A favor del futuro de limpiabotas

Por: Yanet Beltré (El Caribe)

Jimmy Muñoz tiene doce años. Como a muchos niños de su edad, le imponen la obligación de ayudar a sus padres a buscar el sustento. En su caso, debe colaborar con sus seis hermanos menores.

Hasta hace poco, ocupaba todo el día en su labor de limpiar zapatos, situación que lo condujo a abandonar la escuela en un bajo grado de la primaria. Pero la vida de Jimmy cambió hace aproximadamente dos años, cuando se motivó a unirse a la “Fundación Niños Limpiabotas La Merced”, un proyecto que tiene como meta principal erradicar el trabajo infantil en Santo Domingo Oeste, especialmente el de limpiabotas.

En la actualidad, Jimmy, junto a los 33 compañeros limpiabotas del programa, asiste a la escuela en la tanda matutina, va a la sala de tareas de 2:00 a 3:00 de la tarde, y es a partir de esa hora cuando sale a lustrar zapatos para continuar con la responsabilidad de llevar dinero a la casa de sus padres.

Además de sus estudios, los niños y adolescentes que forman parte de la fundación reciben clases de baile, acrobacia, manualidades, teatro y música.

Proyecto. La Fundación Niños Limpiabotas La Merced comenzó a operar hace dos años y medio como una iniciativa de los Mercedarios, junto a la comunidad parroquial de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, de Las Palmas de Herrera, Santo Domingo Oeste.

En sus inicios, según cuenta fray Tomás García, uno de los responsables del programa, la idea era concentrar una cantidad significativa de limpiabotas, objetivo que lograron al reunir a 54 niños, cifra que más tarde se vieron en la necesidad de reducir a 34, debido a que no contaban con los recursos ni la capacidad humana para responder a las necesidades de los muchachos, con edades que oscilan entre los ocho y 16 años.

De los 34, sólo diez pudieron ser inscritos en la escuela pública de la comunidad de Bienvenido, Manoguayabo, pues no había espacio disponible para los demás. El resto fue recibido en un colegio evangélico, donde también le permiten preparar la comida que le ofrecen a los niños.

La fundación cuenta con unos 25 voluntarios, entre ellos médicos y enfermeras, y se sustenta con las escasas donaciones de instituciones y personas particulares.

Algo que destaca fray Tomás es que la obra no solo se limita a rescatar a niños limpiabotas, sino que también ofrece talleres de capacitación a padres o tutores que deseen tomarlos, “todo esto para que encuentren una manera digna de sostenerse y el niño no tenga que volver a las calles”.

Requieren más apoyo para sostener programa
El representante de la fundación afirma que para sostener el trabajo social que realizan con los niños, requieren de donaciones. Señala que ha tocado varias puertas, incluyendo el Despacho de la Primera Dama y los Comedores Económicos, pero que aún no recibe respuestas de estas instituciones.

Para mejorar la labor, la entidad requiere de un vehículo doble cabina, así como de alimentos, ropas, zapatos y material gastable.

La fundación cuenta con un pequeño dispensario médico y una botica popular, pero ambos funcionan a medias por la falta de personal para el laboratorio, la unidad de vacuna y otras especialidades.

También requieren los servicios de un abogado que les ayude a legalizar el estatus de los niños, la mayoría hijos de haitianos, que no cuentan con documentación para continuar estudiando.
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