"Estoy soltera: los hombres no me enamoran, me tienen miedo”.

Por: Roberto Valenzuela (El Caribe)
La fiscal de Santiago está soltera por “peligrosa”; lo hombres le temen, asegura. “Estoy soltera: los hombres no me enamoran, me tienen miedo”.

La fiscal de Santiago de los Caballeros, Yeni Berenice Reynoso Gómez, tiene una belleza extraña –dicen algunos hombres– y un perfil de un funcionario sin igual.
Sostiene que por su capacidad, inteligencia y fama de mujer dura, las personas del sexo opuesto no la enamoran, le temen, la consideran una mujer “muy peligrosa”.

La funcionaria judicial, que ronda los 29 años, contó a El Caribe que el temor a acercársele es tal que cuando un amigo o compañero de trabajo se interesa sentimentalmente en ella utiliza sutil y tímidamente a una tercera persona para que le lleve el mensaje.
“No tengo novio. No me enamoran y si lo van a hacer se lo dicen a un amigo mío para que sea éste quien me lo diga. Le dicen a amigos, pero a mí me tienen miedo”, narró.

Amable e implacable. La funcionaria judicial tiene fama de mujer implacable con los delincuentes, pero tiene carisma, trato muy amable y se muestra educada y conversadora.

Habló de su estado civil en su comparecencia ante el Almuerzo Semanal de Multimedios del Caribe, donde ocurrió algo muy diferente a los demás invitados.

Con frecuencia, cuando finaliza la entrevista, periodistas, funcionarios y empleados de Multimedios del Caribe se marchan inmediatamente a sus labores. Pero con Yeni Berenice todo el mundo se quedó.

Le hicieron una ronda a la magistrada de Santiago, preguntaban sobre su vida, conversaban como viejos amigos, hasta que se la tuvieron que llevar prácticamente obligada a la siguiente actividad de su agenda.

Yeni presidio. En esto la mujer narraba de dónde nace su fama de despiadada. La fiscal explicaba que los internos o presidiarios y los abogados le pusieron los apodos de “Yeni presidio”, “Yeni 30.

Esto es en alusión a que en su época de fiscal adjunta estaba encargada de casos especiales. Casos muy fuertes de narcotráfico, violación de menores, asesinatos con saña y otros crímenes estremecedores. En estas circunstancias siempre pedía y lograba la pena máxima de 30 años.

Cuenta que cuando los abogados litigantes la veían era como “el diablo a la cruz” porque ella, a pesar de su juventud, tenía gran habilidad para litigar y sustentar los expedientes acusatorios.

Con su larga cabellera negra cayendo sobre sus hombros y que le tapa casi por completo el ojo derecho (usa lentes de contacto y los ojos cambian de color), Yeni Berenice dice que además de su fama de mujer dura también tiene una fama terrible de muy tacaña entre amigos y empleados de la Fiscalía.

“Ellos (los empleados) creen que yo no me entero que dicen que soy tan tacaña que me caigo del monumento y caigo intacta de tan tacaña que soy”, bromeó.

Cibaeña de pura cepa. Es oriunda de Puerto Plata, pero llegó pequeña a Santiago de los Caballeros. Otro atributo es que es zurda, no pertenece a ningún partido político, llegó a la fiscalía por concurso y revela que cuando joven era izquierdista. “Yo era izquierdista en mi época de juventud”, sostiene.

Como cibaeña de pura cepa, habla frecuentemente utilizando la “i”. Dice “Agarrai”, “estafai”, “comprai”, “evitai”.

Viste muy formal sin ayudar a los ojos lujuriosos de los hombres. Lleva chaqueta formal y falda que cubre más debajo de las rodillas.

Aunque muy conversadora, es de habla pausada, como si calculara lo que va a decir entre una frase y la otra.

“Mi papá decía no dejen hablar a Yeni porque te convence y se adueña del escenario”, bromea.

También recuerda que su padre, cuando ella llegó al cargo, le decía que tenía que vencer dos escollos; el primero era que era muy joven, pues tenía 27 años cuando llegó a la Fiscalía.

Y el otro era su condición de mujer, porque hay sectores que todavía discriminan y no aceptan que los dirija una mujer.

Esta representante del Ministerio Público es tan estricta y organizada que un simple permiso de una empleada se debe hacer por escrito. A pesar de su juventud tiene una gran madurez en su forma de actuar.
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