Trujillo prestó servicio como militar en Barahona: Barón canario fue que le enseñó a colocarse las espolainas
Por: Juan Francisco Matos
BARAHONA. El 22 de julio de 1922 el Gobierno Militar de ocupación destina 6 mil pesos de los fondos nacionales para la construcción de un cuartel en esta ciudad para albergar a los miembros de la Guardia Nacional, cuya edificación fue levantada en la hoy esquina formada por las calles Nuestra Señora del Rosario y Padre Billini, en la cual prestó servicio como sargento mayor de ese cuerpo, Rafael Leonidas Trujillo Molina
Según el señor, Rafael Benjamín Matos Báez, hijo del general restaurador, Rafael Matos (Falé), en el destacamento militar prestaba servicio un raso nativo de La Romana, cuyo nombre no recuerda y quien admiraba y respetada al sargento Trujillo Molina.
"Un día, ese militar le preguntó a Trujillo Molina, que cosa le ofrecería cuando el fuera el presidente de la República. Trujillo lo reprochó, diciendole- muchacho viejo callate la boca.", dijo Matos Báez.
Manifestó que luego Trujillo fue ascendido a segundo teniente y trasladado a la Fortaleza Ozama de la Capital, a donde también fue llevado el raso que le hizo la pregunta anterior.
Sostiene que cuando Trujillo llegó a la Presidencia de la República, siempre daba vueltas por la referida fortaleza capitalina, donde acostumbraba a charlar con sus compañeros de arma.
"Un día estando se servicio en la puerta principal de la instalación militar, el guardia que una vez en barahona le dijo a Trujillo que que cosa le ofrecería cuando fuera presidente de la República, el mandatario de la nación, con vestimenta militar, visitó la fortaleza", sostuvo Matos Báez.
Indicó que al hacer su entrada, el presidente conoció al militar, pero este a él no.
Explica que cuando Trujillo se reunió en su despacho con el comandante de la plaza militar, le ordenó a este que relevara de inmediato al centinela de la puerta y lo condujera hasta su presencia, orden que fue cumplida de inmediato.
"El guardia llegó ante Trujillo y se sorprendió cuando le vió la cara y la impresión que recibió fue tan grande, que se quedó sin habla por unos instantes", dijo.
Dice Matos Báez, que Trujillo se dirigió al raso de la Guardia Nacional de la siguiente manera: "Usted recuerda que me dijo una vez en barahona que que cosa yo le daría cuando fuera presidente de la República, pues bueno, ya lo soy. Dígame ahora que usted quiere de mí."
"Mi jefe, yo lo que quiero es que me ascienda de rango, me construya una casa en mi tierra natal La Romana, y me traslade a la fortaleza militar de mi pueblo. Eso es lo que quiero de usted", habría dicho el militar.
Relata Matos Báez, que Trujillo no se hizo esperar, ascendió a cabo al raso, lo trasladó a La Romana, e impartió instrucciones al gobernador de esa comarca para que con los fondos del estado, le construyera la vivienda, orden que se cumplió más rápido que inmediatamente.
En esta ciudad, siempre se ha comentado que estando Trujillo de servicio aquí, un señor ya fallecido conocido como Barón Canario, quien residía en el barrio La Playa, fue que le enseñó a este a colocarse las espolainas que usaban los militares de ese entonces, porque no sabía colocárselas.
Estando el autor de este trabajo muy pequeño en el barrio La Playa, del cual salió hacia a los dcoe años de edad hacia el sector Savica, donde reside actualmente, escuchaba vociferar en la calle a Barón Canario en estado de Embriaguéz "abajo Trujillo" y ninguno de los miembros del Servicio Militar de Inteligencia (SIM) que abordaban los famosos carros Cepillos, se metían con él, porque sabían que el jefe apreciaba bastante a ese difunto viejo.
Trujillo fue uno de los dictadores más crueles y bárbaros de toda la historia del mundo, por lo que era odiado por la mayoría del pueblo dominicano, pero también como otros sátrapas, era apreciado por una minoría, a la cual hizo favores.
BARAHONA. El 22 de julio de 1922 el Gobierno Militar de ocupación destina 6 mil pesos de los fondos nacionales para la construcción de un cuartel en esta ciudad para albergar a los miembros de la Guardia Nacional, cuya edificación fue levantada en la hoy esquina formada por las calles Nuestra Señora del Rosario y Padre Billini, en la cual prestó servicio como sargento mayor de ese cuerpo, Rafael Leonidas Trujillo Molina
Según el señor, Rafael Benjamín Matos Báez, hijo del general restaurador, Rafael Matos (Falé), en el destacamento militar prestaba servicio un raso nativo de La Romana, cuyo nombre no recuerda y quien admiraba y respetada al sargento Trujillo Molina.
"Un día, ese militar le preguntó a Trujillo Molina, que cosa le ofrecería cuando el fuera el presidente de la República. Trujillo lo reprochó, diciendole- muchacho viejo callate la boca.", dijo Matos Báez.
Manifestó que luego Trujillo fue ascendido a segundo teniente y trasladado a la Fortaleza Ozama de la Capital, a donde también fue llevado el raso que le hizo la pregunta anterior.
Sostiene que cuando Trujillo llegó a la Presidencia de la República, siempre daba vueltas por la referida fortaleza capitalina, donde acostumbraba a charlar con sus compañeros de arma.
"Un día estando se servicio en la puerta principal de la instalación militar, el guardia que una vez en barahona le dijo a Trujillo que que cosa le ofrecería cuando fuera presidente de la República, el mandatario de la nación, con vestimenta militar, visitó la fortaleza", sostuvo Matos Báez.
Indicó que al hacer su entrada, el presidente conoció al militar, pero este a él no.
Explica que cuando Trujillo se reunió en su despacho con el comandante de la plaza militar, le ordenó a este que relevara de inmediato al centinela de la puerta y lo condujera hasta su presencia, orden que fue cumplida de inmediato.
"El guardia llegó ante Trujillo y se sorprendió cuando le vió la cara y la impresión que recibió fue tan grande, que se quedó sin habla por unos instantes", dijo.
Dice Matos Báez, que Trujillo se dirigió al raso de la Guardia Nacional de la siguiente manera: "Usted recuerda que me dijo una vez en barahona que que cosa yo le daría cuando fuera presidente de la República, pues bueno, ya lo soy. Dígame ahora que usted quiere de mí."
"Mi jefe, yo lo que quiero es que me ascienda de rango, me construya una casa en mi tierra natal La Romana, y me traslade a la fortaleza militar de mi pueblo. Eso es lo que quiero de usted", habría dicho el militar.
Relata Matos Báez, que Trujillo no se hizo esperar, ascendió a cabo al raso, lo trasladó a La Romana, e impartió instrucciones al gobernador de esa comarca para que con los fondos del estado, le construyera la vivienda, orden que se cumplió más rápido que inmediatamente.
En esta ciudad, siempre se ha comentado que estando Trujillo de servicio aquí, un señor ya fallecido conocido como Barón Canario, quien residía en el barrio La Playa, fue que le enseñó a este a colocarse las espolainas que usaban los militares de ese entonces, porque no sabía colocárselas.
Estando el autor de este trabajo muy pequeño en el barrio La Playa, del cual salió hacia a los dcoe años de edad hacia el sector Savica, donde reside actualmente, escuchaba vociferar en la calle a Barón Canario en estado de Embriaguéz "abajo Trujillo" y ninguno de los miembros del Servicio Militar de Inteligencia (SIM) que abordaban los famosos carros Cepillos, se metían con él, porque sabían que el jefe apreciaba bastante a ese difunto viejo.
Trujillo fue uno de los dictadores más crueles y bárbaros de toda la historia del mundo, por lo que era odiado por la mayoría del pueblo dominicano, pero también como otros sátrapas, era apreciado por una minoría, a la cual hizo favores.