Mella, valor y decisión en aras de la libertad

De todos los integrantes del movimiento clandestino La Trinitaria, Matías Ramón Mella, de quien hoy se conmemora el 195 aniversario de su natalicio, fue el que más puso de manifiesto la estrategia y la formación militar para consumar el trabucazo que nos legó la dominicanidad.

En ausencia de Juan Pablo Duarte por causa de destierro, tocó a Mella, en sustitución de Juan Nepomuceno Ravelo, la responsabilidad de poner en práctica sus dotes de hábil negociador para granjearse la adhesión a la causa de los partidarios del movimiento haitiano La Reforma, liderado por Charles Herald.

Sin embargo, en el espíritu independentista de Mella también concurre su firme convicción de la autodeterminación dominicana y su decidida inclinación antihaitiana, exacerbada durante el desempeño de las funciones de “Preposé” o encargado de la común de San Cristóbal en los años finales de la ocupación de Jean Pierre Boyer.

Duarte visualizó que era imposible la separación de Haití del pueblo dominicano sin la ayuda de Charles Hérald, por lo que esa visión política la confió en Mella, quien se alió con el líder de la oposición haitiana para derrocar a Boyer, en 1843.

Esa alianza de los trinitarios con los revolucionarios reformistas haitianos fue coyuntural, porque nunca entre éstos hubo un interés manifiesto para apoyar a los independentistas dominicanos.

Y, en efecto, Herald no reciprocó el apoyo que dieron los trinitarios a sus planes políticos, encarcelando a Mella en Puerto Príncipe, tan pronto se alzó con el poder, porque, en el fondo, nunca Haití asumió la separación de la parte Este de la isla.

Mella sufrió los rigores del oportunismo haitiano, pero fue también táctico: respaldó a Herald durante la revuelta que éste enfrentó en su contra en Puerto Príncipe.

En cambio, Mella fue liberado.

Surgió, pocos meses después de este episodio, la indecisión entre los independentistas para acordar la fecha de la acción militar que dieo al traste con los propósitos libertarios. Los trinitarios tuvieron que maniobrar rápido para impedir que los “afrancesados” abortaran el proceso, conscientes los trinitarios del apoyo que brindaba Francia a ese movimiento para que la parte Este de la isla pasara a ser un protectorado de la nación europea.

El acta de separación del 16 de enero de 1844 corría el peligro de fracasar, debido al oportunismo manifiesto de los “afrancesados” en adelantarse a los planes de los trinitarios. Las dudas y la vacilación se apoderaron de los revolucionarios dominicanos en momentos en que se hacía imperante la necesidad de poner en marcha la acción libertaria que diera al traste con 22 años de ocupación haitiana.

Mella, aquella noche del 27 de febrero de 1844, acabó finalmente con la incertidumbre y, resuelto, corrió a la Puerta de la Misericordia, donde le aguardaban otros conspiradores para disparar el trabucazo, acción que fue refrendada instantes después por Francisco del Rosario Sánchez en el Baluarte de San Genaro (hoy Puerta del Conde) proclamándose así el advenimiento de la República Dominicana.

Organizador del ejército

Hijo de Antonio Mella Alvarez y Francisca Castillo, Mella nació en Santo Domingo el 25 de febrero de 1816 y murió en Santiago el 4 de junio de 1864. A los 22 años contrajo matrimonio con Josefa Brea, a quien conoció durante los aprestos revolucionarios que culminaron con la creación de La Trinitaria y con quien procreó cuatro hijos: Ramón María, Dominga América, Antonio Nicanor e Idelfoso Mella.

Durante su juventud se dedicó al negocio del corte de madera en San Cristóbal, donde conoció a Antonio Duvergé. Durante los primeros días de la Primera República fue designado gobernador de Santiago con rango de general del Ejército y delegado de la Junta Central Gubernativa.

Nombró a José María Imbert su asistente y, cuando los haitianos penetraron a Santiago, sus instrucciones se cumplieron a cabalidad para dar al traste con los aprestos de los invasores. Se destacó, asimismo, en la batalla de Las Carreras, cuando Faustin Souloque, invadió al país. En 1856, Mella recibió instrucciones para preparar un proyecto de ley para organizar el Ejército Nacional, que lo acoge como su creador y en honor a ese mérito le ha consagrado.

Del destierro a la restauración

Después de la Independencia, Matías Ramón Mella fue escogido por los trinitarios para que proclamara a Juan Pablo Duarte presidente de la Junta Central Gubernativa, decisión ésta que tuvo que pagar con el exilio al que lo condenó Pedro Santana, con quien, sin embargo, se unió a su regreso al país, tras la amnistía que a favor de los desterrados políticos dispusiera el presidente Manuel Jimenes, en 1848. Nunca se han establecido claramente las razones que tuvo Mella para aliarse a Santana.

Sin embargo, en agosto de 1861, se une a los restauradores para enfrentar los planes anexionistas a España promovido por el Mariscal de las Carreras, título conferido por los españoles al más conspicuo de sus leales admiradores en Santo Domingo.

Como estrategia militar, los restauradores confiaron las más variadas tareas a Mella, desde la organización de las tropas dirigidas por Pedro Florentino hasta la conformación de los grupos armados en la Línea Noroeste, luego de constatar al coronel Santiago Rodríguez, con quien se reúne e instruye sobre los planes contra la ocupación española. Tuvo bajo su responsabilidad la elaboración del Manuel de Guerra de Guerrillas desde el cargo de Ministerio de la Guerra.

Su enemistad con santana

Aunque no se ha determinado cómo conoció a Juan Pablo Duarte ni las circunstancias en que ingresó a La Trinitaria, Mella, conjuntamente con Francisco del Rosario Sánchez y Félix María del Monte, se adhirió a los trinitarios.

Sus cualidades militares fueron captadas por Duarte, quien le confió las tareas más difíciles en aras de la consecución de los objetivos de la separación.

Años después de la proclamación de la Independencia, Mella, pese a que Buenaventura Báez lo designó en 1849 ministro de Hacienda y Comercio, se unió a Pedro Santana, de quien se separa posteriormente por no acogerse al proyecto de anexión a España, que echaba por la borda la dominicanidad.
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