Índices de Criminalidad: Percepciones y Realidades
Por: Lic. Jorge A. Abreu Eusebio.
En nuestro país, las cifras oficiales y los anuncios recurrentes de las autoridades encargadas de velar por la seguridad ciudadana emiten informaciones como si estuvieran en sus manos varitas mágicas y divulgan que el flagelo delincuencial está siendo controlado y que los índices de la criminalidad descienden cada día y de que su tendencia avanza hacia cero.
Un día brindan estas informaciones a la prensa nacional y al día siguiente aparecen en esa misma prensa informaciones de violencias sangrientas, crímenes y asesinatos, inclusive según esos mismos medios de envenenamientos a dos abogados.
Los datos se acomodan; pero, la realidad existente es otra que desborda los límites de la tolerancia y la capacidad de las instituciones que deben combatirlo, porque a diario ocurren hechos violentos, robos y secuestros que no son denunciados, quedando en el anonimato y sólo conocido por algunas personas cercanas a la víctima, las cuales tienen terror y miedo de hacer las denuncias por temor a represalias por parte de los agentes infractores, como ha ocurrido en innumerables casos.
Recurrentemente aquí en Barahona roban passolas y los dueños se ven en la obligación de negociar con los actores de esos hechos, teniendo que pagar altas sumas de dinero para poder recuperarlas; o sea, pagar para tener que recuperar lo que es de su propiedad. Lo mismo ocurre con los asaltos, robos de celulares, carteras y prendas, siendo en la mayoría de los casos a mano armada y a plena luz del día y todo sigue su agitado curso de manera normal. Hay una angustia generalizada que se cierne sobre los habitantes de Barahona, los cuales vivimos en un estado de permanente angustia y los mismos ya no se atreven a ponerse prendas de ningún tipo porque no respetan nada. Una especie de paranoia colectivizada frente a los atracos y robos.
Aunque algunos autores atribuyen el auge de la delincuencia a la pobreza, a la marginalidad, a la falta de oportunidades y a la falta de empleos, si bien es cierto que esto pudiere influir; pero, en realidad los atracos y robos que hacen mayormente los jóvenes, adolescentes y menores, no son para satisfacer sus necesidades básicas, ni para alimentar a sus familias; es en gran escala para otros fines que van unidos con la vida fácil y licenciosa, para la competencia con los demás, por otras causas y factores que nada tienen que ver con alimentación y supervivencia, a la falta de formación en el hogar en un porcentaje sumamente elevado lo que influye directamente y en gran escala en la falta de valores o su inversión, cobrando vida en tal sentido las canciones del Morocho Carlos Gardel ‘Cambalache y Yira’.
Las informaciones y datos que se vierten a la población indican que la sensación y percepción de los grados de inseguridad pública no se relacionan de manera directa y armónica con las incidencias o hechos delincuenciales cotidianos, lo cual se traduce en que el temor que las personas sienten hacia el crimen es sumamente mayor a la posibilidad real de ser víctima de un delito de cualquier naturaleza, influenciado bajo las premisas informativas de los medios de comunicación plagados de noticias de casos específicos de delitos a los cuales se les dan enorme difusión y por lo que se escucha a diario en las calles, barrios y por donde quiera que se mueven las personas en el accionar de sus vidas, provocando un efecto multiplicador en la sensación de inseguridad en el comportamiento de los individuos.
Y esto no ocurre sólo en la República Dominicana; todas las encuestas que se realizan a nivel mundial arrojan como datos constantes en cada medición revelando que la característica principal de los fenómenos delictivos es la percepción de que crece sin cesar en porcentajes elevados sin control, mientras una minoría dice lo contrario, así como las percepciones sobre la ineficiente respuesta de las instituciones encargadas de la seguridad pública como los cuerpos policiales y de la justicia penal, además del crecimiento de los delitos debido a sus mayores métodos y herramientas para burlar la justicia llevándoles la delantera a quienes están para combatir este flagelo que arropa inmisericorde a toda la sociedad.
Lic. Jorge A. Abreu Eusebio
‘‘Cuando Dios te lleva al borde del acantilado, confía en él plenamente y déjate llevar. Sólo 1 de 2 cosas va a suceder: o él te sostiene cuando tu te caes; o te va a enseñar a volar’’
Y recuerda: No importa que la rama cruja cuando el pájaro cante, cuando él está seguro de lo que son sus alas.
En nuestro país, las cifras oficiales y los anuncios recurrentes de las autoridades encargadas de velar por la seguridad ciudadana emiten informaciones como si estuvieran en sus manos varitas mágicas y divulgan que el flagelo delincuencial está siendo controlado y que los índices de la criminalidad descienden cada día y de que su tendencia avanza hacia cero.
Un día brindan estas informaciones a la prensa nacional y al día siguiente aparecen en esa misma prensa informaciones de violencias sangrientas, crímenes y asesinatos, inclusive según esos mismos medios de envenenamientos a dos abogados.
Los datos se acomodan; pero, la realidad existente es otra que desborda los límites de la tolerancia y la capacidad de las instituciones que deben combatirlo, porque a diario ocurren hechos violentos, robos y secuestros que no son denunciados, quedando en el anonimato y sólo conocido por algunas personas cercanas a la víctima, las cuales tienen terror y miedo de hacer las denuncias por temor a represalias por parte de los agentes infractores, como ha ocurrido en innumerables casos.
Recurrentemente aquí en Barahona roban passolas y los dueños se ven en la obligación de negociar con los actores de esos hechos, teniendo que pagar altas sumas de dinero para poder recuperarlas; o sea, pagar para tener que recuperar lo que es de su propiedad. Lo mismo ocurre con los asaltos, robos de celulares, carteras y prendas, siendo en la mayoría de los casos a mano armada y a plena luz del día y todo sigue su agitado curso de manera normal. Hay una angustia generalizada que se cierne sobre los habitantes de Barahona, los cuales vivimos en un estado de permanente angustia y los mismos ya no se atreven a ponerse prendas de ningún tipo porque no respetan nada. Una especie de paranoia colectivizada frente a los atracos y robos.
Aunque algunos autores atribuyen el auge de la delincuencia a la pobreza, a la marginalidad, a la falta de oportunidades y a la falta de empleos, si bien es cierto que esto pudiere influir; pero, en realidad los atracos y robos que hacen mayormente los jóvenes, adolescentes y menores, no son para satisfacer sus necesidades básicas, ni para alimentar a sus familias; es en gran escala para otros fines que van unidos con la vida fácil y licenciosa, para la competencia con los demás, por otras causas y factores que nada tienen que ver con alimentación y supervivencia, a la falta de formación en el hogar en un porcentaje sumamente elevado lo que influye directamente y en gran escala en la falta de valores o su inversión, cobrando vida en tal sentido las canciones del Morocho Carlos Gardel ‘Cambalache y Yira’.
Las informaciones y datos que se vierten a la población indican que la sensación y percepción de los grados de inseguridad pública no se relacionan de manera directa y armónica con las incidencias o hechos delincuenciales cotidianos, lo cual se traduce en que el temor que las personas sienten hacia el crimen es sumamente mayor a la posibilidad real de ser víctima de un delito de cualquier naturaleza, influenciado bajo las premisas informativas de los medios de comunicación plagados de noticias de casos específicos de delitos a los cuales se les dan enorme difusión y por lo que se escucha a diario en las calles, barrios y por donde quiera que se mueven las personas en el accionar de sus vidas, provocando un efecto multiplicador en la sensación de inseguridad en el comportamiento de los individuos.
Y esto no ocurre sólo en la República Dominicana; todas las encuestas que se realizan a nivel mundial arrojan como datos constantes en cada medición revelando que la característica principal de los fenómenos delictivos es la percepción de que crece sin cesar en porcentajes elevados sin control, mientras una minoría dice lo contrario, así como las percepciones sobre la ineficiente respuesta de las instituciones encargadas de la seguridad pública como los cuerpos policiales y de la justicia penal, además del crecimiento de los delitos debido a sus mayores métodos y herramientas para burlar la justicia llevándoles la delantera a quienes están para combatir este flagelo que arropa inmisericorde a toda la sociedad.
Lic. Jorge A. Abreu Eusebio
‘‘Cuando Dios te lleva al borde del acantilado, confía en él plenamente y déjate llevar. Sólo 1 de 2 cosas va a suceder: o él te sostiene cuando tu te caes; o te va a enseñar a volar’’
Y recuerda: No importa que la rama cruja cuando el pájaro cante, cuando él está seguro de lo que son sus alas.