La sociedad ha despertado
Por: Félix Bautista
La educación siempre será un proyecto inconcluso. Nunca terminamos de aprender. Por eso, aquellos países e individuos que se ocupan por su formación permanente y de sus ciudadanos reflejan un mayor crecimiento económico, individual y colectivo.
El reto de todos los países no es tan solo la cantidad de recursos a invertir en educación, sino además la planificación efectiva de la inversión para lograr la calidad del producto final: niños(as) y jóvenes con capacidad para pensar y habilidades para resolver problemas en un mundo caracterizado por las exigencias de los mercados y la voracidad de las competencias para innovar en la producción de bienes y servicios y patentizar nuevos productos.
Alvin y Heidi Toffler, escritores estadounidenses que han elaborado tesis futuristas, en sus libros “Ideas y la revolución de la riqueza” han planteado: “Siempre ha hecho falta algún conocimiento para producir riqueza” y agregan “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.
Así es, no hay forma de transformar las sociedades si no se transforman las mentes de sus ciudadanos. No hay manera de alcanzar el progreso si no se transforma la condición humana de las personas y esto solo se logra a través de la educación. En este mundo globalizado, integrado e interdependiente, el conocimiento es dinámico y lo que aprendimos ayer no es suficiente para los retos y desafíos del futuro.
Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en el 2008, estableció que “los niños dominicanos son capaces de lograr los más altos índices de desempeño en el mundo, si tuvieran buenos maestros, padres que los apoyen y ambientes de aprendizajes limpios, seguros y que fomenten el aprendizaje.
El futuro del país como democracia floreciente y economía competitiva depende de su capacidad de cumplir con su promesa de educar a todos sus ciudadanos”.
Lograr lo planteado por la OCDE, implica financiamiento adecuado, reforma grado por grado, maestros cualificados, libros de textos entregados a tiempo, formación de docente, padres integrados en la formación de sus hijos, mejores salarios para los maestros, formar líderes en distintos niveles del sistema seleccionados por concursos libres de injerencias políticas, garantizándole estabilidad laboral y económica en base al mérito y calidad de desempeño. Hacia esas metas avanza el plan decenal de educación 2008-2018.
Lo más importante para la educación dominicana es que hay una sociedad que ha despertado y está motivada y consciente del valor de la educación para el progreso.
Félix Bautista es ingeniero civil
La educación siempre será un proyecto inconcluso. Nunca terminamos de aprender. Por eso, aquellos países e individuos que se ocupan por su formación permanente y de sus ciudadanos reflejan un mayor crecimiento económico, individual y colectivo.
El reto de todos los países no es tan solo la cantidad de recursos a invertir en educación, sino además la planificación efectiva de la inversión para lograr la calidad del producto final: niños(as) y jóvenes con capacidad para pensar y habilidades para resolver problemas en un mundo caracterizado por las exigencias de los mercados y la voracidad de las competencias para innovar en la producción de bienes y servicios y patentizar nuevos productos.
Alvin y Heidi Toffler, escritores estadounidenses que han elaborado tesis futuristas, en sus libros “Ideas y la revolución de la riqueza” han planteado: “Siempre ha hecho falta algún conocimiento para producir riqueza” y agregan “los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender”.
Así es, no hay forma de transformar las sociedades si no se transforman las mentes de sus ciudadanos. No hay manera de alcanzar el progreso si no se transforma la condición humana de las personas y esto solo se logra a través de la educación. En este mundo globalizado, integrado e interdependiente, el conocimiento es dinámico y lo que aprendimos ayer no es suficiente para los retos y desafíos del futuro.
Un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en el 2008, estableció que “los niños dominicanos son capaces de lograr los más altos índices de desempeño en el mundo, si tuvieran buenos maestros, padres que los apoyen y ambientes de aprendizajes limpios, seguros y que fomenten el aprendizaje.
El futuro del país como democracia floreciente y economía competitiva depende de su capacidad de cumplir con su promesa de educar a todos sus ciudadanos”.
Lograr lo planteado por la OCDE, implica financiamiento adecuado, reforma grado por grado, maestros cualificados, libros de textos entregados a tiempo, formación de docente, padres integrados en la formación de sus hijos, mejores salarios para los maestros, formar líderes en distintos niveles del sistema seleccionados por concursos libres de injerencias políticas, garantizándole estabilidad laboral y económica en base al mérito y calidad de desempeño. Hacia esas metas avanza el plan decenal de educación 2008-2018.
Lo más importante para la educación dominicana es que hay una sociedad que ha despertado y está motivada y consciente del valor de la educación para el progreso.
Félix Bautista es ingeniero civil