CUANDO LA EDAD NO IMPORTA PARA ESTUDIAR
(Escrito por Marlenis Ferreras/Mipais.com.do)
Tal como reza una popular frase : "para el amor no hay edad" de igual manera se podría decir que para la alfabetización tampoco. La muestra está en las aulas, en las escuelas nocturnas.
Resulta admirable la perseverancia de personas que a pesar de los problemas cotidianos y de la madurez de los años, acuden religiosamente a las escuelas y liceos en busca de mejorar sus vidas mediante la educación.
Entre los estudiantes que asisten a los planteles en horas de la noche, más del 15% son personas adultas que sobrepasan los 30 años que en la niñez o en la adolescencia, por alguna circunstancia no pudieron iniciar o concluir sus estudios.
Esos alumnos a menudo son objetos de burlas de sus propios sus familiares y conocidos que no creen en la capacidad que tienen de aprender algo más que lo básico, “porque loro viejo no aprende a hablar”.
Marianela Rodríguez, de 43 años, se dedicó a ayudar a sus padres a cultivar sus tierras. Se involucró en las tareas del hogar y nunca mostró interés en ir a la escuela, pero desde hace algunos años se le ha despertado el deseo de alfabetizarse para poder desenvolverse mejor en su trabajo.
"Hace seis años que trabajo en una casa de familia y veo que es necesario que hasta para esas labores hay que saber leer y escribir, por eso me apunte en la escuela. Hay muchas personas que me dicen que para qué voy a perder mi tiempo en eso después de vieja, pero yo no hago caso a eso" dijo.
Los compañeros y maestros de Marianela la definen como una de las más aplicadas de la clase.
La profesora Guillermina Pérez de la escuela República de Haití resalta y admira el empeño y el desarrollo que demuestran esos alumnos.
"La manera de instruir y la capacidad de ellos captar es diferente a la de los niños de las tandas matutinas o vespertinas, pero es sorprendente la motivación y la facilidad con que entienden y lo colaboradores que son", expresa.
En una sociedad creciente que demanda cada vez más ciudadanos competitivos es preciso que todos sus integrantes tengan acceso a la educación para mejorar su nivel de vida.
Juan José Paniagua, de 38 años, estudiante de secundaria, expresó su dificultad a la hora de conseguir trabajo.
"Decidí terminar mis estudios porque se me hace difícil conseguir empleo. Ahora hasta para trabajar como jardinero hay que ser bachiller", manifiesta.
Según el sociólogo José Enrique Espinal, las posibilidades de empleo pueden ser mayores si se concluye el bachillerato.
"En cualquier empresa donde solicitan personal, les exigen que sean bachilleres, no solo en las empresas, hasta al personal de servicio de una casa, es por esta razón que la sociedad requiere individuos preparados. Lo negativo de esto es que la edad no ayuda mucho, porque en este país se tiene la modalidad de excluir a las personas desde que sobrepasan los 40 años"
Los niveles de analfabetismo en el país alcanzan un 13% y según la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) la República Dominicana es uno de los países de América Latina y del Caribe que para el año 2015 podría suprimir esa posición.
Para que no haya excusa, existen programas que contribuyen con el desarrollo de la educación para adultos como el de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (Praleb), la Jornada Nacional de Alfabetización (JNA), el Programa de Alfabetización de la Zona Fronteriza y Samaná (Proalfsa).
Tal como reza una popular frase : "para el amor no hay edad" de igual manera se podría decir que para la alfabetización tampoco. La muestra está en las aulas, en las escuelas nocturnas.
Resulta admirable la perseverancia de personas que a pesar de los problemas cotidianos y de la madurez de los años, acuden religiosamente a las escuelas y liceos en busca de mejorar sus vidas mediante la educación.
Entre los estudiantes que asisten a los planteles en horas de la noche, más del 15% son personas adultas que sobrepasan los 30 años que en la niñez o en la adolescencia, por alguna circunstancia no pudieron iniciar o concluir sus estudios.
Esos alumnos a menudo son objetos de burlas de sus propios sus familiares y conocidos que no creen en la capacidad que tienen de aprender algo más que lo básico, “porque loro viejo no aprende a hablar”.
Marianela Rodríguez, de 43 años, se dedicó a ayudar a sus padres a cultivar sus tierras. Se involucró en las tareas del hogar y nunca mostró interés en ir a la escuela, pero desde hace algunos años se le ha despertado el deseo de alfabetizarse para poder desenvolverse mejor en su trabajo.
"Hace seis años que trabajo en una casa de familia y veo que es necesario que hasta para esas labores hay que saber leer y escribir, por eso me apunte en la escuela. Hay muchas personas que me dicen que para qué voy a perder mi tiempo en eso después de vieja, pero yo no hago caso a eso" dijo.
Los compañeros y maestros de Marianela la definen como una de las más aplicadas de la clase.
La profesora Guillermina Pérez de la escuela República de Haití resalta y admira el empeño y el desarrollo que demuestran esos alumnos.
"La manera de instruir y la capacidad de ellos captar es diferente a la de los niños de las tandas matutinas o vespertinas, pero es sorprendente la motivación y la facilidad con que entienden y lo colaboradores que son", expresa.
En una sociedad creciente que demanda cada vez más ciudadanos competitivos es preciso que todos sus integrantes tengan acceso a la educación para mejorar su nivel de vida.
Juan José Paniagua, de 38 años, estudiante de secundaria, expresó su dificultad a la hora de conseguir trabajo.
"Decidí terminar mis estudios porque se me hace difícil conseguir empleo. Ahora hasta para trabajar como jardinero hay que ser bachiller", manifiesta.
Según el sociólogo José Enrique Espinal, las posibilidades de empleo pueden ser mayores si se concluye el bachillerato.
"En cualquier empresa donde solicitan personal, les exigen que sean bachilleres, no solo en las empresas, hasta al personal de servicio de una casa, es por esta razón que la sociedad requiere individuos preparados. Lo negativo de esto es que la edad no ayuda mucho, porque en este país se tiene la modalidad de excluir a las personas desde que sobrepasan los 40 años"
Los niveles de analfabetismo en el país alcanzan un 13% y según la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) la República Dominicana es uno de los países de América Latina y del Caribe que para el año 2015 podría suprimir esa posición.
Para que no haya excusa, existen programas que contribuyen con el desarrollo de la educación para adultos como el de Alfabetización y Educación Básica para Adultos (Praleb), la Jornada Nacional de Alfabetización (JNA), el Programa de Alfabetización de la Zona Fronteriza y Samaná (Proalfsa).