Comunidades provincia de Barahona se levantan después de la tormenta
BARAHONA.- Hace décadas, un brazo o desvío del río Yaque del Sur alcanzó La Hoya, una pequeña comunidad aledaña al centro de Barahona. Cuando el afluente retomó su curso dejó en el lugar una especie de laguna alargada, que vuelve a unirse al Yaque en tiempos de lluvias torrenciales.
Allí avanza otro de los proyectos de crianza comercial de peces del Programa de Recuperación Post-Desastre del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a cargo de una asociación de 16 campesinas y 8 campesinos del sector.
“La idea es crear habilidades para que las comunidades mantengan en pie sus proyectos” , dijo Benjamín Batista, coordinador de Barahona.
Desde la carretera se puede ver la obra de los hombres y mujeres que pasaron de la tradicional producción agrícola al negocio de la reproducción y comercialización de pescado fresco, criado en el patio de casa.
“En las actividades hay más mujeres que hombres, porque son más interesadas en desarrollarse.
Con ellas trabajamos muy bien, porque son bien dinámicas”, afirma Domingo García, dirigente comunitario encargado del proyecto.
A su lado y a la orilla del río Elena Pérez dice que próximamente los 15 espacios de crianza distribuidos sobre las aguas estancadas podrían generar ganancias cercanas a los RD$600 mil, cada cuatro meses. ¿Mucho o poco? “Antes no teníamos nada”, recuerda Pérez, encargada de alimentar a los peces en el horario matutino.
Vegetales en Polo
En la falda de una de las montañas de Polo, en la Sierra de Bahoruco, hay un invernadero, con sus 850 metros cuadrados sembrados de ajíes.
La Cooperativa Múltiple Simona Esmeralda Félix Alcántara se encarga de administrarlo, apoyada por el PNUD y el Ayuntamiento municipal.
Las mujeres que integran la organización dicen que se han mudado al invernadero.
Llegan en la mañana, vuelven a casa a cumplir con los oficios domésticos, y regresan en la tarde.
“Esta es la primera cosecha que vamos a tener, con la esperanza en Dios para que después de ésta venga la otra. Las mujeres han puesto mucho entusiasmo.
Nos coordinamos bien, tanto mujeres como hombres”, explica Luisa Félix Acosta (Gueda), quien además es una pequeña productora de café de altura.
Gueda sabe que en el invernadero hay dos mil plantas de ají tipo morrón, distribuidas en ocho canteras de a dos líneas. Estima que cuando llegue el momento de la cosecha podrá recoger junto a sus compañeras y compañeros cerca de 15 libras por planta, para vender al mejor postor.
Piensa que “este es un modelo para otras comunidades. Viene gente de Paraíso y otros pueblos para ver cómo se hace y se maneja un invernadero como éste”.
UN PROGRAMA PARA LA RECUPERACIÓN
El Programa de Recuperación Post-Desastre del PNUD hizo un levantamiento en las comunidades afectadas por las tormentas Noel y Olga en 2007.
Sus técnicos ofrecieron orientación a los grupos mejor organizados en las provincias Duarte, Barahona, Bahoruco e Independencia para presentar proyectos de desarrollo de capacidades y de creación de medios de vida colectivos.
En Barahona el responsable del Programa es Benjamín Batista. Dice que en esta provincia fueron aprobados 25 proyectos, que reciben el respaldo de entidades públicas y otras organizaciones de cooperación internacional.
“Hay otros actores que aportan diferentes tipos de recursos. La idea es integrar la mayor cantidad de esfuerzos para construir modelos de desarrollo sostenible”, dice el acompañante de las agrupaciones beneficiadas por las Naciones Unidas.
El programa tiene en archivo un paquete de propuestas concebidas por comunidades impactadas por los fenómenos naturales del 2007. Quienes se interesen en apoyar uno de estos proyectos comunicarse con el Programa de Recuperación Post-Desastre, cuya oficina principal se encuentra en las instalaciones de la ONU.
“La idea es crear habilidades para que las comunidades mantengan en pie sus proyectos” , dijo Benjamín Batista, coordinador de Barahona.
Desde la carretera se puede ver la obra de los hombres y mujeres que pasaron de la tradicional producción agrícola al negocio de la reproducción y comercialización de pescado fresco, criado en el patio de casa.
“En las actividades hay más mujeres que hombres, porque son más interesadas en desarrollarse.
Con ellas trabajamos muy bien, porque son bien dinámicas”, afirma Domingo García, dirigente comunitario encargado del proyecto.
A su lado y a la orilla del río Elena Pérez dice que próximamente los 15 espacios de crianza distribuidos sobre las aguas estancadas podrían generar ganancias cercanas a los RD$600 mil, cada cuatro meses. ¿Mucho o poco? “Antes no teníamos nada”, recuerda Pérez, encargada de alimentar a los peces en el horario matutino.
Vegetales en Polo
En la falda de una de las montañas de Polo, en la Sierra de Bahoruco, hay un invernadero, con sus 850 metros cuadrados sembrados de ajíes.
La Cooperativa Múltiple Simona Esmeralda Félix Alcántara se encarga de administrarlo, apoyada por el PNUD y el Ayuntamiento municipal.
Las mujeres que integran la organización dicen que se han mudado al invernadero.
Llegan en la mañana, vuelven a casa a cumplir con los oficios domésticos, y regresan en la tarde.
“Esta es la primera cosecha que vamos a tener, con la esperanza en Dios para que después de ésta venga la otra. Las mujeres han puesto mucho entusiasmo.
Nos coordinamos bien, tanto mujeres como hombres”, explica Luisa Félix Acosta (Gueda), quien además es una pequeña productora de café de altura.
Gueda sabe que en el invernadero hay dos mil plantas de ají tipo morrón, distribuidas en ocho canteras de a dos líneas. Estima que cuando llegue el momento de la cosecha podrá recoger junto a sus compañeras y compañeros cerca de 15 libras por planta, para vender al mejor postor.
Piensa que “este es un modelo para otras comunidades. Viene gente de Paraíso y otros pueblos para ver cómo se hace y se maneja un invernadero como éste”.
UN PROGRAMA PARA LA RECUPERACIÓN
El Programa de Recuperación Post-Desastre del PNUD hizo un levantamiento en las comunidades afectadas por las tormentas Noel y Olga en 2007.
Sus técnicos ofrecieron orientación a los grupos mejor organizados en las provincias Duarte, Barahona, Bahoruco e Independencia para presentar proyectos de desarrollo de capacidades y de creación de medios de vida colectivos.
En Barahona el responsable del Programa es Benjamín Batista. Dice que en esta provincia fueron aprobados 25 proyectos, que reciben el respaldo de entidades públicas y otras organizaciones de cooperación internacional.
“Hay otros actores que aportan diferentes tipos de recursos. La idea es integrar la mayor cantidad de esfuerzos para construir modelos de desarrollo sostenible”, dice el acompañante de las agrupaciones beneficiadas por las Naciones Unidas.
El programa tiene en archivo un paquete de propuestas concebidas por comunidades impactadas por los fenómenos naturales del 2007. Quienes se interesen en apoyar uno de estos proyectos comunicarse con el Programa de Recuperación Post-Desastre, cuya oficina principal se encuentra en las instalaciones de la ONU.