Tiempo para el alma

“Ten piedad de mí, Dios mío, pues me refugio en ti;

Por: Josefina Navarro

“Ten piedad de mí, Dios mío, pues me refugio en ti; a la sombra de tus alas me refugio”. Sal. 55: 1.

Por la misericordia de Dios estamos de pie, por ella no hemos perecido, por ella hemos salido a camino, por ella tenemos una familia, por ella tenemos salud (poca o mucha), por ella somos perdonados, por ella Dios olvida nuestras transgresiones, nuestros desplantes, nuestras negaciones. Sólo la misericordia de Dios nos salva, debemos estar claros y conscientes de ello. Pero algo debemos dar al Señor a cambio, con algo debemos reciprocar tanto amor: Aceptar su guía, esas pautas que nos ha dado para llevar una vida de paz y armonía. No es justo que lo releguemos a un segundo o último lugar cuando Él nos pone a cada uno de nosotros en el primero.
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