Sabor latino en Texas

No hay que ser un científico para determinar que hay una carga latina que influye directamente en ese festejo de un conjunto que va hacia la postemporada por primera vez desde 1996.

“Desde el entrenamiento hablamos de que el compañerismo fuera diferente, de que teníamos que tratarnos todos como hermanos y gracias a Dios lo hemos logrado”, dice Vladimir Guerrero, uno de los principales organizadores de las señas, a El Caribe.

“Aquí todos nos llevamos bien. Somos hermanos en una temporada y como somos muchos latinos, pues eso ayuda”, señala. Jugadores como Josh Hamilton, Michael Young, Ian Kinsler, para mencionar a tres pilares de la novena que dirige Ron Washington, se unen al baile en cada momento y no sienten aprensión alguna para hacerlo.

“Cuando se gana, la situación es diferente y uno mantiene la felicidad a cualquier precio. La campaña de pelota es larga y mientras más relajado está el camerino mejor. Uno tiene la suerte de contar con jugadores como Vladi, (Nelson) y Cruz que además de buenos peloteros, también son buenos compañeros”, manifiesta Young, quien tiene conexiones familiares hispanas.

Antes de la visita de El Caribe a esta ciudad, la novena había barrido a los Yankees en tres partidos y la alegría era de película. Cruz, de habla pausada y temperamento controlado, parecía un niño disfrutando del mejor regalo de su vida.

“Es que somos como hermanitos. Después uno se ve en los resúmenes de deportes un poco alocado podemos decir, pero cada victoria de nosotros significa mucho y estamos cerca de dar el primer paso. Yo que llevo varios años aquí, puedo sentirme como nadie se lo imagina porque vamos a la postemporada”, opina el jardinero Nelson Cruz.

Comida y música. Vladimir es el encargado de llevar comida al camerino, donde pocos temen probar el sazón de su madre, Altagracia Alvino.

“Cada día hay que llevar esos encargos”, expone doña Altagracia. “No importa si es latino, dominicano o de donde sea. Ahí está para el que quiera probarla”. El departamento de coreografía lo dirige Elvis Andrés, torpedero venezolano, y el dominicano Esteban Germán, aunque en el vestidor, el radio lo opera Julio Borbón, quien es una especie de director de canciones. “Somos una familia.

Ese es el criterio que tenemos aquí”, señala Borbón, jugador joven de una educación muy por encima de lo normal.

“Aquí ves a cualquiera bromeando con el otro y está claro que los latinos tenemos un poco de chispa y lo bueno de eso es que se aplica cuando uno gana. Es más fácil y divertido venir a trabajar al estadio”, agrega.
La palabra los alimenta
Aparte de celebraciones, los jugadores de Texas no se descuidan en unirse en oración. “Somos un grupo que también saca su tiempo para leer la palabra. Creemos en Dios y cada domingo, no importa que estemos en la casa o en la ruta, nos unimos para darle gracias a Dios”, comenta Cruz. “Sabemos que de no ser por el Señor no tuviésemos nada ni como individuos ni como equipo.

Esa hora se respeta”, puntualiza. “Ellos saben dividir su tiempo. Creo que una de las ventajas de dirigir a peloteros veteranos es que no se desenfocan. Usted aquí no tiene ese temor”, destaca el dirigente Washington. “Uno se siente afortunado de contar con buenos peloteros y buenos ciudadanos. Lo hace más fácil para cualquier dirigente”, dice Washington.
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