Leonel debe mirar hacia la región Enriquillo
Por: OSVALDO SANTANA
BARAHONA.La administración del presidente Leonel Fernández está a punto de concluir la construcción de la carretera San Juan-Barahona, que une las regiones El Valle y Enriquillo en el Suroeste del país.
BARAHONA.La administración del presidente Leonel Fernández está a punto de concluir la construcción de la carretera San Juan-Barahona, que une las regiones El Valle y Enriquillo en el Suroeste del país.
Una obra muy importante que impulsará la comunicación y el comercio intrarregional, pero que apenas roza el proyecto de transformación de la región más aletargada de la República, por la baja inversión pública, pese a la brutal pobreza que afecta el 70% de sus pobladores.
Mientras el gobierno concentra el grueso de su inversión en tres grandes polos del país, como el Gran Santo Domingo, especialmente el Distrito Nacional, el Norte y el Nordeste, y algo menos en San Juan de la Maguana, los 343 mil 759 pobladores de Bahoruco, Barahona, Independencia y Pedernales, tienen que conformarse con las gratas noticias que traen los medios sobre los grandes cambios en las principales vías de la Capital, como centro de un crecimiento poco equitativo.
En el período 2005-2007, Bahoruco y Pedernales recibieron cero inversión pública; Barahona e Independencia un 2 y un 3%, respectivamente, el grueso en acciones de emergencia por los daños devastadores de las tormentas Noel y Olga, en 2007.
Otra debía ser la suerte de este polo de la República, el más despoblado en sus 7 mil 102.58 kilómetros cuadrados, con una densidad de apenas 48 habitantes por cada kilómetro cuadrado, concentrados en las “ciudades” (67%) de la comarca, pese a que constituye la primera y más importante frontera con Haití, la vía más expedita hacia Puerto Príncipe.
Acusan esas provincias un acelerado proceso de despoblación, acicateado por un modelo territorial y de crecimiento que no termina de ser definido, que según el Informe “Política Social: capacidades y derechos”, volumen II, del PNUD, elaborado para el Estado, en los últimos 50 años ha propiciado la concentración de la tercera parte de la población nacional en la capital y su área metropolitana, Haina, San Cristóbal, Boca Chica y Villa Mella. Sugiere una tendencia parecida en Santiago, San Pedro de Macorís y La Romana.
Una mirada más justa del presidente Fernández hacia el país debería incluir el valle Enriquillo y la provincia Pedernales. Y quizás no necesitaría invertir demasiado. Esos pueblos han mostrado un extraordinario coraje para levantarse.
Su espíritu hacendoso y las condiciones naturales de la zona sentarían las bases para un despegue esperanzador. Con la carretera San Juan-Barahona terminada, sólo sería necesaria una obra mayor, la presa de Monte Grande, y las realizaciones conexas para la sobrevivencia humana. Un programa de inversiones mínimas imprescindibles que convertirían esa zona en modelo de crecimiento humano para zonas frágiles.
Sería necesario también un programa de remediación urbana que involucre especialmente a los pueblos del valle castigados por inundaciones que los han retrotraído 50 años, como Tamayo, Uvilla, El Jobo, Mena, los bateyes, Cristóbal y la zona Sur de Neiba, muy dañados por las inundaciones de 1998, 2006 y 2007. Recuperación de las infraestructuras de riego y drenaje del valle.
Una mejoría esencial de la red de caminos y carreteras del valle, Barahona-Jimaní, El Peñón-Cabral-Polo, Barahona-Neiba-Jimaní, batey Seis-Cristóbal-Las Salinas y las comunidades cañeras, más las zonas altas de la provincia Bahoruco.
La carretera Barahona-Pedernales-Duvergé (ruta ecológica de la carretera internacional y muro de contención de la progresiva deforestación desde el Oeste de la isla) y todo el sistema de comunicación desde Polo hacia la costa, Paraíso y Enriquillo. Asimismo, la infraestructura vial hacia la costa de Pedernales y el hoyo de Pelempito.
Junto con los programas sociales y de salud, serían las bases para modificar las condiciones de vida de esos pueblos.
Naturaleza y fuerza
El arrojo de la gente ha contribuido a cambiar la cara de algunos pueblos, como Vicente Noble, El Higuito, Quita Coraza. Esa determinación no es suficiente.
Es clave la intervención del Estado, que debe centrarse en Monte Grande. No sólo sería una expresión de equidad social, sino de seguridad ciudadana.
Aguas debajo de Sabana Yegua, el río Yaque del Sur captura los acuíferos del lado sur de la cordillera Central y parte de los del norte de la sierra de Neiba.
Las aguas de los ríos Mijo, San Juan, Bao, Maguana, Vallejuelo y otros arroyos se conjugan y cíclicamente destruyen las economías del valle de Neiba. Su regulación es esencial para el futuro de los pueblos de la subregión Enriquillo, para riego y consumo humano.
La presa salvaría además suelos muy vulnerables, amenazados de degradación por salinidad e inundación.
Monte Grande daría seguridad a una zona que tiene condiciones naturales para manejar un modelo de turismo ecológico sostenible.
La belleza de Neiba y sus fuentes acuíferas, su serranía al norte y las aguas frías del sur, el lago Enriquillo y la frágil frontera con Haití; las aguas azufradas de Duvergé y Canoa y la exuberante sierra de Bahoruco, la laguna de Cabral y la romántica belleza de El Peñón; y las frondosas y productivas alturas de Polo, más la inmensa costa de Barahona-Pedernales y el parque Jaragua, conjugan una zona excepcional, oportunidad para contribuir a detener 50 años de un modelo que sólo ha servido para promover el caos en las grandes ciudades.
Pobreza y desigualdad donde está el dinero y donde paradójicamente también se engorda la miseria y se estimula la migración.
Es la oportunidad para detener lo que el Informe Nacional de Desarrollo Humano de 2008 definió como un modelo de crecimiento desordenado, sin planes… “ciudades sucias, sin servicios públicos, peligrosas, incómodas, tensas; con un caos vial en donde se buscan soluciones individuales y caras a problemas colectivos: el motoconcho, la ocupación de los espacios públicos, la planta eléctrica, el inversor, el ‘guachimán’, el tinaco y la cisterna, la construcción ilegal…”
Cortesía: de El Caribe