Misterio rodea envenenamientos

AZUA. Las muertes por envenenamiento en las comunidades agrícolas de esta provincia, a causa de la ingesta de pesticidas, cada vez son más alarmantes y extrañas y, sin embargo, nadie ha sido incriminado y los seis casos registrados en año y medio permanecen impunes.

Las víctimas han sido cuatro dominicanos y dos haitianos.

Los envenenamientos más recientes ocurrieron el 14 de septiembre pasado: Tres niños de la comunidad de Amiama Gómez (dos hermanitos y un primo), con edades comprendidas entre los 8 y 12 años.

La autopsia practicada a los cadáveres por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) revelaron que la causa de muerte fue la ingestión de Metomil, del tipo carbamato, un poderoso insecticida que mata al ser ingerido.

Provoca edema pulmonar y la destrucción de las vísceras y la mucosa gástrica.

Lo extraño de las muertes por envenenamiento, certificadas por el médico forense Miguel Núñez, es el escenario donde fueron hallados los cuerpos agonizantes de los niños: no hay fincas agrícolas, ni árboles frutales. Un matorral cercano a la comunidad.

Las víctimas se ausentaron de la casa cerca de las 9 de la mañana del 14 de septiembre pasado a cortar “palo de berraco” con el que fabricaban escobas que luego vendían a diez y cinco pesos.

Apenas pasaron 10 ó 20 minutos de ausentarse, cuando Josefa Segura tuvo que dejar de lavar, al enterarse de la trágica noticia que le daban sobre la muerte de sus nietos Jovanny y Luis Alberto Segura.

Diez minutos después, el jornalero Milcíades Pérez Sención, el mismo que encontró a los hermanitos agonizantes, traía cargado en el hombro a Alesso Féliz Segura, primo de los dos primeros.
Este fue declarado muerto antes de llegar al hospital Taiwán, donde fueron llevados los tres cadáveres.

Las hipótesis que se manejan sobre el caso son las mismas de otras muertes similares en Azua: consumo de algún producto agrícola envenenado por los agricultores para vengarse de los ladrones de sus cultivos.
En el paraje El Higüerito, a mediados de 2009, dos campesinos murieron envenenados con pesticida al consumir auyamas que robaron de noche en un conuco de la zona.

Dos haitianos también fallecieron en Tábara Abajo, a principios de este año, después de comer guineos maduros envenenados que posteriormente se supo habían cogido de un platanal de la comunidad.

En el caso de los tres niños del distrito municipal de Amiama Gómez tampoco se descarta que haya ocurrido lo mismo. No hay certeza de que los menores consumieran alguna fruta o producto agrícola, porque la investigación forense realizada no consigna la ingesta de alimentos.

Además, ninguno de los niños llegó a cruzar el lugar conocido como “La Carbonera”, donde quinientos metros más arriba es donde se encuentra el “palo de berraco” que acostumbran a cortar.

La sospecha es que alguien, en el camino, le diera algo de comer envenenado y que el autor de los crímenes huyera por los montes antes de que los cuerpos fueran localizados.

Los investigadores de Homicidios de Azua también manejan otras hipótesis, incluyendo la supuesta amenaza de muerte que habría recibido el padre de uno de los menores que murieron envenenados de que “me vengaré por donde más le duele a él”.

Pero ya han pasado más de quince días, y pese a los esfuerzos evidentes realizados y la complejidad de la demostración de culpabilidad en este tipo crimen, las autoridades hasta el momento no han dado con los responsables.

El envenenamiento de productos agrícolas en los campos de Azua es un arma a la que han recurrido en los últimos años algunos agricultores para “enfrentar” los robos de sus predios.
Es un arma muy peligrosa, porque no sólo atenta contra el que cometió el robo sino que, eventualmente, pone en peligro la vida de otras personas.

Aún no hay indicios de culpabilidad

El fiscal de Azua, Rafael Brito Peña, ha dado seguridades a los familiares de las víctimas que el hecho no quedará impune.

Ha interrogado a cinco personas y ha realizado igual número de descensos en busca de evidencias que comprometan la responsabilidad penal de algún sospechoso.

“Pero, hasta el momento no hemos encontrado ningún indicio”, asegura, y agrega que el Ministerio Público no escatimará esfuerzos para dar con el o los responsables de estos hechos. Brito Peña no descarta ninguna posibilidad.

“Ninguna investigación puede cerrarse, hay que imaginar todas las posibilidades, pero para ello necesito la colaboración de la comunidad”, precisa.

Familiares piden esclarecer hechos

Genaro Segura, padre de los dos hermanitos muertos, acude todos los días a la Fiscalía de Azua en busca de información. “Yo sé que el fiscal está trabajando.
Lo que no me explico es por qué este caso ha resultado tan difícil de resolver”, sostiene. Lo mismo opina Luis Segura, padre del otro menor que murió envenenado.

“Yo hasta un brujo de Elías Piña traje a mi casa para que me dijera quién pudo haber envenenado a mi hijo. El tampoco sabe nada. Me dijo que vendrá de nuevo; y le juro que si me dice la verdad, me tomo la Justicia en mis manos. El que haya matado a mi hijo se la tendrá que ver conmigo”, dice impotente.
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