Una carta desde el infierno
POR: SALVADOR SABINO*
Algún día te has hecho las siguientes preguntas: ¿Y qué pasa con las personas que mueren? ¿Dónde van? ¿Cómo viven en ese otro lugar? ¿Irán al cielo o al infierno? ¿Por qué no se comunican? Hay una carta que se escribió de un acontecimiento de un hombre que se encontraba en el infierno:
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Algún día te has hecho las siguientes preguntas: ¿Y qué pasa con las personas que mueren? ¿Dónde van? ¿Cómo viven en ese otro lugar? ¿Irán al cielo o al infierno? ¿Por qué no se comunican? Hay una carta que se escribió de un acontecimiento de un hombre que se encontraba en el infierno:
Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos (Lucas 16:19 – 31).
El mismo Señor Jesús es quien cuenta esta historia. No es una parábola, metáfora o comparación. Es la realidad. El destino es el cielo o el infierno. Ahora bien, aquí se explica que los que creen en Dios, no tendrán que sufrir como este hombre prepotente. Nos gozaremos y descansaremos como Lázaro.
Toma tu decisión hoy. Todo lo que tienes que hacer para asegurar tu futuro en el Paraíso, es seguir a Jesús.
Repite conmigo esta oración para que seas salvo y reserves tu lugar en el Paraíso: Señor Jesús te doy gracias por la salvación de mi vida. Declaro que Tú eres el Señor y que Dios Padre te levantó de entre los muertos. ¡Amén!
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos (Lucas 16:19 – 31).
El mismo Señor Jesús es quien cuenta esta historia. No es una parábola, metáfora o comparación. Es la realidad. El destino es el cielo o el infierno. Ahora bien, aquí se explica que los que creen en Dios, no tendrán que sufrir como este hombre prepotente. Nos gozaremos y descansaremos como Lázaro.
Toma tu decisión hoy. Todo lo que tienes que hacer para asegurar tu futuro en el Paraíso, es seguir a Jesús.
Repite conmigo esta oración para que seas salvo y reserves tu lugar en el Paraíso: Señor Jesús te doy gracias por la salvación de mi vida. Declaro que Tú eres el Señor y que Dios Padre te levantó de entre los muertos. ¡Amén!