Inoperancia de los destacamentos policiales

Por: Felipe Mora, periodista

Es un secreto a voces que los destacamentos policiales hace mucho tiempo que no cumplen con la función para la cual fueron creados.

En medio de tantos actos delincuenciales, lo mismo que el incremento de casos de riñas, que ya han pasado a ser parte de nuestra cotidianidad, en muchas ocasiones la ciudadanía se siente desprotegida cuando tiene que acudir a uno de esos recintos.

La principal falla de esas dependencias de la Policía Nacional radica en que no disponen –en su inmensa mayoría- del número de efectivos que debieran tener, siempre guardando la proporción con el número de habitantes de los lugares donde operan.

Cuando ocurre un hecho que amerite la presencia de agentes policiales de un destacamento en determinado sector, la excusa es que no hay disponibilidad, o en última instancia que hay que irlos a buscar en un vehículo que nada tiene que ver con la institución llamada a resguardar el orden público.

Tan solo con lo expuesto más arriba se da uno cuenta que los destacamentos de por sí son inoperantes. Estos no solo pueden operar para recibir presos que lleve una patrulla policial, ya sea que los traslade en vehículo, o a pie.

Pero más inoperante aún son esas dependencias cuando uno se entera que hay comandantes y subalternos que se confabulan con lo peor que pueda existir en una determinada comunidad, como son los casos de los cabecillas de puntos de venta de drogas, dueños de bancas de apuestas, de discotecas, de centros de prostitución, etc., etc. La mayor parte de los destacamentos tiene de comandante a un teniente, o en su defecto un sargento. En menor cantidad los hay que son comandados por un capitán.

La Jefatura de la Policía Nacional debe tener en su agenda de prioridades lo que se puede catalogar como una reingeniería de las funciones de los destacamentos a nivel del Distrito Nacional y de todas las provincias del país. En el año 2008, el anterior jefe policial Rafael Guillermo Guzmán Fermín, ante una pregunta de quien escribe durante una visita que el hiciera al diario El Caribe, le inquirí respecto a la inoperancia de los destacamentos, y qué se podía hacer.

Su respuesta fue que precisamente se estaba contemplando, en coordinación con el Ministerio de Interior y Policía, poner en práctica una política de interrelacionar la labor de los destacamentos, y que en un futuro estos pudieran realizar una labor acorde a los tiempos modernos.

No es un secreto para nadie que los destacamentos o puestos policiales diseminados por amplias zonas del país carecen de lo más elemental para mantenerse como tales y brindar un servicio eficiente a la población. Hay infinidad de destacamentos en locales desvencijados, y los que son de madera con los setos cayéndose a pedazos. Ni hablar del cuartucho utilizado como celda en cada uno de esos lugares. A quien “le dan llave” ahí es como llegar a la antesala del infierno.

Bien adentrado en el siglo XXI, cuando la tecnología marcha a pasos de gigante en el mundo, no es posible que en este país encontremos escribientes en destacamentos que utilizan una vieja mascota para anotar las incidencias o reportes del día.

Aparte de todos esos inconvenientes, uno que a la postre resulta de suma gravedad es cuando un ciudadano va a solicitar los servicios de esa dependencia policial, digamos en casos de querella, denuncia, o para reportar alguna anormalidad en un determinado sector o comunidad. Sucede que, en no pocos casos, el o los policías que le reciben lo hacen de forma medalaganaria, con cierta prepotencia, o simplemente le reclaman alguna dádiva, porque “uté sabe como ta ‘eto”.

Si ese ciudadano no accede a los requerimientos del o los policías que le reciben, pues difícilmente pueda tener suerte en la denuncia que haya hecho.

Con cierta frecuencia lugareños se aproximan a destacamentos aledaños a sus respectivas comunidades para reclamar mayor protección cuando son víctimas de robos, atracos y otras fechorías en esos lugares. Pero la respuesta más socorrida de los comandantes de esos destacamentos es señalarles a juntas de vecinos y comités de residentes que para que los policías asignados puedan incluir esos sectores en labores de patrullaje, deberán facilitarles motores, y de vez en cuando “dejarse caer” por el indicado destacamento, ya saben a qué.

La nueva ley de reforma policial tiene que poner especial atención en priorizar el tema de los destacamentos, que ya en pleno siglo XXI son totalmente inoperantes, y que muy poco aportan a la colectividad.

Por Felipe Mora

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