, subraya lo desesperado de la situación.

"He perdido a un hijo y otra está desnutrida, pero no tengo medios para comprar leche, que es lo único que puede tomar".

A pesar de lo conmovedores que son estos relatos, de ellos tomamos la energía necesaria para hacer cada vez más y hacerlo mejor, para llegar a más personas y, esto literalmente, para salvar más vidas. Estas personas han sufrido prácticamente todo lo que un ser humano puede sufrir. Lo menos que podemos hacer por ellos es suministrarles lo básico: agua, algo de comer y un lugar donde dormir.

Cuento con el mejor equipo de Oxfam en el Cuerno de África. Hay ingenieros, trabajadores de la salud, logísticos, analistas de campo y coordinadores que han llegado hasta aquí para establecer los mejoras programas posibles para cientos de miles de personas. Con su ayuda y el apoyo de ustedes, el público, podremos ofrecer algún nivel de confort y acaso cierta sensación de normalidad para gente como Abdi y Nuriya.
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