Futuro de Egipto en manos de las fuerzas armadas
EL CAIRO (AP) — Las fuerzas armadas de Egipto son a fin de cuentas la única instancia con capacidad para decirle al presidente Hosni Mubarak —uno de los suyos— que ha llegado el momento de dejar el poder.
La institución más poderosa y hermética de Egipto no ha dado señal de si retirará su apoyo al ex comandante de la fuerza aérea, de 82 años, y accederá a la demanda de los manifestantes de que el gobernante dimita después de tres décadas de régimen autocrático.
Con seguridad, las fuerzas armadas harán lo que sea necesario para preservar su posición como la última instancia del poder en el país y los beneficios económicos que ha recibido del régimen y del considerable sector de empresas civiles que ha establecido para sí.
Es evidente que el ejército está desgastado.
Si las fuerzas armadas solicitan la dimisión a Mubarak para que evite la continuación de la violencia, podría favorecer el advenimiento del primer presidente civil, pero también supondría el principio del fin del control que han tenido del poder desde el derrocamiento de la monarquía de Egipto en un golpe de estado en 1952.
Sin embargo, si desaloja por la fuerza a los manifestantes de la Plaza Tahirir, epicentro de las manifestaciones en el corazón de El Cairo, el estamento militar adquiriría la misma imagen de la policía, la cual se ha ganado un odio generalizado, y afrontaría un revés de popularidad que mancharía su reputación, muy cuidada, de protector del pueblo.
"El desafío es convencer a los generales activos y retirados que sus intereses estarán mejor protegidos con un sistema político más incluyente y transparente una vez que Mubarak salga de escena", escribió en un comentario difundido el viernes Haim Malka, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede Washington.
"Al margen de cómo se desarrollen los acontecimientos, las fuerzas armadas buscarán preservar su posición única... La interrogante no es tanto la fecha de la dimisión de Mubarak, sino el tipo de sistema político que pretenda conformar la jerarquía del estamento militar en la etapa posterior a Mubarak".
La institución más poderosa y hermética de Egipto no ha dado señal de si retirará su apoyo al ex comandante de la fuerza aérea, de 82 años, y accederá a la demanda de los manifestantes de que el gobernante dimita después de tres décadas de régimen autocrático.
Con seguridad, las fuerzas armadas harán lo que sea necesario para preservar su posición como la última instancia del poder en el país y los beneficios económicos que ha recibido del régimen y del considerable sector de empresas civiles que ha establecido para sí.
Es evidente que el ejército está desgastado.
Si las fuerzas armadas solicitan la dimisión a Mubarak para que evite la continuación de la violencia, podría favorecer el advenimiento del primer presidente civil, pero también supondría el principio del fin del control que han tenido del poder desde el derrocamiento de la monarquía de Egipto en un golpe de estado en 1952.
Sin embargo, si desaloja por la fuerza a los manifestantes de la Plaza Tahirir, epicentro de las manifestaciones en el corazón de El Cairo, el estamento militar adquiriría la misma imagen de la policía, la cual se ha ganado un odio generalizado, y afrontaría un revés de popularidad que mancharía su reputación, muy cuidada, de protector del pueblo.
"El desafío es convencer a los generales activos y retirados que sus intereses estarán mejor protegidos con un sistema político más incluyente y transparente una vez que Mubarak salga de escena", escribió en un comentario difundido el viernes Haim Malka, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede Washington.
"Al margen de cómo se desarrollen los acontecimientos, las fuerzas armadas buscarán preservar su posición única... La interrogante no es tanto la fecha de la dimisión de Mubarak, sino el tipo de sistema político que pretenda conformar la jerarquía del estamento militar en la etapa posterior a Mubarak".
Si Mubarak se marcha, las fuerzas armadas con seguridad tendrán una participación firme en la conducción del país durante una transición democrática, la cual no obstante tiene el potencial de ser tormentosa.
El estamento militar estará en una posición en la que tendrá una fuerte influencia durante las negociaciones entre las diversas facciones de Egipto para lograr una reforma a la constitución con vistas a ampliar la democracia.
En un reconocimiento de Washington a la importancia del ejército egipcio, autoridades norteamericanas dijeron que el gobierno del presidente Barack Obama ha emprendido negociaciones con autoridades de alto rango de Egipto sobre la posible renuncia inmediata de Mubarak y la formación de un gobierno interino con apoyo del estamento militar a fin de preparar la realización de comicios este año en el país.
Las fuentes, que solicitaron el anonimato para informar de las conversaciones diplomáticas, las cuales son delicadas y continúan, dijeron que la creación de un gobierno interino es una de las diversas posibilidades en el diálogo.
Los manifestantes reconocen también la necesidad de que las fuerzas armadas participen en la conducción del país en la etapa posterior a Mubarak. Los manifestantes están más interesados en romper el monopolio del poder que tiene el partido gobernante que en poner fin a la influencia política del estamento militar.
Mohamed Elbaradei, uno de los dirigentes del equipo negociador de los manifestantes, dijo el viernes que Mubarak debe dimitir y permitir la conformación de un consejo presidencial con varias personalidades, incluidos militares, para que este asuma la conducción del país durante un año mientras se reforma la carta magna en antelación a los comicios.