LF dice democracia mayor logro de época post Trujillo
El presidente Leonel Fernández declaró este domingo, ante el Congreso Nacional, que en casi 50 años República Dominicana ha avanzado mucho en materia de infraestructura, economía y desarrollo social, pero que el mejor punto de progreso ha sido la democracia y la libertad.
“Entre los grandes resultados de este último medio siglo, ninguno, tal vez, haya tenido la trascendencia ni haya impactado de manera tan decisiva en la vida nacional, como la conquista de la democracia y la libertad”, dijo Fernández en su discurso de rendición de cuentas por la conmemoración de la Independencia Nacional y la apertura de la primera legislatura ordinaria del año.
Para Fernández, “los logros y avances obtenidos por nuestro pueblo a lo largo de estas últimas cinco décadas, debe ser motivo de gran orgullo y regocijo para todos los dominicanos, pues además de ser la obra de todos, constituye la mejor prueba de lo que puede una nación cuando se propone entre sus objetivos, el trabajo, el progreso, la prosperidad y el bienestar”.
A continuación, los primeros párrafos del discurso del mandatario:
En este año, 2011, se cumple el cincuenta aniversario del desplome de una de las más férreas, brutales y sanguinarias dictaduras de América Latina: la de Rafael Leonidas Trujillo.
Desde ese episodio al momento actual, la trasformación experimentada por la República Dominicana en todos los órdenes, ha sido asombrosa e impresionante.
En 1961, la población dominicana alcanzaba a 3 millones 300 mil personas, de las cuales 65% vivía en el campo y sólo el 35% en las ciudades.
En la actualidad, tenemos una población de 9 millones 900 mil personas, lo que indica que en cincuenta años, se ha multiplicado por tres; y al revés de lo que ocurría antes, ahora el 70% vive en ciudades y sólo el 30% en la zona rural.
En 1961, el Producto Interno Bruto de la República Dominicana, medido en paridad de poder de compra de 1990, fue de 4 mil 100 millones de dólares. La producción per cápita, de 1 mil 232 dólares.
En estos momentos, la producción total de nuestro país es de 51 mil millones de dólares, trece veces más que a la muerte de Trujillo; la producción per cápita se incrementó por más de cuatro, al pasar a 5 mil 218 dólares.
En 1961, la esperanza de vida al nacer era de 54 años. Ahora es de 72; y a un hombre de 50 años todavía se le considera joven. Válido para muchos de nosotros. Incluso, a veces, en tono jocoso, se le dice: ²Un muchacho de 50 años.²
A la caída de la dictadura, el 35% de la población con más de 15 años de edad era analfabeta. Actualmente, eso se ha reducido a un 10.8%.
Por cada mil niños nacidos vivos, morían 117. Ahora, sólo 30.
Se ha incrementado de manera significativa el porcentaje de hogares con acceso a agua potable, a la electricidad y al uso de neveras y estufas, al tiempo que se ha reducido el número de hogares que utilizan carbón vegetal o viviendas con pisos de tierra.
En los últimos 50 años se ha eliminado la incidencia del sarampión, la poliomielitis, la difteria, la tos ferina y la tuberculosis.
Los cambios acaecidos se pueden observar en la cantidad de vehículos, carreteras, escuelas, hospitales, universidades, puentes, viviendas, edificios, establecimientos comerciales, lugares turísticos, centros de diversión y oficinas profesionales.
Actualmente, en nuestro país hay 8.8 millones de teléfonos móviles, lo que nos convierte en una de las naciones con mayor densidad telefónica del mundo, a nivel de España, Francia y Gran Bretaña.
Hace 50 años, la ciudad de Santo Domingo se extendía al Norte hasta la ribera del Río Isabela; hacia el Este, hasta lo que hoy se conoce como Ensanche Alma Rosa; y por el Oeste hasta la actual Avenida Abraham Lincoln.
Hoy, es una importante metrópolis, llena de energía y vitalidad, con grandes avenidas, áreas verdes, elevados, túneles, metro y gigantescos edificios, todo lo cual produce el deleite de nuestros compatriotas y el reconocimiento de quienes nos visitan.
El año pasado, la ciudad de Santo Domingo fue declarada Capital Americana de la Cultura.
Nada de cuanto he dicho significa que no tengamos carencias, deficiencias y limitaciones. Para alcanzar las metas de un verdadero desarrollo incluyente, que reduzca la pobreza, fomente el empleo y garantice la satisfacción de las necesidades básicas de todo ser humano, aún es mucho lo que nos queda por recorrer.
Pero los logros y avances obtenidos por nuestro pueblo a lo largo de estas últimas cinco décadas, debe ser motivo de gran orgullo y regocijo para todos los dominicanos, pues además de ser la obra de todos, constituye la mejor prueba de lo que puede una nación cuando se propone entre sus objetivos, el trabajo, el progreso, la prosperidad y el bienestar.
No obstante, entre los grandes resultados de este último medio siglo, ninguno, tal vez, haya tenido la trascendencia ni haya impactado de manera tan decisiva en la vida nacional, como la conquista de la democracia y la libertad.
Es cierto, también, que aún se trata de una democracia embrionaria e imperfecta, afectada de debilidades e inconsistencias, pero nos ha costado como pueblo tanta sangre, tanto dolor, tantas lágrimas y tanto sacrificio, que lo único que podemos hacer es comprometernos todos, sin distinción de ningún género, a hacer de ella la fuente de la paz, la justicia, la armonía y la convivencia civilizada del pueblo dominicano, como lo soñaron Duarte, Sánchez y Mella, así como otros grandes patriotas y héroes nacionales.
“Entre los grandes resultados de este último medio siglo, ninguno, tal vez, haya tenido la trascendencia ni haya impactado de manera tan decisiva en la vida nacional, como la conquista de la democracia y la libertad”, dijo Fernández en su discurso de rendición de cuentas por la conmemoración de la Independencia Nacional y la apertura de la primera legislatura ordinaria del año.
Para Fernández, “los logros y avances obtenidos por nuestro pueblo a lo largo de estas últimas cinco décadas, debe ser motivo de gran orgullo y regocijo para todos los dominicanos, pues además de ser la obra de todos, constituye la mejor prueba de lo que puede una nación cuando se propone entre sus objetivos, el trabajo, el progreso, la prosperidad y el bienestar”.
A continuación, los primeros párrafos del discurso del mandatario:
En este año, 2011, se cumple el cincuenta aniversario del desplome de una de las más férreas, brutales y sanguinarias dictaduras de América Latina: la de Rafael Leonidas Trujillo.
Desde ese episodio al momento actual, la trasformación experimentada por la República Dominicana en todos los órdenes, ha sido asombrosa e impresionante.
En 1961, la población dominicana alcanzaba a 3 millones 300 mil personas, de las cuales 65% vivía en el campo y sólo el 35% en las ciudades.
En la actualidad, tenemos una población de 9 millones 900 mil personas, lo que indica que en cincuenta años, se ha multiplicado por tres; y al revés de lo que ocurría antes, ahora el 70% vive en ciudades y sólo el 30% en la zona rural.
En 1961, el Producto Interno Bruto de la República Dominicana, medido en paridad de poder de compra de 1990, fue de 4 mil 100 millones de dólares. La producción per cápita, de 1 mil 232 dólares.
En estos momentos, la producción total de nuestro país es de 51 mil millones de dólares, trece veces más que a la muerte de Trujillo; la producción per cápita se incrementó por más de cuatro, al pasar a 5 mil 218 dólares.
En 1961, la esperanza de vida al nacer era de 54 años. Ahora es de 72; y a un hombre de 50 años todavía se le considera joven. Válido para muchos de nosotros. Incluso, a veces, en tono jocoso, se le dice: ²Un muchacho de 50 años.²
A la caída de la dictadura, el 35% de la población con más de 15 años de edad era analfabeta. Actualmente, eso se ha reducido a un 10.8%.
Por cada mil niños nacidos vivos, morían 117. Ahora, sólo 30.
Se ha incrementado de manera significativa el porcentaje de hogares con acceso a agua potable, a la electricidad y al uso de neveras y estufas, al tiempo que se ha reducido el número de hogares que utilizan carbón vegetal o viviendas con pisos de tierra.
En los últimos 50 años se ha eliminado la incidencia del sarampión, la poliomielitis, la difteria, la tos ferina y la tuberculosis.
Los cambios acaecidos se pueden observar en la cantidad de vehículos, carreteras, escuelas, hospitales, universidades, puentes, viviendas, edificios, establecimientos comerciales, lugares turísticos, centros de diversión y oficinas profesionales.
Actualmente, en nuestro país hay 8.8 millones de teléfonos móviles, lo que nos convierte en una de las naciones con mayor densidad telefónica del mundo, a nivel de España, Francia y Gran Bretaña.
Hace 50 años, la ciudad de Santo Domingo se extendía al Norte hasta la ribera del Río Isabela; hacia el Este, hasta lo que hoy se conoce como Ensanche Alma Rosa; y por el Oeste hasta la actual Avenida Abraham Lincoln.
Hoy, es una importante metrópolis, llena de energía y vitalidad, con grandes avenidas, áreas verdes, elevados, túneles, metro y gigantescos edificios, todo lo cual produce el deleite de nuestros compatriotas y el reconocimiento de quienes nos visitan.
El año pasado, la ciudad de Santo Domingo fue declarada Capital Americana de la Cultura.
Nada de cuanto he dicho significa que no tengamos carencias, deficiencias y limitaciones. Para alcanzar las metas de un verdadero desarrollo incluyente, que reduzca la pobreza, fomente el empleo y garantice la satisfacción de las necesidades básicas de todo ser humano, aún es mucho lo que nos queda por recorrer.
Pero los logros y avances obtenidos por nuestro pueblo a lo largo de estas últimas cinco décadas, debe ser motivo de gran orgullo y regocijo para todos los dominicanos, pues además de ser la obra de todos, constituye la mejor prueba de lo que puede una nación cuando se propone entre sus objetivos, el trabajo, el progreso, la prosperidad y el bienestar.
No obstante, entre los grandes resultados de este último medio siglo, ninguno, tal vez, haya tenido la trascendencia ni haya impactado de manera tan decisiva en la vida nacional, como la conquista de la democracia y la libertad.
Es cierto, también, que aún se trata de una democracia embrionaria e imperfecta, afectada de debilidades e inconsistencias, pero nos ha costado como pueblo tanta sangre, tanto dolor, tantas lágrimas y tanto sacrificio, que lo único que podemos hacer es comprometernos todos, sin distinción de ningún género, a hacer de ella la fuente de la paz, la justicia, la armonía y la convivencia civilizada del pueblo dominicano, como lo soñaron Duarte, Sánchez y Mella, así como otros grandes patriotas y héroes nacionales.